Hace una década que la girl culture, es decir, la cultura de las chicas, intenta abrirse paso. Este movimiento reivindica elementos o personas especialmente denostados por la crítica especializada que, sin embargo, se han convertido en clásicos. Véase Crepúsculo (2008) o comedias románticas como Cómo perder a un chico en 10 días (2003). O artistas musicales como Miley Cyrus o su alterego Hannah Montana. Intérpretes como Lindsay Lohan o Reese Witherspoon.
En los últimos años, gracias a la influencia de triunfos comerciales como Barbie, esta percepción negativa de ciertos elementos culturales clave ha ido reduciéndose. Sin embargo, todavía hay booms como el lucrativo Eras Tour de Taylor Swift que tienen que soportar la crítica de cierto sector de la sociedad que «no entiende el éxito». Si hay algo con lo que el gran público está de acuerdo es que todos estos títulos responden a los gustos de las mujeres. Concretamente a los de las chicas jóvenes, entre la adolescencia y los primeros años de la adultez, que con la crisis económica va cada vez posponiéndose más.
Las chicas, las primeras en apoyar a los Beatles o Sinatra
En este mercado dirigido a las mujeres jóvenes hay algunos de los grandes éxitos de la historia de la cultura popular. Pero para deslegitimizar su criterio se las califica de «niñas» o incluso de «fans», que viene de fanática, implicando cierta locura o descontrol. Tal y como desvela el periodista Juan Sanguino en el pódcast The Scroll Crew, las «niñas» fueron las primeras que apoyaron a los Beatles, a Elvis Presley, a Frank Sinatra… y después fueron los melómanos quienes se apropian de estos artistas, cambiando la percepción popular.
Y a pesar de que en ciertos ámbitos se nota el esfuerzo popular por dejar de atribuir el término «de chicas» a algo peor, hay un campo en el que todavía no hay cambios: la literatura. Conocida como chick lit, este tipo de libros están escritos por mujeres y habitualmente protagonizados también por chicas jóvenes. A pesar de que hay todo tipo de géneros dentro de este pequeño gran mundo, se asocia especialmente al romance. A partir de ahí surgen los híbridos, como el romantasy. Una mezcla de historia de amor y fantasía.
¿Los hombres no pueden leer romance?
Para Inma, de @inma_millonesdeletras, esta diferenciación es «absurda». «Es lo primero que te preguntan cuando vas a una librería y pides una recomendación para alguien, si es un chico o una chica en vez de cuáles son sus gustos», comparte.
Para una chica un romance o un libro de un grupo de amigas. Para un chico un crimen o una guerra. Como qué juguetes regalar a una niña (bebés y cosas rosas) y a un niño (coches y construcciones). «El archivo de las tormentas [de Brandon Sanderon] también tiene una historia de amor, pero se expresa de manera… menos romántica, quizás. ¿Por eso ya puede ser para hombres?«, reflexiona Inma.
«Estoy completamente segura de que si en Alas de sangre hubieran puesto que lo ha escrito un hombre en vez de Rebecca Yarros estaría mejor acogido por hombres», comenta Inma con sentido del humor. «Cuando está escrito por un hombre es ‘fantasía épica’ y cuando lo ha escrito una mujer es ‘fantasía romántica’«, reclama.
«Parece que una mujer no puede escribir fantasía de verdad porque siempre se incluye romance», comenta Irene, creadora de @mataraunlector. Mientras autores como Brandon Sanderson y su saga Cosmere triunfan entre hombres y mujeres con sus mundos fantásticos, los libros de Sarah J. Mass parecen tener solo un hueco entre las mujeres de Book Tok o Bookstagram.
Porque la comunidad de lectores en Instagram o Tik Tok se ha convertido en un espacio de mercado importante para las editoriales, que ya marketean sus títulos como «el éxito en Book Tok». En estos círculos, la gran mayoría de los espectadores son mujeres. «Aunque cada vez veo más chicos y eso está genial, en la diversidad está el gusto», admite Inma.
Ridiculizar a las mujeres es parte de la cultura pop
Pero, para demostrar que incluso entre las mujeres existe cierto prejuicio, un buen ejemplo está en una entrevista reciente de Megan Fox.En el pódcast Call Her Daddy, la actriz hace referencia a Una corte de rosas y espinas, también conocido como ACOTAR por sus siglas en inglés, de Sarah J. Mass. Lo menciona como «la versión adulta de Crepúsculo» y lo califica (erróneamente) como «un libro erótico de hadas», que admite que acaba de empezar.
Incluso aunque es una conversación entre dos mujeres, las dos se ríen hablando sobre cómo a otras personas que lo habían leído les resultaba excitante. «No lo entiendo, quizás debería leerlo», admite Alex Cooper, la entrevistadora.
Curiosamente, la mejor muestra de ese factor ridiculizador al que se enfrentan las mujeres que leen este género se puede ver en uno de los mayores reflejos de la cultura popular de las últimas décadas: Friends.
En el segundo episodio de la séptima temporada, emitido en el año 2000, Joey (Matt LeBlanc) encuentra un libro de romance de Rachel (Jennifer Aniston) y se ríe de ella. «No hay nada malo en que una mujer disfrute algo de erótica. Es una expresión sana de la sexualidad femenina, algo que tú nunca entenderás», le exclama ella, enfadada.
Ir con los libros forrados en el metro
Inma considera que ha existido mucha vergüenza por leer títulos románticos, aunque cada vez menos. «Sobre todo las que son lectoras habituales, pero recuerdo que en la época de Cincuenta sombras de Grey la gente iba con los libros forrados en el metro para que no se viera lo que estaban leyendo«, señala. Pero incluso entonces era una cuestión de prejuicios.
«Siempre son las mujeres las que se sienten avergonzadas de leer lo que leen, nunca he visto a un hombre con un libro forrado porque no quiera ver que está leyendo ‘Cómo ser mejor hombre'», bromea.
Y lo más sorprendente es que la mayoría de las novelas, al menos de todos los géneros no infantiles, incluyen escenas de sexo o marcadamente románticas. Muy comentadas fueron las que escribió, por ejemplo, Pérez Reverte en Falcó, con frases como: «Le acarició los senos mientras ella deglutía cuanto era posible deglutir en una anatomía masculina». Nadie nunca diría que los libros del autor español son «de chicos» por hablar de relaciones íntimas desde el punto de vista de un hombre.
«Los hombres tienen mucho por deconstruir»
«Cualquiera puede leer lo que le dé la gana, la literatura es universal en el más amplio sentido de la palabra. Cualquier hombre puede leer a Brandon Sanderson y disfrutar de Elísabet Benavent«, comenta Irene.
«Los hombres tienen mucho por deconstruir», responde ante la pregunta de si tiene solución esta división entre hombres y mujeres en los productos culturales. «Nunca he escuchado a nadie decir libros de chicos y sí se oye a decir ‘libros de chicas’ y tiene una connotación negativa, es como literatura ‘menor’«, añade. Una sensación que comparte Inma, que dice que hay muchos prejuicios. La solución es que los hombres «se atrevan a leer libros de chicas«, dice Irene.
Porque este problema no es nuevo. Mientras que autoras como Jane Austen o las hermanas Brönte se consideran imprescindibles para cualquier amante de la literatura, la mayoría de sus lectores son mujeres. Una diferenciación que no se encuentra cuando el escritor es un hombre, como Byron o Shakespeare.
Pero desde luego, la industria sí que nota la diferencia: más de 2 millones de personas siguen a Sarah J. Mass y más de 800.000 a Rebecca Yarros (autora de la saga Empyrean). Mientras que Brandon Sanderson tiene unos 335.000 seguidores. Así que es cuestión de tiempo que haya un gran éxito de ventas como Barbie, escrito, dirigido y protagonizado por una mujer, para que cambie la percepción que existe de este, mal llamado, género «de chicas».
Poco a poco, esos pequeños triunfos ya llegan: este verano la película Romper el círculo, basada en la novela de Colleen Hoover, protagonizada y con guion escrito por una mujer, ha superado todas las expectativas en taquilla. El pasado fin de semana superaba los 200 millones de dólares de recaudación, convirtiéndose en el título romántico más exitoso desde Ha nacido una estrella en 2018. En redes sociales ya lo reclaman: ¡hay que poner de moda el romance!