El ciclismo español ya tiene alguien más en quién creer, una nueva referencia y un ídolo para las etapas de montaña. Pablo Castrillo no se arruga ante nadie cuando se escapa, cuando mira lo poco que la niebla asturiana le permite contemplar en las rampas de garaje del Cuitu Negru, a través de una pequeña carretera asfaltada que se desplaza entre pistas de esquí.
Castrillo tiene esa peculiaridad de los corredores oscenses, los que se mueven en la bici como si fueran a reventar, los que menean la cabeza al son de los pedales y el que triunfa en un Cuitu Negru que su precursor escalando las montañas de Huesca, Fernando Escartín, al que parece imitar sobre la bicicleta, ha incluido en el recorrido de la Vuelta como director técnico de la carrera sin saber que colocaba esta etapa increíble para que triunfase su joven paisano. Apenas 23 años, dos triunfos ya en la carrera y con el horizonte ciclista impulsado hacia los brazos del conjunto Ineos.
Un sueño
“Es un puto sueño”, repite nada más cruzar la meta del Cuitu como ganador de una jornada con subidas imposibles. No, Castrillo, no es un puñetero sueño, es la realidad de un corredor que se ha consagrado en la Vuelta, que tiene un inmenso futuro y que ha recompensado el esfuerzo de años del Kern Pharma cuidando a la cantera, diciéndoles a los padres que no pasen miedo por los coches y que hay algo más que el fútbol para triunfar como deportista.
Porque hay que saber escoger escapadas y no malgastarse en esfuerzos inútiles cuando se busca la hazaña de una etapa. No hay que arrugarse si Primoz Roglic envía por delante a su mejor lugarteniente, un Aleksandr Vlasov que no puede presumir de nacionalidad y sólo dar las gracias de que le permitan correr como ruso de nacimiento. Ruso también era el tercer integrante de la fuga del día, Pavel Sivakov, que renunció a esta ciudadanía cuando tuvo la oportunidad de hacerse francés.
Son dos ejemplares pata negra del pelotón mundial; Sivakov es uno de los chicos de oro de Tadej Pogacar y Vlasov, el mejor corredor de Roglic. Y a los dos se los zampa un aragonés de Jaca criado en la pasión del ciclismo puesto que su hermano mayor corrió en el Movistar y su madre, Ana Zapater, es la presidenta del Club Ciclista Mayuencos; cómo no, de Jaca.
Gana en el Cuitu Negru con tres kilómetros finales que si se recorren a pie parece que nunca se acaben, donde los cicloturistas se retuercen como serpientes en la jungla, aunque muchos de ellos acaben poniendo pie a tierra, aunque suban con bicicletas eléctricas, demasiado porcentaje para la ayuda del motor.
Vence porque Sivakov se vuelve loco con un ritmo que no pueden reducir por detrás, ni el conjunto de Roglic ni el T-Rex de Mikel Landa, quien ataca demasiado pronto, en un día en el que resurge Enric Mas aunque sin conseguir soltar de rueda a Roglic, en la resistencia feroz de Ben O’Connor que sólo cedió 38 segundos y se mantiene como líder… de rojo llegará el martes a los Lagos de Covadonga después de la jornada de descanso de este lunes.
Pero hasta los movimientos de los que pelean por la general quedan en un segundo plano por la gesta de Castrillo, el chico que dejó el hockey sobre hielo para subir los Pirineos siguiendo a su madre y soñando en ser corredor profesional como su hermano Jaime.
“Ya es increíble ganar dos etapas en la Vuelta, algo en lo que jamás pensé, aunque tengo el sueño de participar un día en el Tour”, una oportunidad que le puede dar el conjunto Ineos en un futuro no muy lejano porque tiene piernas de campeón, el heredero de Escartín. “Fernando ha sido una referencia para todos los aragoneses. Él nos abrió el camino y nos hizo soñar que las victorias ciclistas eran posibles”. Que no pare la fiesta y que todos ya empiecen a anotar como modelo de ciclista el nombre de Pablo Castrillo, el astro de Jaca.