Aunque Elche le cante al país («Escucha España, patria mía…») y Crevillent a la provincia («És Crevillent un tresor, dels pobles que té Alacant»), varias son las coincidencias que existen en sus dos canciones más populares. Para empezar, ambos son himnos no oficiales. Son los temas más conocidos. Además, los dos tienen entre sus referencias a la Marededéu -la Asunción y la Virgen de la Salud-. Y ambos pueblos los entonan emocionados. Anoche, «Aromas ilicitanos», de Francisco Ibarra, y «És Crevillent un tresor», de Manuel Aznar, sonaban en el lugar que más y mejor comparten ilicitanos y crevillentinos, el centro musical costero de referencia en el Levante español, la playa de El Pinet, donde la habanera acunaba a los abuelos de los que ahora ya peinan canas.
Junto a la torre
En este paraje idílico, junto a la torre medieval donde se cuenta que hacía guardia el popular Cantó, protagonista del hallazgo de la Virgen de los ilicitanos, la cultura ha conseguido cuajar una unión vecinal única, la de crevillentinos -principales moradores de la citada playa- e ilicitanos -que también son muchos allí-. Todo ello, en el II Festival de Habaneras de El Pinet, que recoge el testigo de una serenata con la que la promotora cultural Mónica García Quesada, desde 2019, volvió a poner de relieve el valor de este canto tan popular y tradicional, tanto en Elche como en Crevillent, y que desde hace más de un siglo ambas poblaciones comparten entre los porches de los chalés.
Desde la cala
Cultura viva que el actual alcalde ilicitano, Pablo Ruz, no dudó en fomentar en cuanto asumió el mando en Elche, término municipal en el que se ubican la mayoría de casas de El Pinet -algunas están en término de Santa Pola-. El año pasado, en la primera edición, ya fue el Ayuntamiento de la ciudad de las palmeras el que organizaba, con más medios que la anterior serenata, el evento. Reuniendo a cerca de 500 personas entre el público, que además de en las butacas instaladas junto al escenario, presenciaba el espectáculo desde la pequeña cala que se forma entre el conocido como barrio de Salamanca y el restaurante Galicia.
A más
La de anoche se demostró como una velada que va a más, con un millar de personas. Ya no fue un improvisado grupo de cantantes el que actuó, sino dos masas corales que acudieron de la mano de los ayuntamientos de Crevillent y Elche. Por una parte, el Coro Rabinos y la Rondalla Crevillentina. Por otra, la Coral Ilicitana. Pero no estaban solos, ya que los presentes también conocían y entonaban a una canciones que también son himnos, como «La bella Lola», «Paloma mensajera» o «Yo quiero ser marinero». Y otras tan populares como «La golondrina», «Era una flor» o «Todas las mañanitas». No faltó «Canto de amor» ni «Noches crevillentinas». Y, por su puesto, las ya citadas «Aromas ilicitanos» y «És Crevillent un tresor».
Entregados
Vellos de punta y el corazón envuelto en recuerdos. Con añoranza y alegría. Con un público aún más numeroso que en la primera cita y totalmente entregado a un acto de los que hacen sentir al presente como parte de la historia. De una historia entre vientos de Levante y el sonido dulce de las olas. De un acontecimiento único que sólo se puede dar en El Pinet y que no se quisieron perder el alcalde de Elche, Pablo Ruz, junto a varios concejales, así como la alcaldesa de Crevillent, Lourdes Aznar.
Sabiendo cantar
La cultura «pinetera» acerca a las poblaciones de una comarca llena de encanto cultural y que, cada vez que puede, demuestra aquello de que la unión hace la fuerza. Suenan acordes de una guitarra… y el Baix Vinalopó demuestra que sabe cantar habanera.
Suscríbete para seguir leyendo