El ímpetu de la ultraderecha no romperá el cortafuegos político impuesto sobre Alternativa para Alemania (AfD), pero sí acentuará las prisas por endurecer la política migratoria. «Hablaremos con todas las fuerzas democráticas, menos con la AfD», afirmó el jefe de la conservadora CDU, Friedrich Merz, al día siguiente de los comicios regionales que dieron a los radicales el primer puesto en Turingia y el segundo en Sajonia.
El mensaje de la derecha moderada hacia el debilitado Gobierno de Olaf Scholz quedó asimismo claro: o se aviene a «devolver a la frontera», en palabras de Merz, a la migración irregular que sigue llegando a Alemania, o no podrá contar con su apoyo para resolver una cuestión acuciante, en la calle y en el espectro político.
La advertencia, en dirección a Scholz, se produce cuando desde el Ejecutivo se han acelerado ya algunas medidas para agilizar las deportaciones y recortar las ayudas a refugiados rechazados. El impacto del atentado yihadista de finales de agosto en Solingen, con tres muertos acuchillados por un ‘soldado’ sirio de Estado Islámico (EI), hizo que la semana pasada empezaran a verse resultados. Los tres socios de gobierno, socialdemócratas, verdes y liberales, presentaron a tres días de los comicios un paquete de medidas para endurecer la política migratoria y las leyes de armas. Les siguió el viernes la reanudación de las deportaciones a Afganistán, interrumpidas desde el regreso de los talibanes al poder.
304.000 refugiados
«No es suficiente. Por cada cinco refugiados que se expulsa entran en el país otros cien», argumentó Merz. Hay en Alemania unos 304.000 refugiados que teóricamente deberían abandonar el país, según cifras recientes de Interior. De ellos, un 80% seguirá en Alemania en régimen de ‘tolerados’, frente a los 56.000 que deberían acabar expulsados. Actualmente viven en el país más de un millón y medio de refugiados, principalmente de Siria y Afganistán y llegados desde la crisis migratoria de 2015, además de otro millón y medio de ucranianos.
La CDU apremia al gobierno a detener las llegadas, lo que a su parecer debe hacerse ya en la frontera porque, afirma Merz, «el sistema de Dublin no funciona». Alude así la fórmula del bloque comunitario según la cual su acogida corresponde al país por dónde ingresa el migrante en la UE. Merz ha emplazado a Scholz a actuar en consecuencia y advertido de que, si no está dispuesto a llevarlo adelante, no tiene sentido seguir hablando. Esta semana deben iniciarse unas consultas entre el tripartido de Scholz y la primera fuerza de la oposición para abordar la cuestión migratoria. Si Scholz rechaza sus propuestas «será la primera y última reunión», advierte Merz.
Una CDU reforzada en las urnas
El líder de la oposición conservadora se presentó el día siguiente de los comicios en Sajonia y Turingia como vencedor. En Turingia, donde la AfD quedó primera con un 32,8 %, porque corresponderá a la CDU, con un 23,6%, tratar de formar gobierno con el resto de las fuerzas democráticas. En Sajonia, porque la CDU quedó en un primer lugar con un 31,9 %, un punto y medio por encima de la AfD.
En la búsqueda de aliados topa la CDU con una resolución vigente en el partido desde 2017, según la cual se descarta a la Izquierda como socio, por considerarla heredera del comunismo germano-oriental. Está por ver cómo resolverá la CDU o sus barones regionales esa cuestión a la de por sí compleja formación multicolor de un gobierno estable.
Un cordón sanitario inexistente en lo diario
«Lo único que está claro es nadie hablaba anoche de romper el cortafuegos frente a la ultraderecha. Eso es positivo en lo político, no se podía dar por consabido. Pero en la sociedad ese cortafuegos ya no existe y eso no se puede obviar», comentaba en una reunión con periodistas el politólogo Torsten Faas. No se puede «ignorar» a un 32,8% de los votantes, con los que se convive en el ámbito familiar, laboral, en la calle o la consulta médica, apunta. Las opiniones entre quienes no votan a la AfD están divididas entre quienes rechazan categóricamente a ese partido, por sus vínculos con el neonazismo, y quienes consideran «normalizada» su presencia en la vida diaria.
«La política migratoria ha dominado la campaña. La percepción general es que Alemania ha extralimitado su capacidad para absorver tanta migración, que está saturada», apuntó por otro lado la asimismo politóloga Julia Reuschenbach. Sin embargo, a juicio de esta experta de la televisión pública ARD, sería un «mensaje peligroso» hacerle el juego a la ultraderecha y asumir sus recetas. «Haga lo que haga la coalición de Scholz o cualquier futuro gobierno, nunca le parecerá suficiente a la AfD», apunta. «La política migratoria es una cuestión muy compleja, para la que no sirven las propuestas falsamente simples de los populismos», según Reuschenbach.
Mientras Scholz llamaba a las fuerzas democráticas a la cohesión para aislar al extremismo derechista, desde Berlín la cúpula de la AfD calificaba de „antidemocrático“ el cortafuegos. Los rostros de los dos presidentes del partido ultraderechista, Alice Weidel y Tino Chrupalla, eran más serios que eufóricos, el día después de una victoria que marca un hito para los suyos, pero que le deja en la condición de ‚proscrito‘. Su líder en Turingia, Björn Höcke, había sido el gran protagonista de la noche electoral. Pero al día siguiente no apareció por Berlín para celebrar su triunfo con los suyos. Logró el mejor resultado para su partido y desde su posición de cabecilla del ala más extremista. Sin embargo, no consiguió el mandato directo para la nueva cámara regional, ya la victoria en su distrito fue para la CDU.