La inteligencia artificial (IA) sigue siendo una de las sensaciones del mercado. La irrupción de ChatGPT a finales de 2022 ha catapultado las acciones de las tecnológicas, que ha liderado el mercado bursátil prácticamente desde entonces. Este año, índices como el Nasdaq o el FANG+, centrados en la tecnología, acumulan rentabilidades de doble dígito, aunque el repunte parece haberse frenado en las últimas semanas. Entre otros factores, algunos inversores se preguntan si estos valores están sobrecomprados y si podrán llegar a cumplir unas expectativas quizás demasiado altas.

Blake Heimann, socio sénior e investigador cuantitativo de WisdomTree, explica en un reciente informe que muchas de estas compañías todavía no han logrado un crecimiento significativo de los ingresos impulsado por la IA, ni ha habido un impacto «sustancial» en sus resultados.

«Esto ha constituido la base de lo que Sequoia Capital denomina la pregunta de los 600.000 millones de dólares de la IA: ¿Pueden los niveles actuales de gasto de capital (capex) ofrecer unos ingresos estimados de 600.000 millones de dólares generados por los software y servicios de IA para proporcionar un retorno de la inversión (ROI, por sus siglas en inglés) positivo, dada la fuerte inversión del sector en infraestructura de hardware?», apunta este estratega.

Los beneficiarios de esta inversión hasta ahora han sido Nvidia y sus homólogos en el campo de los semiconductores y en los centros de datos, que han experimentado un crecimiento exponencial de sus ingresos debido a la elevada demanda de chips y de potencia computacional para el entrenamiento de IA. Ante la previsión de que el gasto para adquirir estos chips y construir la próxima oleada de centros de datos de IA seguirá al alza, surgen cuestiones críticas y tan básicas como saber si el potencial valor de estas inversiones justificará estos costes o si serán rentables. Y, hablando en términos bursátiles, si estas empresas tienen una valoración justa.

¿ESTÁ SOBRECOMPRADA LA IA?

Desde la repentina aparición de ChatGPT, el mercado ha hablado de la IA como la próxima gran revolución del software. En consecuencia, las empresas tecnológicas de gran capitalización han experimentado una importante revalorización de sus acciones desde el lanzamiento de este chatbot, impulsadas por el optimismo de los inversores acerca de los posibles beneficios futuros de la IA, que se concentran en estas empresas. Sin embargo, no son pocos los inversores que creen que este crecimiento sin aparente fin puede indicar que nos encontremos en una burbuja.

Si se examina el periodo transcurrido desde el lanzamiento de ChatGPT, la relación precio/ventas (P/V) a plazo del Nasdaq pasó de 3,8 a 5,0 veces, lo que supone un moderado aumento del 34%. Sin embargo, Amazon, Google, Meta y Nvidia registraron crecimientos superiores al 50%, o incluso superaron el 100%. «Esto podría implicar que estas acciones están sobrevaloradas o que el mercado las considera justamente valoradas, dadas las expectativas de importantes ingresos futuros por la IA y el potencial de beneficios más allá de las actuales estimaciones de ventas futuras», explican desde WisdomTree.

«Nvidia y Microsoft destacan como valores atípicos, con relaciones P/V significativamente superiores a sus medias históricas de los últimos 10 años. Esto podría sugerir que el mercado espera un valor justo para un crecimiento extremadamente fuerte por delante, o podría indicar una sobrevaloración», apunta el experto de WisdomTree. Por otro lado, Amazon, Google y Meta se han recuperado recientemente de ratios de valoración relativamente bajos. «Con importantes expansiones múltiples tras el lanzamiento de ChatGPT, han vuelto a valoraciones acordes con sus cifras históricas», agrega.

No obstante, el sentimiento del mercado parece haberse girado a la baja en las últimas semanas, ya que los inversores cuestionan el posible retorno de la inversión de grandes sumas de capital y el plazo para obtenerlo. Las últimas cuentas de estos gigantes tecnológicos parecen dar buena cuenta de ello: esta misma semana, Nvidia mejoraba notablemente sus resultados, pero sus acciones cayeron ya que la compañía no fue capaz de superar algunas de las previsiones más exigentes del mercado y por los retrasos en sus chips Blackwell de última generación. Pero no fueron las únicas.

Heimann recuerda que los títulos de Amazon cayeron debido a unas perspectivas de ingresos moderadas y a unas ventas «decepcionantes», agravadas por el aumento de los costes para ampliar Amazon Web Services. En cuanto a Microsoft, el gigante tecnológico de Redmond informó de la ralentización del crecimiento de su rama de computación en la nube Azure y de sus planes para seguir invirtiendo sustancialmente en centros de datos. Algo similar pasó con Alphabet (matriz de Google), con un aumento de los costes que eclipsó unas ventas mejores de lo esperado. Solo Meta fue capaz de salvar el tipo, aunque los inversores siguen viendo con lupa las inversiones de la matriz de Facebook después de la (de momento) fallida inversión de Zuckerberg en el metaverso.

«El potencial de la IA para cambiar las reglas del juego de las grandes empresas tecnológicas podría justificar valoraciones más altas ahora y en el futuro. Históricamente, invertir en estas empresas hace cinco o más años habría sido muy rentable, independientemente de la valoración. No obstante, las valoraciones actuales de algunas indican una prima de valoración significativa en comparación con el pasado, lo que probablemente explica por qué los inversores se muestran ahora más cautos. Esta cautela ha contribuido a los recientes retrocesos de las cotizaciones, incluso en medio de informes de resultados positivos», reflexiona Heimann.

¿ESTAMOS ANTE UNA BURBUJA?

Invertir en tecnologías exponenciales como la IA puede beneficiar a las carteras, sin duda. Pero también es esencial gestionar el riesgo de concentración y elegir el momento oportuno del mercado para ejecutarlas. Especialmente si, como temen algunos, la IA se ha convertido en una burbuja.

«Al estar atentos a las tendencias de valoración, los inversores pueden recortar posiciones estratégicamente cuando están sobrevaloradas y añadirlas cuando están infravaloradas, siguiendo el clásico dicho de comprar barato y vender caro. Teniendo en cuenta estas normas históricas, una gráfica a 10 años de Meta ilustra cómo recortar posiciones durante los periodos de sobrevaloración y acumular durante los de infravaloración podría haber sido beneficioso», apunta Heimann.

De igual modo, este experto recomienda reflexionar sobre burbujas de mercado pasadas, como la de Cisco durante la era de las puntocom, ya que pueden proporcionar un contexto «valioso» para seguir siendo sensible a la valoración cuando se invierte en renta variable tecnológica. «La relación P/V de Cisco se disparó hasta 60 antes de que el precio de las acciones se desplomara más de un 80% a principios de los 2000. Comparativamente, el P/V actual de Nvidia, de aproximadamente 35, no alcanza los niveles de la burbuja puntocom, lo que indica una valoración menos extrema», agrega este estratega.

«Aunque invertir en IA y tecnologías exponenciales es apasionante, es crucial adoptar un enfoque que tenga en cuenta la valoración. En lugar de evitar por completo estas inversiones, los inversores deberían ajustar su exposición a medida que fluctúan las valoraciones, asegurándose de evitar una concentración excesiva en las valoraciones máximas y manteniendo una cartera diversificada», concluye.

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