Al llegar a la Liga Protectora de Animales de Sabadell de Sabadell, lo primero que te reciben son los ladridos de decenas de perros. De todos los tamaños, razas y edades, te saludan desde los más de 20 patios del centro. Los trabajadores los van atendiendo, les dan de comer y les permiten salir de las jaulas durante horas para que hagan ejercicio y socialicen al máximo, con tal de evitar la sensación de aislamiento y soledad que provoca vivir en unos pocos metros cuadrados. Movidos por la curiosidad, los perros se acercan a saludar, algunos moviendo la cola para ser acariciados. Otros, con más timidez, huyen de la proximidad.
En pleno agosto, lejos de cerrar por vacaciones, la protectora está en uno de los meses de más intensidad. «Aquí no cerramos nunca, ni en agosto, ni en festivos, ni el día de Navidad», señala Mònica Jordà, administrativa de la Lliga. «Los animales necesitan comer, beber y limpieza cada día, en las protectoras no hay ningún día festivo». En este centro, situado en un gran espacio abierto en Sabadell, viven 130 perros y más de 100 gatos. Las cifras varían cada día, tanto por la entrada de nuevos animales como por adopciones. En total, cada año entran unos 500 gatos y 400 canes, entre los cuales también se encuentran mascotas extraviadas que acaban regresando con sus familias.
Situaciones de abuso o malos tratos pueden provocar que los perros tengan miedos y dificultades a la hora de relacionarse
Algo más de una docena de trabajadores se encargan de cuidar de esta gran manada, entre veterinarios, educadores caninos y personal administrativo. «Mi trabajo consiste en trabajar directamente con los perros y su bienestar, sobre todo desde la parte más emocional, y después acompañar a los adoptantes, asesorarlos e intentar que la acogida vaya siempre lo mejor posible», explica Albert López, educador canino del centro. Situaciones de abuso o malos tratos pueden provocar que los perros tengan miedos y dificultades a la hora de relacionarse: el papel del educador es intentar trabajar esos problemas que pueden dificultar las adopciones.
Cuidando del bienestar físico está la veterinaria, Miriam Nieto. Cada mañana hace una revisión a todos los animales, dando medicación a los que la necesiten y asegurándose de que todo vaya bien. Ese día, los últimos en pasar su revisión son una nueva camada de cachorritos. La veterinaria y la auxiliar los pesan en una balanza y comprueban que tanto ellos como la madre estén bien. A pesar de que llevan poco tiempo en la protectora, no cabe duda de que, en cuanto sea posible, encontrarán un hogar. «Los jóvenes siempre se van antes, la gente suele preferir cachorros o perros pequeños», apunta Jordà. En su página web, donde se pueden consultar todas las mascotas que tienen, solo hay un perro menor de un año y nueve menores de 2. En cambio, hay 20 canes mayores de 10. «De vez en cuando, llega alguna familia a la que no le importa la edad», añade la veterinaria.
«Es un trabajo duro desde un punto de vista emocional y físico«, explica el educador. «No es para todo el mundo, son perros con un nivel alto de estrés, se necesita mucha paciencia. A mí, personalmente, me encanta». Si hay algo que comparten todos los empleados de la Lliga, es su amor por los animales. En administración, han puesto unas camas para que los más mayores no tengan que estar encerrados y puedan tener más compañía. «En una empresa trabajas para un beneficio privado, aquí sabes que todo tu esfuerzo va hacia los animales«, añade Jordà.
A lo largo de la mañana van llegando diversas personas para pasear a los canes. Se trata de los voluntarios y padrinos de la protectora, que representan una gran ayuda para la asociación. Paula Gómez, estudiante de 20 años, es voluntaria desde que cumplió la mayoría de edad. «Lo mejor de estar aquí es ver la evolución de los perros, al principio están tristes y ves cómo cambian cuando los sacas y juegas con ellos», explica. «Sobre todo los días que los adoptan, te vas a casa muy contenta, después a veces te los encuentras paseando por Sabadell y sientes que has formado parte de ello».
«Los días que los adoptan, te vas a casa muy contenta, después te los encuentras paseando por Sabadell y sientes que has formado parte de ello», Paula Gómez, voluntaria de la protectora
Igual que López, coincide en que estar en una protectora no es para cualquiera. «Las primeras semanas lloraba cada día, hay muchas historias de abusos, de decomisos, animales que solo los tienen para criar y luego no saben relacionarse con las personas». Sin embargo, para Gómez, es una experiencia que vale la pena y le ayuda a realizarse.
Además de voluntaria, Gómez ha amadrinado a una perra: Pampla. Ella y su novio la sacaron un día a pasear y se enamoraron. «No me la puedo llevar a casa porque tengo una perra que es ya mayor y no se relaciona bien con los demás», lamenta, aunque tiene claro que el día que pueda se la llevará. La protectora de Sabadell ofrece varios programas de apadrinamiento: la ayuda económica da acceso a pasear a la mascota «apadrinada» siempre que se quieras. «Si algún día adoptasen a Pampla, sería agridulce; tú tienes una relación especial con ellos, pero salir de aquí es lo mejor para el perro».
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