El Banco de España emitió a finales de julio un informe al Banco Central Europeo (BCE) en el que se mostró favorable a que la institución presidida por Christine Lagarde no se oponga a la posible adquisición del Sabadell por parte del BBVA, según ha publicado ‘Expansión’ y ha confirmado este periódico. No es ninguna sorpresa: el papel de los supervisores bancarios al evaluar las fusiones se limita a garantizar que las entidades resultantes sean sólidas y no supongan un riesgo para la estabilidad financiera. En cualquier caso, se trata de un trámite relevante, ya que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no aprobará la oferta pública de adquisición (opa) del grupo de origen vasco sobre el catalán hasta que el BCE se pronuncie favorablemente respecto a la misma.
El BBVA notificó la operación al Banco de España el 4 de junio y fue admitida a trámite el 21 de dicho mes. A finales de julio y tras recibir la valoración positiva del área de supervisión bancaria, el consejo de gobierno del banco central español aprobó el traslado al BCE del informe favorable (no vinculante, pero habitualmente seguido). El organismo europeo tiene 60 días laborables para pronunciarse, ampliable en otros 30 días. Es decir, que podría retrasar su pronunciamiento hasta octubre, si bien es más probable que emita su dictamen en septiembre, dado el visto bueno del Banco de España y las características de la operación.
En este proceso, así, el BCE tiene como única misión velar por la estabilidad financiera de la zona euro y no tiene en consideración el impacto de la operación en la competencia. Lo que valora es el efecto de una posible fusión o adquisición en la rentabilidad, solvencia, liquidez, estructura organizativa y capacidad de cumplir con los requisitos de gobernanza de la entidad resultante. De hecho, la institución admite en su web que ve con buenos ojos la concentración bancaria, particularmente entre entidades de distintos países europeos, si bien apunta que no es su función «promover activamente -o evitar- cualquier forma de consolidación».
Visión favorable
El presidente del BBVA, Carlos Torres Vila, desveló a principios de mayo que mantuvo contactos con el organismo antes de lanzar la opa y aseguró que para el BCE «no hay ningún obstáculo; desde su punto de vista, incluso una visión favorable a que haya consolidación». Unos días después, el vicepresidente de la institución, Luis de Guindos, evitó pronunciarse expresamente sobre la operación, pero recordó que el BCE está «a favor de la consolidación» bancaria en la Unión Europea, particularmente si son fusiones transfronterizas entre entidades de distintos países del continente.
El BCE tiene que pronunciarse sobre la posible compra por parte del BBVA del Sabadell y de filiales tales como Sabadell Consumer Finance, TSB (Reino Unido), Institución de Banca Múltiple (México), Sabcapital (México), Banco Atlántico (Bahamas), Bank & Trust (Bahamas) y Financiera Iberoamericana (Cuba). El Banco de España, por su parte, ya confirmó el 23 de julio que no se opone a que el banco de origen vasco se haga con el control indirecto de Paycomet.
El BBVA ha asegurado que estima que su opa recibirá todas las aprobaciones regulatorias necesarias en unos seis meses a partir del anuncio de la oferta el pasado 6 de mayo, es decir, a principios de noviembre. Entonces comenzaría el periodo de aceptación de la oferta por parte de los accionistas del Sabadell, que legalmente puede durar entre 30 y 70 días. Si su propuesta tiene éxito y lograr el apoyo de más del 50% del banco catalán, el grupo de origen vasco tiene la intención de fusionar ambas entidades, lo que según sus estimaciones tardaría otros entre seis y ocho meses y se produciría a «mediados de 2025».
Incertidumbres
El proceso y los plazos, sin embargo, están sometidos a muchas incertidumbres. La primera es si la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) se pronunciará sobre la operación antes o después de que haya concluido el periodo de aceptación de la opa. Ello podría afectar a la decisión que tomen los accionistas del Sabadell, si bien la CNMV ha dejado ya la puerta abierta a esperar a Competencia. La segunda es qué condiciones impondrá la CNMC a la operación y si la llevará a la conocida como fase dos de análisis, en cuyo caso el Gobierno -que se ha mostrado públicamente en contra de la misma- le podría imponer requisitos adicionales para tratar de hacer que el BBVA desista.
En tercer lugar, está por ver si el Ejecutivo ejercerá su derecho de vetar la fusión (que no la compra) de ambos bancos si la opa triunfa, como ha insinuado. De ser así, restaría atractivo económico a la operación, ya que reduciría las sinergias de la integración. Así lo ha reconocido el BBVA ante la SEC (la CNMV estadounidense), si bien lo ha considerado «improbable» y ha defendido que incluso en ese escenario la operación seguiría siendo positiva.
El banco estima que la integración de su competidor le reportaría unas sinergias de 850 millones de euros al año antes de impuestos en España y México (no las prevé en el Reino Unido): 450 millones por ahorro de costes en administración y tecnología (incluyendo el cierre de unas 300 sucursales de las 870 que el grupo combinado tendría a menos de 500 metros), 300 millones por menores gastos de personal (una vez ejecutado el ajuste de plantilla) y 100 millones por los menores costes de financiación. El desembolso para lograrlas sería de unos 1.450 millones antes de impuestos.