La música y la poesía son dos formas de arte que a lo largo de los años se han ido interrelacionando creando obras memorables. En los últimos años, hemos visto en España a numerosos raperos mantener una estrecha relación con este mundo publicando libros dedicados estrictamente al verso. Artistas como Joan Manuel Serrat han ido intercalando en su extensa y exitosa discografía poemas de grandes maestros de la talla de Rafael Alberti o Antonio Machado a los que ha puesto música.

Aun así, ambas disciplinas siguen estando diferenciadas, sobre todo si tenemos en cuenta el núcleo de cada uno de ellos. Por un lado, el foco de la poesía se encuentra intrínseco en la fuerza del uso de las palabras, mientras que, en el caso de la música, aunque la mayoría de las canciones tengan también letra, lo está en el sonido y las emociones que este puede evocar.

Una nueva forma de escribir dentro de la música popular

Y si hablamos de música y poesía, es imposible no mencionar a The Smiths, que pese a su corta trayectoria (1985-1987) marcaron un antes y después en la forma de componer música popular. Tras unos años 70 marcados por la oscuridad de la escena post-punk, con bandas como Joy Division a la cabeza, los años 80, sin embargo, venían marcados por los sintetizadores de Depeche Mode, que arrojaron luz sobre la oscuridad que les precedía.

Entre este claroscuro surgían en Manchester The Smiths, con Johnny Marr y Morrissey al frente de la banda. Morrissey es considerado uno de los mejores letristas de la historia. Durante sus años de juventud fue un grandísimo apasionado de la literatura inglesa, sobre todo los autores victorianos como Oscar Wilde. Este amplio bagaje literario le permitió desarrollar una manera de escribir líricamente perfecta y totalmente rompedora en la época. El inglés consigue concentrar en canciones de tres minutos historias, metáforas y poesía creando así, pequeños frascos de auténtica literatura.


La forma en la que trabajaban sus canciones era simple, adaptar la infinidad de poemas que Morrissey escribía a las peculiares líneas de guitarra de Marr, que en ocasiones chocaban totalmente con las temáticas que el cantante trataba. A lo largo de su carrera nos han dejado canciones líricamente barrocas y son claros ejemplos de la virtuosidad de Morrissey como letrista. Pero un claro ejemplo del grado de dramatismo y poética que puede alcanzar estas composiciones es el estribillo de una de sus canciones más conocidas “There is a Light That Never Goes Out”, cuya temática no puede ser más banal: salir de fiesta.

Función reivindicativa y social

Uno de los puntos comunes que han cumplido durante la historia tanto la música, como la poesía es la función social y reivindicativa. Si en el mundo de la poesía tenemos referentes como Federico García Lorca, que plasmaba en sus versos los dramas e inmundicias de la Guerra Civil o Audre Lorde, siendo una de las poetisas feministas más destacadas, en la música, también hay casos con los mismos cometidos.

Más adelante llegan los 90 y el movimiento Hip-Hop. Si en un principio el contenido lírico de sus canciones, en su mayoría, se resumía en trabalenguas y rimas divertidas sobre ritmos locos sin ningún tipo de trasfondo. A mediados de los 80, grupos como N.W.A. comenzaron a utilizar sus letras como armas para combatir la desigualdad racial, pero sería la irrupción de Tupac Shakur la que cambiaría toda la cultura Rap de rumbo.

La gran mayoría de la familia de Tupac formaba parte de las Panteras Negras, por lo que su implicación con las luchas sociales le venía en la sangre. El rapero neoyorquino ya partía de un punto diferente del resto de artistas del Rap. Además, Tupac había estudiado arte y poesía, lo que le permitió escribir con una pulcritud, que no era habitual en la escena.

Aunque, a día de hoy, se le recuerda más por todos los enigmas alrededor de su muerte y podemos encontrar su cara en innumerables tiendas de fast-fashion, su legado artístico es innegable. A nivel poético, lírico y reivindicativo en contra de la discriminación racial encontramos en él una de las figuras más importantes del género.

Tupac plasmó en su música historias dignas de cualquier obra literaria, con inicio, desenlace y final, como el desolador relato que cuenta en “Brenda´s Got a Baby”. Esta canción narra el drama de una niña que quedaba embarazada a los 12 años que huye de casa y acaba muriendo teniendo un trágico final. La manera de escribir de Pac, significó para el Rap en Estados Unidos, en cierto modo, lo mismo que la lírica Morrissey al Pop inglés. Otra de las luchas en las que estuvo implicado fue la del feminismo. En el año 1993 publicaría su álbum “Strictly 4 My N.I.G.G.A.Z.” y en él, la canción “Keep Ya Head Up”.

España, feminismo y Gata Cattana

Ana Isabel García Llorente, más conocida como Gata Cattana, fue una rapera, politóloga y poetisa que, durante sus 25 años de vida, dejó una huella imborrable en el panorama Rap en España. Grabó cuatro discos, aunque solo tres de ellos fueron lanzados en vida. Su último álbum, lanzado póstumamente, “Banzai” (2017), es una joya que siempre quedará en los anales del Rap hispano. En el año 2016 publicó un poemario titulado “La escala de Mohs” en la que trata temas relativos al feminismo, la mitología o la crítica social. 

La artista Gata Cattana dando un concierto. Facebook


De la misma manera, estas cuestiones eran recurrentes en sus canciones, con las que conseguía adaptar innumerables referencias mitológicas y hacerlas suyas, adaptándolas a las batallas con las que las mujeres tienen que lidiar día a día. Un gran ejemplo de los dotes poéticos de Gata Cattana es su estremecedor poema «Como aman los pobres».

Por más que cantantes como Joaquín Sabina se empeñen en que el Rap es una “maléfica influencia” y “poesía de analfabetos para analfabetos”, queda claro que no es así. Y que cuando la música y la poesía se dan la mano, lo mejor es disfrutar del resultado de esta unión.

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