Antes o después, los sueños se acaban. Por más cómodo que uno esté, por más que lo desee, siempre suena una sirena, un camión de la basura, un motor de aspiradora , un taladro madrugador… Y lo que parecía eterno en la duermevela, en la emoción, en la pretemporada, en el debut de la competición, se acaba de modo súbito, como un golpe en el meñique contra la mesilla que no recordabas que seguía ahí. El Hércules ha tomado conciencia de la Primera RFEF, del calado real de su salto de categoría. No vale con creérselo, con sentirlo, con oler la hierba al saltar al césped, también hace falta ser consciente del lugar, comprenderlo, entender que ya no basta con las ganas, que aquí, en la antesala del fútbol profesional, ante un recién descendido, y en campo rival, todos los fallos se pagan.
El equipo de Torrecilla ha dejado de ser el rival a batir, el bloque con los futbolistas diferenciales. Ahora hay más como tú. Puede que un buen puñado sean hasta bastante mejores. Por eso no te puedes dormir. No puedes dar un paso atrás ni defender con la mirada. Tampoco vale con el mero interés de querer ser lateral, hacen falta condiciones, automatismos, conceptos tácticos claves en una posición híbrida que conjuga fase ofensiva y defensiva a partes iguales y para la que se exige algo más que piernas y pundonor. La liga ha comenzado y las debilidades, cuanto menos se vean, mejor para el desenlace.
Derrota dolorosa. Molesta, incluso. De haberse producido en otra coyuntura, probablemente habría provocado un incendio, pero no por lo abultado (que también), sino por la exposición encadenada de carencias en la contención que ha exhibido el conjunto de Torrecilla en Santo Domingo. Blando en los laterales, lento en la reacción dentro del área, ausente en el robo y la presión y sin capacidad para guarnecerse de los centros laterales. Todos son problemas gordos que se solventan con una mayor dedicación de todas las líneas y, principalmente, con un mejor conocimiento de las cualidades que se precisan para brillar en esa tarea capital para aspirar, como mínimo, a no sufrir horrores para salvar la categoría, el objetivo prioritario para una entidad que ha necesitado tres intentos para salir del hoyo de la Segunda RFEF.
Balance negativo
Lo bueno del primer día sigue ahí. La solvencia de Carlos Abad –fundamental para evitar anoche un descalabro mucho mayor–, la pericia atacante de Soldevila y Aranda, el empuje de Nico Espinosa y la buena colocación sobre la hierba alrededor de Roger Colomina y Mario. Falló lo que no puede fallar nunca: la intensidad. El arrojo. Dejarse la piel para llegar a los cruces y las ayudas. Anticiparse en vez de esperar a que te ganen el espacio. En tres de los cuatro goles encajados hay malas decisiones personales. Y pudo ser más grave si el colegiado no le hubiera perdonado a Alvarito un claro penalti por agarrón obsceno a Manrique a la salida de un córner.
El extremo reconvertido en zaguero puede cumplir su tarea si quien carga con el peso del partido es su equipo. Cuando ocurre al revés, entonces se ven las costuras, las evidencias, unas que se multiplican de modo exponencial si te toca cubrir a uno de los jugadores más brillantes: Rafa Llorente.
El Alcorcón, tras el empate en Yecla, se desplegó bien. Josiel marcó la transición, ganó la contienda en la medular y facilitó la salida del balón para cargar la mayoría de ataques por fuera. Ahí se fraguó la victoria local. En las bandas, en el trazado de diagonales y el empeño constante en los centros laterales. Con ello contrarrestaron el regalo que le hicieron a Solde (a los 39 minutos) justo antes del descanso. Llorente remató a placer el balón muerto que dejó Abad después de hacerle un paradón a Vladys, que cabeceó sin oposición un envío al área.
Los tres que llegaron después, con autores distintos, fueron casi iguales. Todos nacieron del mismo modo y todos dolieron por igual. Fue como masticar clavos. Navarro sin marca en el segundo palo; Rayco, sin vigilancia, llegando hasta Carlos Abad tras conceder un saque de banda tonto; y Capi, aprovechando un despiste de Sotillos, roto, redondeando la remontada con un regalo similar al que permitió al Hércules, ingenuo, seguir creyendo que aún vivía en el final portentoso de la pasada temporada. Pero no.
ALCORCÓN: Ayesa; J. Sebastián (Lache 85’), Rojas, Rentero, Manrique; Josiel, Yael (David Navarro 83’), Da Costa (Aparicio 77’); Navarro (Rayco 67’), Vladys (Capi 77’) y Rafa Llorente.
HÉRCULES: Carlos; Alvarito, Sotillos,Montoro, Retu; Mario (Artiles 72’), Roger, Aranda (Nico 57’); Javi Moreno (Romera 57’), Mendes y Solde (Richie 72’).
GOLES: 0-1, Min.39: Soldevila. 1-1 , Min.45+2: Llorente. 2-1, Min 51: Navarro. 3-1, Min.85: Rayco. 4-1, Min.90+4: Capi.
ÁRBITRO: Gonzalo Romero Freixas, de Tarragona.
TARJETAS: Amonestó a Retu (10’), Manrique (17’), Mario (19’) , Juan Sebastián (59’) y Alvarito (66’).
INCIDENCIAS: partido correspondiente a la segunda jornada en el grupo 2 de Primera RFEF disputado en el estadio municipal de Santo Domingo con más de 3.000 espectadores en la grada, alrededor de 300 de ellos aficionados del Hércules de Alicante. El césped estaba demasiado blando.