«Gato blanco o gato negro da igual. Lo importante es que cace ratones». Fue el proverbio que Felipe González escuchó de los labios del intérprete que le transmitió lo que le decía el timonel chino Deng Xiaoping en Pekín, 1985, y que repitió en numerosas ocasiones. El ministro de Justicia, Félix Bolaños, se siente el gato que cazó a la derecha para conseguir la presidencia del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no para una magistrada neutral y moderada del Supremo como Pilar Teso -sin compromiso con grupo alguno de jueces- sino para una magistrada que, sin ser activista, es afiliada a la asociación Jueces y Juezas para la Democracia, la organización minoritaria entre los jueces españoles a la cual la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura (APM) se juramentó en el pasado en no votar nunca para la presidencia. Es cierto que otro afiliado a dicha asociación, Gonzalo Moliner, fue también presidente del Supremo y del CGPJ, pero se trató de una crisis para cubrir durante año y medio la vacante que dejó el dimitido Carlos Dívar (23 de julio de 2012 al 11 de diciembre de 2013).

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