Con solo 17 años, Silvia Sánchez tiene más de un millón de suscriptores en YouTube. En su canal se presenta como una chica divertida a la que le encanta bailar, ir de festivales y hacerse fotos. Está a punto de cumplir la mayoría de edad, pero Silvia empezó a mostrar su vida cuando apenas tenía 9 años.

Comenzó a grabarse en casa, bailando, cantando y saltó a la fama cuando se grabó cortándose el pelo por una buena causa… por entonces tenía solo 9 años y consiguió millones de reproducciones. “Se lo dije a mi hermana, le pedí permiso a mis padres y empezamos a grabar”

Con 11 años publicó una canción en la que contestaba a los haters que le insultan por sus redes. Una niña de once años que tiene que leer cómo le llaman tonta o incluso le desean la muerte.

En España existen más de mil canales de YouTube dirigidos al público infantil, donde ellos son los protagonistas, pero también hay padres “influencers” que exponen a sus hijos. 

Algunos incluso hacen negocio desde el embarazo. María Pombo, que tiene más de tres millones de seguidores solo en Instagram, es un ejemplo de cómo mostrar cada aspecto de tu vida a diario, incluyendo, por supuesto, la vida e intimidad de sus hijos pequeños.

En una entrevista, ella llegaba a asegurar que, como enseña cada faceta de su vida de forma natural, no enseñar a sus hijos “genera una necesidad y ganas de saberlo que es hasta peligroso”.

Padres que utilizan a sus hijos para ganar seguidores, firmar contratos con grandes marcas y sobre todo, convertirlos en un producto. Pero, ¿cuál es el daño psicológico que sufren esos niños? Pues, lo creas o no, acarrea muchas consecuencias que nos explica en La Linterna la neuropsicóloga Aurora García Moreno.

Lo cierto es que son miles y miles los influencers que se dedican a diario a exponer cada detalle de su vida, incluyendo, con ello, a sus hijos pequeños. Se nos olvida que, en la mayor parte de los casos, son menores de edad que no tienen ni voz ni voto para estar expuesto ante millones de personas.

Por supuesto, eso supone menoscabar la autoestima y salud mental de estos pequeños, que, conforme crecen, toman conciencia de que detalles de su intimidad han sido desvelados desde muy temprana edad.

“Afecta al desarrollo emociona y social que provoca episodios de ansiedad, estrés, se sienten con muchas presión por esta exposición, resta intimidad y puede afectar a la capacidad de establecer límites. Afecta a la autoestima, tienen que dar siempre una buena imagen” comenzaba explicando la doctora García Moreno.

No solo eso, porque el verse expuestos desde bien pequeños provoca que tengan relaciones sociales disfuncionales, ya que “de algún modo quita tiempo de interactuar con sus iguales, y dificultad para distinguir la realidad de la ficción” explicaba.

“Como suelen identificarse con esa imagen que han mostrado de pequeños, afectará a su autoconcepto, al tener una imagen idealizada, no pueden separar una vida privada en su vida adulta, están acostumbrados al éxito y llega un momento que no les satisface nada” seguía diciendo.

Por cierto, que, conforme van creciendo, pueden llegar a desarrollar una personalidad narcisista difícil de superar. “Adquieren un sentimiento de pérdida porque la popularidad e ingresos se han acabado, y desarrollan rasgos de personalidad narcisista” expresaba.

Y aparte de las consecuencias nefastas que dejan en los pequeños expuestos, ¿qué riesgos reales puede tener esta sobreexposición?

Hemos escuchado en muchas ocasiones eso de que mostrar cada aspecto de tu vida privada en redes sociales puede ser contraproducente. Entre otras cosas, porque personas que estén al otro lado de la pantalla con malas intenciones, pueden aprovecharse de esas vulnerabilidades.

Un caso en concreto es el de esos influencers que avisan cuándo se van de vacaciones y han dejado pistas del lugar en el que viven. Esto, por supuesto, se lo pone en bandeja a los ladrones, como ocurrió este verano a Alice Campello y Álvaro Morata.

Pues bien, exponiendo a los menores pasa más de lo mismo. Y es que esta sobreexposición tiene un muy alto riesgo.

“Cuando se expone a estos niños se les expone a riesgos durante su desarrollo, no van al colegio a veces todo lo que deben acudir porque por horarios es incompatible, supone un riesgo para el menor por esas imágenes que pueden ser manipuladas y ser material para pedófilos” decía.

Y en esa línea, asegura que, cuando crezcan, el hecho de no haber recibido mucha formación por cumplir con horarios de influencer les resta posibilidades para un empleo en el futuro.

Por eso, avisa a los padres que, aunque no sean influencers, quieren enseñar a sus hijos, de los riesgos que tiene. “Cómo nos comportemos, interferirá en el desarrollo de los hijos, somos el recurso de nuestros hijos y referentes. Hay que crear un vínculo afectivo importante, promover la comunicación abierta y de afecto, que sientan que se les acepta, que importan, y que tienen a quién recurrir” decía.

“El impacto de seguidores influye en su estado de ánimo, en el desarrollo del pensamiento crítico respecto a lo que ven y se comparan y se sienten alejados de una vida perfecta que ellos no tienen, generando ansiedad y frustración” apostillaba.

Por eso, pide a los padres mucha cautela para evitar que afecte a su autoestima y pide que se les explique qué es real y qué no, dando ejemplo al no abusar de las redes sociales.

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