En la noche del sábado, la afición de Mestalla demostró que está dispuesta a ser el apoyo que necesita el Valencia de Rubén Baraja. Después de la derrota en San Mamés, cuando quedaban unas horas para el final del mercado, uno de los pilares del equipo, Hugo Duro, lanzó este enigmático SOS: «No es momento de reprocharnos nada. Somos nosotros los que lo tenemos que sacar. No va a venir nadie de fuera para ayudarnos». Ni de fuera ni de Singapur, donde reside el máximo accionista, dos días más tarde la ayuda al equipo llegó en casa.
Los cerca de 44000 valencianistas reunidos en el coliseo de la Avenida de Suècia con motivo del partido contra el Villarreal, correspondiente a la cuarta jornada, fueron una única voz que dio un paso al frente en comparación a lo visto en la primera cita de la Liga frente al Barcelona. Mestalla, sabedor de la dificultad en la que se encuentra el Valencia CF avanzó en dos direcciones. Angustiada por la posición de colista y la ausencia de inversión en fichajes que refuercen ampliamente la plantilla, la hinchada decidió tomar el testigo en el único escenario en el que puede revertirse el destino tanto del equipo como de la entidad.
Desde la derrota a manos del Barça actual líder del torneo, mientras los pupilos del ‘Pipo’ cayeron sin el calor del hogar en Vigo y Bilbao, la indignación y el temor de los seguidores aumentaron proporcionalmente con el cero de nueve puntos en el casillero, la caída al abismo de la tabla y un final de mercado decepcionante. Entretanto, poco después de la pésima imagen dada en Balaídos, las palabras de Mario Alberto Kempes, leyenda absoluta del valencianismo, habían ya disparado las alarmas. El ‘Matador’ pidió a Peter Lim que «dé un paso al lado y ceda el control del Valencia». Además, el argentino de 70 años recordó a todos los que quieren y sienten el Valencia que «no podemos permitir que la grandeza de este club se pierda en la mediocridad». «El Valencia es un símbolo de orgullo para los seguidores y todos aquellos que le queremos», añadió el histórico delantero centro de finales de los 70.
Cosechadas tres derrotas consecutivas, la crítica del público subió en decibelios y duración durante el desarrollo del Valencia-Villarreal. El «Peter, vete ya» más intenso de la noche llegó cinco minutos después del tradicional ya en el minuto 19. De manera significativa, la crítica se propagó los momentos de celebración. Justo después del gol con el que Hugo Duro adelantó al Valencia y tras la expulsión del centrocampista rival Pape Gueye en el minuto 68. Hechos, como los cánticos contra la gestión de Meriton y sus representantes, que manifiestan un cambio, una activación mayor con el mercado de fondo que la de veces pasadas. El público de Mestalla empujó haciendo compatibles en día de partido las dos direcciones: las críticas contra los dirigentes en el palco y los ánimos al equipo de Baraja.
Asimismo, el grupo de jugadores sabe perfectamente que necesita de la grada. Las cámaras de televisión captaron en los instantes previos al inicio del encuentro la arenga del capitán, José Gayà, en el vestuario. «Por Mestalla pasa la temporada. ¡Esto tiene que ser un puto fortín!», dijo vestido de calle el lateral zurdo, al que se le espera para el próximo octubre. En la segunda mitad, con el equipo volcado contra la portería de Diego Conde, hombres como Pepelu, Duro, Canós o Foulquier se dirigieron directamente a los hinchas reclamando su ánimo. Precisamente, el mediocampista de Dénia, capitán de nuevo cuño, agradeció el calor de la afición en Instagram: «Increíble, Mestalla. La única forma de salir de esta situación es dándolo todo como hoy».
Todos los futbolistas saben, como dijo Mamardashvili, que «va a ser un año muy duro» y Mestalla será decisivo. El meta conoce de lo que es capaz la afición del Valencia, clave también en su crecimiento y en su decisión de seguir aquí un año cedido. «Vuestro apoyo incondicional ha sido una fuente constante de motivación».