«Gato blanco o gato negro da igual. Lo importante es que cace ratones». Fue el proverbio que Felipe González escuchó de los labios del intérprete que le transmitió lo que le decía el timonel chino Deng Xiaoping en Pekín, 1985, y que repitió en numerosas ocasiones. El ministro de Justicia, Félix Bolaños, se siente el gato que cazó a la derecha para conseguir la presidencia del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no para una magistrada neutral y moderada del Supremo como Pilar Teso -sin compromiso con grupo alguno de jueces- sino para una magistrada que, sin ser activista, es afiliada a la asociación Jueces y Juezas para la Democracia, la organización minoritaria entre los jueces españoles a la cual la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura (APM) se juramentó en el pasado en no votar nunca para la presidencia. Es cierto que otro afiliado a dicha asociación, Gonzalo Moliner, fue también presidente del Supremo y del CGPJ, pero se trató de una crisis para cubrir durante año y medio la vacante que dejó el dimitido Carlos Dívar (23 de julio de 2012 al 11 de diciembre de 2013).
Si Bolaños ha sido el gato, desde finales de julio de 2025, cuando los vocales progresistas comenzaron a advertir la resistencia del sector conservador al nombramiento de la magistrada Pilar Teso -pactada entre Bolaños primero con Teodoro García Egea y más tarde con Esteban González Pons– la interpretación de la gata ha recaído sobre la exmagistrada de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, Margarita Robles, ministra de Defensa de los gobiernos de Sánchez desde junio de 2018. “Una gata abisinia”, dice una persona muy próxima a ella. ¿Qué es eso? Los abisinios son considerados muy inteligentes y se adaptan muy bien a las actividades de sus familias. Y la familia de Margarita Robles es la judicatura. Y de la que forma parte Isabel Perelló Domènech, la nueva presidenta del CGPJ.
En la comparecencia de la nueva presidenta ante el Pleno del Tribunal Supremo se pudo percibir. La cantidad de ‘selfies’ que Margarita e Isabel se hicieron, las declaraciones de Robles, los posados, todo confirmaba lo que este periódico tituló este miércoles 4 de septiembre, es decir, el papel estelar en la gestación de la presidencia para Perelló.
Fue el fin de semana pasado, cuando este cronista, al olisquear alguno de los nuevos ingredientes que parecían cocerse en el guiso del CGPJ, llamó a Margarita Robles para comentar la situación y el bloqueo creado producto de la identificación de Pilar Teso con Félix Bolaños y Pedro Sánchez. La ministra estaba abocada, precisamente, a las gestiones para atar los cabos.
Entre los vocales progresistas, quien planteó primero el nombre de Perelló fue Carlos Preciado, según ya hemos informado, quien la había entrevistado entre otras candidatas. El otro nombre fue el de la magistrada de la Sala Segunda del Supremo, Susana Polo, Ambos fueron descartados. La terna fue Teso, Ana Ferrer y Ángeles Huet, esta última a propuesta de Preciado.
El papel de Robles
Dichos vocales lo comentaron con Bolaños, quien, a su vez, se lo comentó a Margarita Robles, la “experta” en lo que es el quién es quién en la Sala Tercera del Supremo (y no sólo allí). Robles le dijo que era muy amiga suya, que era una persona de izquierdas de toda la vida y que estaba afiliada a Jueces y Juezas para la Democracia, aunque sin una actividad asociativa muy visible.
La obsesión del sector conservador -no de todos por igual, ya que hubo diferencias- era el varapalo a Bolaños. Es decir, exhibir a través del rechazo a Pilar Teso que lo pactado entre el ministro de Justicia y el PP (Esteban González Pons) era un papel mojado. La estrategia del sector progresista fue la de aproximar el momento de la decisión final lo más cerca posible del acto de apertura del año judicial con el Rey, este jueves 5 de septiembre, con la idea de que el grupo conservador finalmente cedería ante el ridículo que suponía posponer el nombramiento sin participar en la ceremonia. Pero los vocales conservadores, que también temían al ridículo, vieron en Perelló – tras las gestiones de Margarita Robles y otro magistrado conservador a la que Robles solicitó colaboración- la operación de salida. Cegados por la presencia de Teso ingresaron en un terreno inexplorado: proponer a Perelló basándose en la amistad estrecha entre uno de los vocales conservadores y compañero de Perelló en la Sala Tercera, José Antonio Montero. No a todos los vocales de la APM (son siete sobre 10, una posición que nunca han conquistado) les parecía la salida propicia porque por más amistad que tuviera Perelló con José Antonio Montero, es lo cierto que era de Juezas y jueces para la democracia. El enemigo fundamental de la APM dejó de ser a primeros de la semana pasada la asociación progresista, lugar que ocupó Pilar Teso (la enemistad de Montero con Teso estuvo al alcance de todos los vocales en alguno de los plenos celebrados). Perelló, pues, poco a poco, terminó accediendo al número para participar en la tómbola. Y se inventó, ya que ella no era candidata oficial admitida en los plenos -algo que la reforma de la ley Orgánica del Poder Judicial elaborada por Carlos Lesmes en 2013, antes de asumir la presidencia-, una especie de tómbola invitando a los vocales a proponer nuevos candidatos. Sabiendo, eso sí, que la tómbola era para una candidata: la magistrada Isabel Perelló.
Autodenominada de izquierdas
Perelló es afiliada en efecto a la asociación que la APM ha jurado nunca apoyar para la presidencia. Y cierto es que no comulga con la amnistía. Pero se autodenomina de izquierdas y aunque no ha tenido una actividad en Jueces y Juezas para la democracia, ha canalizado sus intereses profesionales – después de actuar nueve años como letrada del Tribunal Constitucional– hacia su labor como presidenta de la Asociación de Letrados del Tribunal Constitucional (ALTC). No es un dato baladí, porque ello indica que las relaciones futuras del Supremo y el CGPJ con el Tribunal Constitucional conocerán una etapa de colaboración cuando en los últimos dos años ha brillado precisamente por lo contrario.
Algo está cambiando, aunque sea por una jugada enceguecida de los vocales conservadores. Cuando ves por la televisión que los 10 vocales progresistas, sin excepción, han prometido en lugar de jurar su cargo en el Palacio de la Zarzuela y los 10 conservadores han jurado, sin excepción, y tienes en cuenta que el presidente del Tribunal Constitucional fue fundador de Jueces y juezas Para la Democracia y miembro de la misma, y la nueva presidenta del Supremo y del CGPJ es mujer y afiliada de Jueces y Juezas para la Democracia.
Es decir: gato negro, gato negro, da igual….
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