José Antonio Santana calcula que recoge 50 litros de aguas fecales cada vez que una de las tuberías cercanas a su hogar se obstruye. El agua se filtra hasta una de las habitaciones del hogar, donde vive su tío de 82 años en situación de dependencia. Desde el año pasado ya ha sucedido en cuatro ocasiones, pero es un problema que viene de largo. Hace 14 años las aguas de las cloacas comenzaron a afectar a la vivienda sin que supieran el motivo, más de una década después no han encontrado la fuga. Las reclamaciones no han surtido efecto y, ahora, la vida de este vecino del barrio de San Nicolás transcurre con la constante sombra de una posible filtración en cualquier momento.
El problema comenzó en 2010 y afectó el dormitorio y la cocina de la casa familiar. Santana explica que su padre, actualmente fallecido, llevó a juicio a Emalsa y llegaron a un acuerdo con una indemnización de 3.000 euros. Las aguas se calmaron durante un tiempo, pero en 2018 las filtraciones regresaron. La familia volvió a llegar a un acuerdo con la empresa de gestión del agua y pactaron una indemnización de 1.000 euros. Sin embargo, Santana apunta que ya no es cuestión de dinero, sino de que se llegue a una solución definitiva. El periplo continuó en agosto del año pasado cuando la habitación se inundó en dos ocasiones, una tercera vez en enero y la última el pasado sábado.
En el cuarto afectado dormía hasta entonces Antonio Rodríguez, de 82 años y con problemas de movilidad. Actualmente, es el único habitante de la casa, ya que su sobrino es su cuidador. De esta forma, Santana se ha visto obligado a trasladarlo a la parte superior de la casa, a pesar del riesgo de que sufra un accidente por las escaleras. «Por prescripción de la médica mi tío no debería dormir ahí, pero no tengo otro remedio», apunta Santana, que se encuentra desesperado.
A pesar de interponer varias reclamaciones a lo largo de los años, la empresa de gestión del agua no ha encontrado el origen de la afección. «Hace un mes vino un encargado de Emalsa y me ayudó con el tema de la reclamación, pero ahí sigue», cuenta. Santana no descarta llevar esta situación por la vía judicial, pero entre el trabajo, achicar agua y cuidar a su tío se ha visto desbordado.
Reparaciones
Por su parte, Emalsa asegura que está trabajando en arreglar el incidente desde que les llegó la notificación. «Están buscando el origen de la filtración. Ayer [el martes para el lector] una cuba limpió la tubería por si había algo atascado y hoy [ayer para el lector] una unidad de fugas está trabajando en la reparación», aseguran fuentes de la compañía. Además, el viernes visitarán la casa para valorar si las actuaciones han tenido éxito con el objetivo de encontrar finalmente el origen del problema. Y es que al ser San Nicolás un barrio inminentemente de viviendas de autoconstrucción el entramado de tuberías es más complejo localizar las fugas o roturas.
Santana recuerda que en 2012 repararon las tuberías y mejoraron la canalización después del primer incidente. La alcantarilla, ubicada en la calle Moneda, está justo a la altura de la habitación afectada. «Pusieron una canalización a media caña que quiere decir que el tubo está abierto, por una parte, y así ellos pueden ver si el agua está corriendo más fácilmente, pero también es más sencillo que se desborde», comenta Santana.
Mientras, la situación dentro del hogar es difícil, ya que el olor es fuerte, las paredes tienen un rastro negro de humedad y suciedad y Santana debe estar horas recogiendo el agua y secando el suelo durante, al menos, los cinco días que dura cada filtración. «Yo tengo unos zapatos viejos que utilizo para esto y el agua me tapa la suela», afirma. Con un cubo y una pala de barrer recoge el agua todos los días durante horas y estima que saca aproximadamente seis cubos al día.
Santana intenta que su tío no entre en la habitación para evitar posibles resbalones, sin embargo, cuando tiene que viajar por trabajo Rodríguez se queda solo. «Una vez me fui y justo pasó intenté que Emalsa enviara una cuadrilla para que le ayudaran, pero me dijeron que ellos no realizan ese tipo de servicios», apunta.
Santana se encuentra impotente ante el problema: «Mi tío bajo su ignorancia me dice que no viene nadie que vaya a la policía, al juzgado y claro, a mí me da impotencia porque él me pide ayuda y yo hago lo que puedo». Por ahora, los pósits con los números de los operarios siguen ocupando la cómoda del pasillo ante cualquier nueva fuga.
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