Llegados ya al mes de septiembre, con él se aproxima el fin del verano, de los días eternos de ocio, de los planes de playa y piscina, de los viajes, del tiempo libre… A la vuelta de la esquina, los ecos del inicio de un nuevo curso escolar, la vuelta al trabajo, el estrés del día a día, el viaje de regreso a la normalidad que se puede hacer cuesta arriba… ¿O no? Porque volver a la rutina puede ser más llevadero si se asume como una oportunidad de crecimiento mediante el establecimiento de nuevas metas y objetivos.
“Muchas personas afrontan este mes como si empezase un año nuevo pues es un período de cambios y de inicio de curso escolar, con retos y nuevas metas a las que enfrentarse”, apunta Ainoa Míguez, pedagoga especializada en psicología educativa, que sostiene que “enfrentarse a la inevitable realidad de volver a las responsabilidades diarias puede ser complejo, de hecho existe lo que conocemos como ‘estrés postvacacional’, llegando a suponer este período como un verdadero desafío emocional y psicológico para muchas personas”. “Este tipo de estrés”, prosigue, “se trata de una respuesta natural a la transición abrupta de un período de descanso y ocio a las demandas habituales de la vida diaria”.
En este sentido, desde Desaprendiendo para Aprender (DPA) subrayan la necesidad de que los padres manejen sus emociones de manera saludable para no trasladar esa carga emocional a sus hijos. Mada Guzmán, cofundadora de DPA, destaca la importancia de la “escucha activa sobre cómo es su jornada, así como sus sentimientos; además, es crucial tener rutinas suaves que sirvan para adentrarnos de lleno en la vorágine del año escolar que comprendan actividades de ocio para que los pequeños y mayores se relajen”.
Además, José Ramón Fernández, cofundador de DPA, asegura que “los padres deben recordar que son el modelo a seguir para sus hijos”: “Manejar nuestras emociones de manera saludable no solo nos beneficia a nosotros, sino que también les enseña a nuestros hijos habilidades cruciales para su propio bienestar emocional.”
“Necesitamos una rutina durante todo el año, aunque en verano se adapten”
“La actitud positiva ante el retorno a la rutina laboral puede enseñar a los niños importantes lecciones sobre la responsabilidad y la importancia de mantener una mentalidad positiva ante los nuevos desafíos”, constata Ainoa Míguez, consciente de que “afrontar el regreso al trabajo puede volverse más complicado cuando los niños tienen tiempo libre, generando un estrés adicional en los adultos, lo que hace que mantener una actitud positiva sea más desafiante”.
En este caso, puede funcionar realizar una “escucha activa, ya que los niños necesitan sentirse escuchados y comprendidos, y estar disponible para hablar sobre sus preocupaciones es fundamental”. También puede ayudar “buscar ayuda profesional si es necesario, en casos de estrés severo, ansiedad o problemas de autoestima…”, y se antoja necesario “crear una red de apoyo en casa, ya que un ambiente familiar seguro proporciona la confianza necesaria para que los niños enfrenten los desafíos escolares”. Ainoa Míguez añade que “los profesionales del departamento de orientación de los centros educativos también pueden prestar el apoyo y acompañamiento necesario”.
“Septiembre es una etapa estupenda para establecer metas a largo plazo y pequeños objetivos que nos ayuden a ir llegando poquito a poco. Es muy importante tener en cuenta que estos objetivos deben ser lo más realistas y objetivos posible, ajustando nuestras expectativas para luego no caer en falsas promesas. Además, estos han de ser progresivos para conseguir mantenerlos en el tiempo”, valora la pedagoga.
“Lo ideal es retomar las rutinas de forma gradual, pero no siempre es posible”
“No hay fórmulas mágicas, pero lo que hay que hacer es poner en práctica algunas rutinas para afrontar el regreso de la mejor forma”, indica Rocío Álvarez, directora de Escuela de Emociones, maestra y terapeuta. “Lo más importante es la adaptación a las rutinas y los horarios, que es lo más complicado para las familias”, expone. “Durante el verano hay un descontrol de horarios, nos acostamos y levantamos más tarde, comemos a horas a las que normalmente no lo hacemos… Y es necesario concienciarse con esta parte de volver a las rutinas”, prosigue.
Porque, de cara a encarar el inicio de curso, es necesario un período de adaptación, iniciándolo antes del regreso a las clases, para volver a retomar los horarios de sueño y de comidas. “Lo ideal sería empezar unas semanas antes e ir cada día restando cinco o diez minutos a la hora de irse a dormir. Es decir, si se tiene que acostar a las 21.00 horas y en verano está yendo para la cama a las 22.30 o a las 23.00, ir cada día quitando diez minutos… No hay que hacerlo de golpe, porque así para el cuerpo es mucho más fácil ir adaptándolo a la hora de irse a dormir, o a comer”, explica.
“En las escuelas de familias, en las últimas sesiones, cuando ya estamos en mayo o junio, siempre comento esta cuestión: que en las últimas semanas de agosto empieza ese periodo de adaptación, para que cuando arranque el cole ya estén adaptadas las rutinas de alimentación y sueño, que son las dos cosas más importantes”. “Así, cuando llega la semana del cole va a ser todo mucho más fácil, porque es más fácil ir quitando poco a poco cinco o diez minutos que dos horas de golpe”, sostiene.
«Las rutinas son muy importantes en los niños en las edades tempranas”
Cuando se trata de niños más pequeños (entre 0 y 4 años), Rocío Álvarez resalta la importancia de mantener las rutinas en alimentación y sueño, ya sea verano o no. “Los desajustes que generan en el cuerpo los cambios de rutinas en estos niños tienen un impacto mayor que cuando los niños son más mayores. Las rutinas son muy importantes en los niños en las edades tempranas”, insiste.
De hecho, algunos expertos sugieren la necesidad de mantenerlas en verano también. “Soy de las que considera que necesitamos una rutina durante todas las épocas del año, aunque estemos de vacaciones”, dice la pedagoga Ainoa Míguez. “Eso sí, las rutinas pueden y deben adaptarse, no se trata de algo que deba ser rígido. Las vacaciones son un tiempo de merecido descanso para todos, y debemos disfrutar de ellas dejando atrás las prisas y el estrés que nos acompañan en el día a día durante el curso escolar. Por lo tanto, es importante que, aunque no sigamos con rigidez los horarios, tengamos un orden en nuestro día a día para evitar el descontrol. Además, el verano es un período muy óptimo en el que podemos pararnos a enseñarles tareas del hogar adaptadas según la edad, pasar tiempo de calidad, fomentar el hábito por la lectura… Aunque en verano los horarios se alteren, pueden seguir teniendo pequeñas responsabilidades que asumir”, subraya.
“Lo ideal sería que los adultos retomasen las rutinas también de forma gradual, pero esto no siempre es posible”, sostiene Rocío Álvarez. Durante es período también hay niños que, por ejemplo, acuden a campamentos. “En este caso las rutinas están mucho más establecidas porque se siguen levantando temprano, suelen comer a una hora más temprana, no se acuestan demasiado tarde porque al día siguiente se tienen que levantar temprano… Esto, dentro de lo que cabe, ayuda a la rutina, pero tiene el contrapunto de que no rompen nunca el tema de la disciplina y la responsabilidad”, indica. “Esto es muy importante, igual que para nosotros con el trabajo, necesitamos un tiempo de fluir, de no tener horarios… Esta desconexión también es importante para ellos, aunque a veces sea complicado por el tema de la conciliación”.
Otro aspecto importante es el de “involucrar a los niños en la preparación de la vuelta al cole”. “Es interesante hacerles partícipes de toda la preparación de todo el tema de uniforme si lo hay, de la compra de libros y material, de ordenar el escritorio…”, enumera la directora de Escuela de Emociones.
Otro elemento al que debemos prestar atención es a los mensajes que transmitimos con la llegada de la rutina; no deben ser negativos, del estilo de “se nos acabó lo bueno…”, expone Ainoa Míguez. “Una asociación positiva es fundamental, esto es, trasmitir que, aunque el verano es muy divertido, la vuelta a la rutina también tiene multitud de cosas positivas como, por ejemplo, reencontrarse con los compañeros de clase”.
“No hay que intentar montar fantasías que no se ajusten a la realidad o les creen falsas expectativas»
En este punto, Rocío Álvarez puntualiza que “hay que ser realistas” con estos mensajes. “No siempre lo va a pasar genial, habrá días que vaya a trabajar, o donde no consiga entender un ejercicio… Pero hablar de esto de una manera en la que sepan qué va a pasar es importante, sobre todo en niños que afrontan cambios como el paso a Primaria, por ejemplo”, indica. “No hay que intentar montar fantasías que no se ajusten a la realidad o les creen falsas expectativas. Hay cosas que son estupendas y otras que requieren más sacrificio y hay que tenerlo en cuenta todo”, insiste.
En el caso de niños que tengan más dependencia o apego, puede ayudarles en los primeros días “darle algo que le recuerde a mamá o a papá, como una pulsera de su madre, o un dibujo en la mano que le haga su madre”, dice Rocío Álvarez. “Después de un verano con sus padres, sobre todo en el caso de niños más pequeños, pueden hacérseles muy largas esas cinco horas que están en el colegio. Estos pequeños detalles pueden ayudar, principalmente los primeros días”. Validar sus emociones ante el regreso al colegio es de vital importancia: “Hay que normalizar estos procesos y no ignorar si están nerviosos o agobiados ante este retorno; hay que hablar del tema, saber qué les asusta y poder ofrecer soluciones porque para ellos es un momento importante”.
“Todo esto son pautas generales, después tienes que pensar en tu vida, en tu casa, en la rutina que tienes de trabajo y en cómo son tus hijos para adaptar todo esto a tu vida de la mejor manera posible. No hay una manera única, hay muchas maneras de llegar al mismo sitio”.
La mala ergonomía de los pupitres provoca “estrés visual” a los estudiantes
Una postura incorrecta de lectura y escritura reduce el rendimiento escolar y puede causar la aparición de miopía
Con el regreso de las aulas a la vuelta de la esquina, el Colexio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia cree necesario que los alumnos se sometan a un examen visual previo, sobre todo a partir de los seis años. Se podrán detectar problemas de visión comunes como la miopía, hipermetropía, astigmatismo u ojo vago y también evaluar la comprensión lectora. “Lo más recomendable es acudir a la consulta del óptico optometrista al menos una vez al año, y más ahora al comienzo del curso escolar”, destaca la presidenta del Colexio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia, Esther Amaro.
Además, los padres y profesores deben estar atentos a una serie de síntomas que suelen indicar la existencia de problemas visuales en los más pequeños, como fruncir el ceño, guiñar los ojos, irritación, dolores de cabeza, tropezar con facilidad, torcer un ojo, cometer errores al copiar palabras o números de la pizarra, acercarse demasiado para leer un libro o manejar el ordenador o la tablet, baja comprensión de la lectura o fotofobia (exceso de sensibilidad a la luz).
En las aulas, la mayoría de los estímulos visuales que tienen los alumnos son en visión próxima, algo que obliga al sistema visual a realizar un esfuerzo para obtener una visión nítida. Para evitarlo, las ventanas deben ser amplias para permitir que todos los alumnos del aula puedan mirar por ellas, además de proporcionar luz natural que en algunos casos puede provocar deslumbramientos y sombras, por lo que es necesario el uso de sistemas de filtrado de luz para cuando sea excesiva; también se deben distribuir por el aula fuentes de luz artificial blanca para complementar o sustituir a la luz natural.
Por otro lado, el mayor problema de ergonomía que sufren los estudiantes es la mesa o pupitre en el que están sentados varias horas al día. De hecho, presentan dos defectos graves: no todos los alumnos tienen la misma altura; sin embargo, los jóvenes que miden 1,40 y los que miden 1,90 o más utilizan sillas y mesas idénticas, siendo los estudiantes los que tienen que adaptar su postura corporal al mueble; y el plano de lectura adecuado para el sistema visual no es horizontal, si no que está ligeramente inclinado hacia la persona. “Que los alumnos sean los que se adapten al pupitre provoca malas posturas para la lectura y para la escritura” –apunta Amaro–. Además, la posición horizontal de la mesa provoca que los alumnos se inclinen hacia delante buscando el ángulo adecuado de lectura y esa inclinación causa malas posturas de columna y cuello y un acercamiento excesivo a la mesa. Los optometristas consideran que esa postura tan incómoda, aparte de problemas que con el tiempo puede causar en las articulaciones y músculos del cuerpo, provoca un estado de “estrés visual” que reduce considerablemente el rendimiento de los alumnos, además de ser un factor que puede provocar miopía.
Organizar y planificar con antelación
“Regresar al trabajo o a la escuela nos ofrece un marco ordenado en nuestro día a día que nos permite establecer una organización y mayor planificación para alcanzar nuestras metas”, afirma Ainoa Míguez. Para Rocío Álvarez, adelantar la planificación del regreso unos días puede tener muchos beneficios. Ambas ofrecen algunos consejos para afrontar la vuelta a la rutina de la forma más positiva posible:
Establecer hábitos realistas y asumibles, descanso o el autocuidado pueden ayudar a volver sin agobios
Hábitos realistas y asumibles: organiza y planifica tus días teniendo en cuenta tus actividades diarias, incluyendo tiempo para los estudios u otro tipo de obligaciones; practicar ejercicio, descansar y sociabilizar. Esto puede ayudarnos a estabilizar el ritmo circadiano.
Ejercicio físico: Hacer ejercicio nos ayuda a liberar endorfinas, ejerciendo un impacto positivo en nuestro estado de ánimo ayudándonos a reducir nuestro estrés. Asimismo, practicar técnicas de relajación como la meditación, la respiración profunda o el yoga también nos ayudan a reducir el estrés y la ansiedad, resultando muy beneficiosas para nuestra salud.
Descansar lo suficiente: Volver a establecer un horario de sueño y de comidas teniendo en cuenta las horas que necesitas para estar bien. El sueño de calidad es fundamental para el bienestar físico y mental.
Socializar: Pasa el tiempo que tengas disponible y que te apetezca invertir con tu red de apoyo. Estar con personas que nos nutren y nos aportan, influye directamente en nuestro estado de ánimo.
Pantallas: En verano aumenta el tiempo de exposición a las pantallas y lo conveniente sería realizar esta reducción de exposición de forma paulatina, ir restando un poco de tiempo cada día hasta alcanzar el tiempo acordado en cada familia según la edad del niño.
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