Las mafias de la marihuana están extendiendo sus brazos criminales también hasta el tráfico de personas. Junto al aumento de la actividad y la violencia que recogen los datos policiales, los narcotraficantes están reclutando mano de obra esclavizada para cuidar y vigilar las plantaciones. Se trata de personas que son captadas en sus países de origen y que, mediante falsas promesas de empleo, son trasladadas a España para hacerse cargo de los cultivos en condiciones muy precarias: viven en condiciones insalubres, son controladas por videovigilancia y reciben castigos severos si se atreven a abandonar los cultivos. Son los «esclavos de la marihuana», de los que las fuerzas de seguridad encuentran cada vez más casos.
Ya a principios de año, la Policía Nacional liberó a tres personas obligadas a trabajar día y noche en dos instalaciones ilegales de Chiloeches (Guadalajara) y Colmenar de Oreja (Madrid). Semanas atrás, también trascendió que habían sido puestos en libertad dos ciudadanos albaneses que permanecían encerrados en dos plantaciones de marihuana en Castellbisbal y Molins de Rei.
Viven en condiciones insalubres, son controlados por videovigilancia y son amenazados con dañar a sus familiares o recibir castigos severos si se atreven a fugarse
A uno de ellos le habían prometido que trabajaría en España en un túnel de lavado de coches. Tras recogerlo en el aeropuerto, fue trasladado directamente a una nave industrial en cuyo interior había una plantación de marihuana. Allí le quitaron sus pertenencias, incluido el pasaporte y el móvil, y le comunicaron que en adelante debía ocuparse del cultivo. Le dieron un teléfono móvil con un único contacto grabado.
Otro miembro de la banda le explicó el cuidado de la plantación y los trabajos que debía realizar. Y fue severamente advertido de que harían daño a su familia si se resistía. Cuando lo encontraron los agentes, explicó que llevaba tres meses encerrado en la plantación.
Un ciudadano albanés que creía que iba a trabajar en un túnel de lavado fue conducido a una plantación, se le requisó el móvil y el pasaporte, y se le entregó un teléfono con un solo contacto
Con el segundo ciudadano albanés el modus operandi fue similar. La organización lo captó en una ciudad europea y, en su caso, sí se le explicó que cuidaría de una plantación de marihuana en España, pese a que fue engañado y se le aseguró que se trataba de una actividad legal. El hombre permaneció recluido dos meses hasta que la marihuana fue recolectada. Fue finalmente liberado por la policía cuando lo trasladaron a otro cultivo escondido en una nave industrial.
Los investigadores explican que los dos hombres vivían en el interior de las plantaciones, sin poder salir al exterior, sin luz natural ni ventilación, y comiendo únicamente lo que les proporcionaba algún miembro de la organización.
28 detenidos
Gracias al testimonio de estas víctimas y de los documentos obtenidos en estas dos plantaciones, la Policía Nacional desmanteló a inicios de este verano otros seis cultivos de marihuana en naves industriales de Barcelona, Tarragona y Castellón. En este caso, los investigadores también constataron que la banda había empezado a usar chalets en urbanizaciones aisladas para ubicar la droga. En cuatro de ellos se localizaron plantaciones de marihuana.
Viven en el interior de las plantaciones, sin poder salir al exterior, sin luz natural ni ventilación
En total, la Policía Nacional detuvo a 28 miembros de la banda, entre ellos su principal líder, y requisó 13.218 plantas de marihuana y 1.310 gramos de hachís junto con varias armas de fuego y blancas. También se comprobó que habían defraudado casi dos millones de euros de electricidad. Junto con el tráfico de drogas y la tenencia ilícita de armas, los agentes imputan a los sospechosos un delito de trata de seres humanos por obligar a compatriotas a ejercer de ‘jardineros’ de la marihuana.
Cultivos exteriores
Fuentes policiales estiman que estos casos detectados no son más que la punta del iceberg de esta nueva mano de obra esclavizada e invisible que sostiene desde las plantaciones el negocio del cannabis.
De hecho, las fuerzas de seguridad no solo encuentran a personas obligadas a vigilar las plantaciones en el interior de naves industriales. Su presencia también es habitual en los cultivos exteriores, ya que precisamente esta modalidad es la que más beneficios aporta al tratarse de superficies mucho más extensas. Además, estas plantaciones también son las que más atención requieren. Sus ‘jardineros’ -cabe decir que no todos ellos son víctimas de trata- pueden pasarse ocho meses (de primavera a otoño, lo que dura la cosecha) pernoctando en el bosque en tiendas de campaña y campamentos improvisados en pésimas condiciones.
Campamentos de ‘jardineros’
Este verano, por ejemplo, los Mossos d’Esquadra han desmantelado numerosos cultivos exteriores en zonas boscosas, algunas de ellas protegidas. Semanas atrás, en una operación en Sant Celoni, se detuvo a un hombre de 25 años en unas instalaciones al aire libre en las que había varias tiendas de campaña que formaban el campamento de los cuidadores.
Igual que la actividad, es difícil detectar a víctimas de trata en el mundo de la marihuana. Las plantaciones se ubican habitualmente en zonas boscosas de difícil acceso, a menudo situadas cerca de embalses estratégicos que los equipos de extinción de incendios utilizan en caso de fuego forestal (con el riesgo que implica que, en caso de declararse un fuego, no haya agua disponible porque haber sido consumida de forma ilícita). Los Agents Rurals suelen detectar algunas de estos cultivos al hacer tareas de prevención de incendios y los ‘jardineros’ acostumbran a escapar al ser descubiertos. No son menores los residuos y el impacto ambiental que dejan estos campamentos.
Violencia y armas
La actividad vinculada al cannabis no deja de aumentar, especialmente en Catalunya, convertida en el gran vivero de Europa. El año pasado, los Mossos d’Esquadra desmantelaron 73 redes criminales vinculadas a la marihuana y al hachís. Se registraron 3.442 detenciones, 95 narcoasaltos, 9 homicidios relacionados con el tráfico de droga, 67 sucesos con armas y 22 incidentes marítimos con narcolanchas. Además, los Mossos decomisaron en 2023 más de medio millón de plantas de marihuana.
Los datos siguen siendo preocupantes este 2024. En el primer trimestre del año, los delitos relacionados con el tráfico de drogas en Catalunya aumentaron un 11,2% con respecto al mismo periodo de 2023. Se producen más robos entre narcotraficantes y los Mossos constatan que cada vez son más violentos, ya que se usan armas de guerra tanto en los asaltos como para evitarlos.
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