El 90 por ciento de las personas con trastorno del espectro autista (TEA) padecen de hiperacusia, una hipersensibilidad auditiva debida a su alta sensibilidad y al funcionamiento de su cerebro, que es bastante distinto al del resto de las personas, lo que les hace más sensibles a todo lo que perciben. «Tienen una gran sensibilidad en la entrada auditiva, por tanto, los ruidos de alto impacto les pueden desencadenar crisis, miedo, convulsiones, autolesiones y pérdida de la noción del tiempo», dice Sandra Blanco, presidenta de la Asociación TEA Langreo.
García juzga «muy acertada» la decisión de la asociación de vecinos de Langreo Centro de no tirar voladores ni lanzar fuegos artificiales durante las fiestas del barrio, a principios de octubre. Sandra Blanco explica que con la eliminación de esa contaminación acústica «muchas personas y animales no sufrirán el impacto innecesario de una situación que se puede evitar y que puede provocar tanto malestar».
«Poco a poco, con éstos gestos, se conciencia a toda la población de que hay un lugar para todos, siempre y cuando las decisiones se tomen desde el respeto», defiende Blanco, que explica que muchas familias utilizan cascos «que puedan disminuir el ruido ambiental y que puedan actuar como protección auditiva, incluso en la vida cotidiana cuando se esté en lugares concurridos».
La presidenta de la Asociación TEA Langreo aplaude que en las fiestas de Langreo Centro no haya voladores ni fuegos artificiales, y recuerda que en otras celebraciones en concejos cercanos «se decidió dejar las atracciones sin música y sin luces durante una hora para que pudiesen subir los niños con trastornos del espectro autista».
«A nuestros hijos les encantan las atracciones pero las luces y el ruido les pueden provocar crisis», subraya Blanco.
Perros que salen corriendo
Los animales, especialmente los perros, también pueden sufrir mucho con los voladores y los fuegos de artificio. Paulino Fernández, responsable de la empresa Dog Harmony, que gestiona el albergue de animales de Langreo, sabe que «cada vez que se lanzan voladores o fuegos artificiales, recogemos cuatro o cinco perros». Fernández detalla paso a paso lo que ocurre: «En cuanto se produce la explosión, el miedo anula el sistema cognitivo del perro, que sale corriendo y puede provocar un accidente o morder a alguien. El perro se pierde, alguien lo encuentra y llama a la Policía, que nos llama a nosotros para que vayamos a recogerlo». El problema se agrava si el animal no tiene chip y no se puede localizar al propietario.
Además, añade el experto, «aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, hay personas que utilizan esos días de fiesta, con voladores o fuegos para abandonar a sus perros».
Paulino Fernández explica que las detonaciones afectan a otros animales, caso de las aves, que se pueden desorientar, o los gatos, aunque estos últimos «tienen como mecanismo de autodefensa el esconderse, no hacen como los perros, que salen corriendo».
La eliminación de los fuegos artificiales en las fiestas de Langreo Centro no supondrá pérdidas para los negocios hosteleros del concejo. «No es algo que venga a ver la gente de fuera y los de aquí van a salir a tomar algo con fuegos o sin ellos, así que no nos afecta demasiado y si es por el bien de otros, pues mejor», sentencia Marcelino Tamargo, presidente de la Asociación de Comerciantes y Hosteleros de Langreo, Acoivan.
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