A partir de los primeros tomates introducidos en España en el siglo XVI, fueron originándose las distintas variedades locales o tradicionales que hoy conocemos. El proceso continuo de evolución basado en la selección y adaptación durante cientos de años por parte de los agricultores en la diversidad de condiciones agroclimáticas de la península ibérica posibilitó la generación de gran número de variedades locales de tomate.

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