La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) fue la fuerza más votada en el ‘Land’ de Turingia bajo el liderazgo del cabecilla del ala más radical del partido, Björn Höcke, en los comicios regionales celebrados este domingo en el este alemán. Despegó asimismo la derecha radical en el vecino estado de Sajonia, aunque quedó algo por debajo de los conservadores de la CDU, según las primeras estimaciones de la televisión pública ZDF al cierre de los colegios electorales.
De consolidarse estas estimaciones, la derecha radical logró su primera victoria en un ‘Land’ alemán, con un 33,5 % en Turingia, dos puntos más de lo que pronosticaban los sondeos. En Sajonia quedó la AfD en el 31,5, medio punto por debajo de la CDU, el partido que lidera el actual gobierno. La nueva formación del izquierdismo populista que lidera Sahra Wagenkneckt (BSW) sería la otra gran vencedora de los comicios, puesto que pese a haberse formado a principios de año, como escisión de La Izquierda tradicional, se disparó al 14 por % en Turingia y al 11 en Sajonia.
Ambas estados del este alemán propinaron un duro revés al Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz, que cayó al 7,5 % en Sajonia y al 6,5 % en Turingia. Sus socios de coalición verdes están en la cuerda floja del 5 %, mínimo para tener escaños, mientras que el tercer miembro de su gobierno, los liberales, quedan definitivamente fuera de ambas cámaras.
Pese a tratarse de comicios regionales, la expectación en toda Alemania era enorme. Era la primera prueba en las urnas tras las elecciones europeas, en que la AfD fue ya la fuerza más votada en el este del Alemania. Entonces se podía interpretar que se debió, en parte, al llamado voto de protesta o de la crispación, mientras que ahora se trataba de elegir a un futuro gobierno.
El Parlamento regional de Erfurt, la capital de Turingia, era este domingo un hervidero de periodistas, ya que además sería el único lugar previsto para esperar las reacciones de la ultraderecha tras los resultados. La AfD había prohibido el acceso a los periodistas a su fiesta electoral. Eso es solo un aperitivo de lo que puede ocurrir de alcanzar la AfD el poder. El partido ha hecho suyo uno de los lemas del movimiento islámofobo Pegida, que se refería sistemáticamente a los medios como ‘Lügenpresse’ o prensa mentirosa.
La AfD no tiene garantizado con esos resultados el acceso al poder regional, puesto que hasta ahora el resto de formaciones la han descartado como aliado. Está por ver cuál será el comportamiento de la nueva izquierda populista de Sahra Wagenknecht (BSW), con la que se deberá contar para forjar una mayoría estable.
Batacazo para la coalición de gobierno
Para la coalición de Scholz entre socialdemócratas, verdes y liberales, se confirmó un batacazo que se venía anunciando. Las promesas del canciller de acelerar deportaciones y recortar subsidios a solicitantes de asilo sin perspectivas de quedarse en el país se perciben como soluciones a la desesperada. Tampoco han sido muy convincentes o incluso jurídicamente inviables las fórmulas propuestas por la oposición conservadora para negar el asilo a sirios y afganos. Sin embargo, el gobierno de Scholz abordará con la derecha moderada propuestas para reducir la migración irregular y aumentar las expulsiones.
El impacto del atentado a cuchilladas de Solingen, en el oeste del país, cometido el 23 de agosto por un sirio que se dice ‘soldado’ de Estado Islámico, ha marcado la recta final de estas regionales. La reanudación hace unos días de las deportaciones a Afganistán, interrumpicas desde el retorno de los talibanes al poder en 2021, es solo un primer paso. Al grupo de 28 afganos que fueron entregados a Kabul, por mediación de Catar, deben seguir otras medidas, según le exigen al tripartito de Scholz el conjunto del espectro político. Es decir, desde la oposición conservadora a la AfD, además de la izquierdista BSW, que en materia de asilo defiende una línea dura similar a la ultraderecha.
Victoria regional con connotaciones históricas
La posición de primera fuerza en Turingia es de alto valor simbólico para Höcke, cuyo radicalismo y cercanía al neonazismo le ha costado enfrentamientos con la cúpula nacional de su partido, pero que ahora ha logrado un hito para la ultraderecha. La ciudad de Weimar, la segunda de ese ‘Land’, se identifica no solo con los grandes clásicos, como Goethe y Schiller, sino también con la república de entreguerras que derogó Adolf Hitler tras su llegada al poder, en 1933. Tres años antes, Turingia se había convertido en la primera región donde los nazis entraron en un gobierno.
Son muchos los símbolos, aunque desde el punto de vista histórico se coincide en que la ‘República de Berlín’, como a menudo se denomina políticamente a la Alemania actual, no es una democracia débil y frágil, como lo fue la de Weimar.