La letalidad de la ruta atlántica de los migrantes, algunos cayucos han aparecido al otro lado del planeta. Hace unos meses uno de ellos fue localizado en la costa de República Dominicana. En su interior solo quedaban esqueletos y documentos que mostraban que sus ocupantes eran africanos y tenían el objetivo de llegar a Canarias. 

Durante este viaje, los más desafortunados fueron arrojados por la borda, otros subieron los peldaños del muelle y se desplomaron. El cuerpo de algunos de ellos incluso han sido descubiertos en los fondos de los cayucos mientras los operarios se disponían a su desguace. Y entonces, tras las medidas sanitarias pertinentes, son enterrados en el cementerio.

Cementerio del Pinar, en El Hierro

Así, Expósito se ha trasladado esta semana al cementerio del Pinar, a unos 10 kilómetros de la Restinga, en El Hierro. Es un lugar apartado y muy tranquilo que se ubica al final de una cuesta que se dirige al pueblo. Justo en frente el inmenso océano Atlántico. En la puerta el director de La Linterna, Ángel Expósito, se encuentra con Guasimara. Ella, junto a su marido, son los agentes funerarios de este recogido cementerio desde 2011, como cuenta en COPE: “Esto hay que tomar cartas en el asunto, porque se está desbordando, la prueba está en los nichos que quedan. Si viene una oleada con un par de ellos más, es imposible”.

Un mensaje de Whatsapp desde Huelva

Están desbordados y no hay nichos suficientes para todos. La situación es preocupante en un cementerio en el que el color blanco predomina y destaca por encima del negro volcánico propio de las colinas de esta isla. Allí hay nichos de los fallecidos más recientes. “Me fijo en las placas y me llama la atención una de ellas. Es muy simple. En ella pone Aissatou Camara, Z8, 7 de julio de este mismo año”, cuenta el comunicador de COPE.

Por su parte, Guasimira explica que “era una chica de 26 años que procedía de Gambia y, justo en el momento que falleció, venía con una niña de 8 años”. Otras lápidas, directamente, no tienen nombre: “El 152 es el número de patera, y el 175 es el cuerpo según lo sacan. Igual venían 200 en la patera”, comenta Expósito. “Cada uno de los que está ahí tiene su vida detrás y empiezas a pensar a pensar, al final te vas acostumbrando, porque si no, no vives”, reconoce la agente funeraria.

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