Era un formato que nos volvéis a decir año tras año. Es un programa del que la gente nos habla y que tenía todo el sentido del mundo volver a estar. Por tanto, cuando se produjo esa llamada fue un subidón y me pareció una consecución lógica que eso fuese así. Hacer un programa como este es un regalo, al igual que otros que he hecho y algunos que no me han gustado, pero hay varios que te llaman para hacerlo y no puedes negarlo.
Es verdad, que en ese momento, estaba haciendo otros proyectos con otros grupos audiovisuales y había otras propuestas, pero Mediaset es un grupo en el que no había estado en los últimos años, pero anteriormente yo había vivido momentos muy especiales. En esta nueva etapa tengo un vínculo muy sano con Mediaset y en el que siento que se pueden hacer cosas chulas, diferentes y explorar territorios nuevos y está muy bien.
¿No crees que este es el tipo de programa que nunca debió de dejar de emitirse por su buen rendimiento?
Me encantaría ser programadora de televisión porque como ahora tengo una productora… Si además fuese programadora sabría exactamente lo que necesita cada canal y no pararía de producir y seríaMOS como Disney en Los Ángeles. No soy programadora, pero, al margen de todo esto, yo creo que ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’ no tendría que haber salido de la parrilla en ese momento. Quizá cuando veías un asfixie o un agotamiento por parte del formato se podría haber dejado descansar un ratito, no siete años. Fueron decisiones que en ese momento se tomaron.
Cuando uno vive en el pasado y en el recuerdo, vive en la frustración. Y cuando vive en el futuro, vive en la anticipación y por tanto en la ansiedad. Vivamos hoy que estamos presentando ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’ que es, para mí, la mejor edición de todas las que hemos hecho.
¿Por qué es la mejor edición de todas?
Habiendo hecho ediciones donde yo me he reído muchísimo, con personajes espectaculares y relaciones maternofiliales mágicas, si que es verdad, que cuando yo lo veía, había momentos en los que me comportaba de determinada manera que es ser muy perfeccionista. Cuando hacías el visionado del programa había momentos valle. En esos momentos te entra ese temor de pueden darle al mando o decidir dormirse porque acaba a una hora que este momento valle no lo van a superar. No hay un momento valle en esta edición. He comenzado esta mañana el capítulo seis y todo el tiempo está capturando tu atención. Luego, hay personajes históricos del programa como Leti o Andrea. Son personajes que son fáciles de sacar la punta porque son tan extraordinariamente distintos que hacen que sea muy sencillo.
Aquí vamos a tener unos candidatos y candidatas que van mostrando su personalidad y vas viendo y deseando el comentario de esa persona. Van perfilando las personalidades de todos los que van avanzando en la trama, que estás muy enganchado. Luego, en cada pasaje, vuelvo a lo mismo, está cargado de elementos que no has descubierto. Yo me he portado mal y me mandan el capítulo que solo puedo ver yo, pero que han visto otras personas. Cuando te sientas ves esa persona ve cosas que tú no has visto y viceversa. En su momento era un programa de verlo comentando mucho y va a volver a ser así. Cuando he hecho este experimento en los últimos meses me encuentro que esos invitados se fijan en cosas con las que, efectivamente, me vuelvo a reír y vuelvo a alucinar con el nivel de perfección que tiene la gente de edición, pero que yo no había visto. Es brillante el equipo de Warner.
¿En qué momento conoces a los pretendientes del programa?
A nosotros siempre nos van contando. La relación con Mediaset es fluida y no te esconden nada. Antes de grabar tu ya has visto videos de presentación y durante la grabación yo estoy mucho con ellos. Cuando tu vas a trabajar con alguien que no está rodado en un universo como la televisión, que se va a ver superado en un momento determinado por distintas situaciones, tienes que intentar darle mucha seguridad, mucha confianza y que esté bien. Para eso tiene que haber un vínculo entre nosotros. No puede ser que tu estés en tu camerino con tu madre y tú en el tuyo con tus cosas. Tenemos que habernos sentido, tocado, hablado, ver nuestras energías y encontrar el pentagrama. En los primeros días de grabación ya entramos en comunión todos.
¿Has notado el paso del tiempo entre el último ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’ y este de 2024?
La manera de enfrentarse a la tele de los concursantes no ha cambiado, sin embargo, cómo se liga… Es un gran aprendizaje para mí. Tengo una niña de nueve años. Hay que seguir haciendo ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’. Tenemos una labor social de seguir haciendo el programa año tras año para que cuando mi hija Miranda llegué a los 15 años, y empiece a hablarme de amoríos, yo ya esté muy entrenada por mis concursantes. Tiene que llegar hasta la pubertad de Miranda como mínimo.
¿Resulta complicado encontrar gente auténtica para el programa?
Aquí hay dos cosas bien claras. La madre, por mucho que quiera interpretar, en el momento en que ve a su hijo haciendo algo que no le gusta, un momento de peligro, alguien que se pueda estar aprovechando de él o criticándolo , olvídate es madre y no es personaje. En el caso de ellos, estamos hablando de algo tan importante como el amor, los sentimientos y las emociones en un entorno que te invita todo el tiempo a eso. Yo siempre digo que si los concursantes de ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’ tuvieran esas habilidades, olvidate de Penélope Cruz o Nicole Kidman porque aquí está Mediaset y Warner para ofrecerles los mejores actores de la historia del cine mundial.
¿Cómo valoras la relación actual que mantienes con Mediaset?
A mí me gustaría saber tantas cosas sobre lo que Mediaset va a hacer en un futuro, pero ni soy futuróloga, ni madre de ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’, ni estoy a ese nivel de decisiones de Mediaset como para saber el rumbo que quieren tomar. Podemos hacer lecturas sobre lo que está ocurriendo ahora. En este momento, Cuatro está cogiendo mucho oxígeno y escuchas la percepción de la gente respecto al canal y está volviendo a ser, de alguna manera, este canal que siempre nos planteaba grandes retos porque era moderno, vanguardista, diferente, transgresor o novedoso volviendo a marcas que son históricas de la tele, como es el caso de ‘Callejeros’, que ha vuelto y tiene un seguimiento muy bueno.
¿A qué se debe que todos los formatos del pasado estén triunfando tanto?
Ahí estamos siendo absolutistas y no existen las verdades absolutas. No es verdad que todo lo que está volviendo de antes está triunfando. Hay algunas cosas, que están volviendo, que en otros tiempos se hicieron, y están teniendo éxito. Se está volviendo a traer formatos que no lo están teniendo. Podemos hablar de alguna que hice yo. Vuelven otros formatos y no tienen éxito y otros vuelven y sí. No es verdad que Telecinco y Mediaset se ha anclado en la nostalgia porque hace cosas muy novedosas. Vuelve al pasado al igual que otros grupos audiovisuales que también vuelven al pasado o una plataforma como Netflix que hace un documental sobre el caso Malaya. Los que vuelven y tienen éxito yo creo que es porque son actuales. Esto es como el ser humano. Yo tengo una amiga de 83 años, Josefina, que es muy actual y es una mujer de hoy. Para mí, mi relación con ella es tan fresca como la que pueda tener con una amiga de 45 años y con mi amiga, Yaiza, de 30 años, su relación es tan fresca como la que tiene con gente de 25 años porque depende de la esencia de ese ser humano o de ese formato. Hay formatos con esencia fresca y que por mucho que pase el tiempo, van a estar ahí. ¿Qué tiene ‘El Grand Prix’? Tradición, es un formato popular. Eso no va a cambiar, y dentro de 20 años va a seguir ahí, y el amor. ¿La sociedad del siglo XXI no se enamora? A no ser que seas yo que no lo encuentro. La gente se enamora, se casa o no se casa y tiene hijos. Los sentimientos y las emociones van a ser actuales siempre.