El veto del Gobierno a la opa presentada por el grupo húngaro Magyar Vagon sobre Talgo ha marcado la vuelta de vacaciones en el ámbito empresarial. En los últimos días de agosto -con muchos todavía de vacaciones- el Ejecutivo revelaba su no a la propuesta presentada por el grupo húngaro sobre el fabricante de trenes nacional. Un no que explicaban por razones de «seguridad nacional» y de protección de la «autonomía estratégica» a nivel nacional y que argumentaban en base a un informe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en el, aparentemente, se apreciarían riesgos para la seguridad nacional. Con el veto a la opa húngara sobre la mesa, clave para impedir la operación, las dudas están servidas: ¿Y ahora qué pasa con Talgo?


Mientras los sindicatos de la compañía reclaman un «plan B» al Gobierno tras el veto a la propuesta de Magyar Vagon –«la única sobre la mesa», según revela un portavoz de CSIF a ElPlural.com-, desde la dirección de Talgo parecen mantener la calma ante esta situación y se emplazan a que sea Magyar Vagon quien, de nuevo, dé el próximo paso. «Talgo esperará a que Magyar le comunique sus próximos pasos y tomará sus propias decisiones», aseguran desde la compañía a este medio.

Y es que el grupo húngaro ya ha anunciado que tomará “todas las acciones legales a su alcance” contra el no del Gobierno a su propuesta sobre Talgo. Magyar Vagon ha avanzado que recurrirá a acciones legales, tanto en España como a nivel europeo, para defender su oferta sobre el negocio de Talgo. Una opa que, además, tiene carácter amistoso y no hostil, ya que fue aprobada por el consejo de administración de la compañía opada, o más bien con intención de ser opada. Los húngaros están convencidos de la «legitimidad de su oferta voluntaria por Talgo» y pretenden defenderla también por vía legal.

Pase lo que pase, la incertidumbre no deja de aumentar entre los trabajadores de la compañía que, desde hace cinco meses, no dejan de leer y escuchar informaciones en los medios de comunicación. Desde CSIF y CCOO, sindicatos mayoritarios en la compañía, lamentan la inacción de la compañía y la falta de comunicación tanto con la dirección de Talgo como con el Ejecutivo nacional. Y es que aseguran haberse enterado del veto del Gobierno a través de los medios de comunicación en un momento especialmente crítico, marcado por la incertidumbre en la que viven desde hace meses. Así, reclaman reuniones tanto con la cúpula de la compañía -a quien piden convertirse en un actor protagonista de la opa- como con los distintos ministerios del Gobierno con voz en esta historia. 

¿Quién tiene voz en el futuro de Talgo?

Ha sido la Junta de Inversiones Extranjeras la que ha estudiado y analizado la propuesta de la opa presentada por Magyar Vagon -en base a ese informe del CNI que han denominado «información clasificada»– y la que habría encontrado riesgos para la seguridad nacional. La Junta de Inversiones Extranjeras es un órgano interministerial en el que participan tanto el Ministerio de Economía, de Carlos Cuerpo; como el de Comercio y Turismo, de Jordi Hereu; y el de Transportes, liderado por Óscar Puente. Precisamente este ha sido el más crítico con la propuesta de Magyar Vagon y, en reiteradas ocasiones, ya avanzó que el Ejecutivo haría todo lo posible para proteger la «autonomía estratégica» de Talgo. 

Mientras tanto, Talgo mantiene la calma y asegura que «continúa con su actividad industrial y de negocio y sus compromisos con trabajadores, clientes y proveedores como ha hecho a lo largo de sus más de 80 años de historia». Lo que está claro -así lo han reclamado insistentemente los sindicatos- es que Talgo necesita un socio industrial, más que económico o inversor, por lo que tiene que aparecer un plan B en algún momento. ¿Qué pasará ahora entonces? 

La dirección mantiene la calma

Por su parte, el protagonista absoluto de la operación, Talgo, mantiene la calma a la espera de que Magyar Vagon, tal y como ya ha anunciado, recurra la decisión del Gobierno por vías legales españolas y europeas. Cuando esto ocurra, será la justicia la que tenga que decir si, efectivamente, hay una vinculación entre el accionariado y los directivos de Magyar Vagon -o en definitiva del grupo Ganz-Mavag Europe– con el gobierno ruso de Vladimir Putin y que, en caso de que la hubiera, esto suponga un riesgo para la «seguridad nacional» en España o si, por el contrario, la operación no traería consigo riesgos para la seguridad y el «orden público».

De recibir el ok de la justicia española y comunitaria, Magyar Vagon podría mantenerse en la carrera por Talgo, no se sabe si con la misma propuesta presentada hasta ahora o con cambios que podrían gustar más al Ejecutivo nacional. Pero, ¿qué pasa si la justicia da la razón al Gobierno español y reconoce una vinculación directa entre Magyar Vagon, Ganz-Mavag Europe, el Gobierno húngaro de Viktor Orban y Vladimir Putin? 

Aquí entrarían en juego otras de las opciones que se han planteado en los últimos meses, o incluso años, sobre el presente y el futuro de Talgo. Opciones que podrían ir desde un nuevo intento de fusión con Skoda, presentado por la compañía hace poco más de un mes y rechazado por el consejo de Talgo por estar en medio de la opa húngara; por la entrada de otro socio industrial como podría ser la compañía vasca CAF, con quien parece que no se pondría en peligro la «autonomía estratégica» o la «españolidad» de la compañía, obviamente por ser una empresa nacional; la opción de Stadler, otro de los grandes del sector que en algún momento, antes de que se anunciara la opa de Magyar Vagon, se ha mostrado interesado por el fabricante de trenes español o, incluso, la opción de que sea el Gobierno quien, con ayuda de «un socio inversor nacional» entrara en el capital de Talgo a través de la SEPI

Talgo necesita un socio industrial «sí o sí»

Esta última opción fue deslizada por la propia ministra de Hacienda y vicepresidenta primera, María Jesús Montero, en medio de la incertidumbre de los últimos meses sobre el negocio de Talgo. Incluso empezó a sonar el nombre de CriteriaCaixa -el mayor inversor nacional en estos momentos- como posible socio para entrar en el capital de Talgo y asegurar así su viabilidad presente y futura.

Pero es que Talgo no necesita dinero, tal y como reconocen los sindicatos, sino que necesita de un socio industrial «sí o sí» que le otorgue la capacidad de poder hacer frente al amplio volumen de pedidos que tiene, en estos momentos, y que prevé engrosar en los próximos meses y años ante el crecimiento del sector. Para empezar, el pedido de los trenes Avril, o S106, que tiene pendiente de cumplir con Renfe. Según fuentes conocedoras de la operación, parece que fue precisamente la falta de un socio industrial en la opción de Criteria la que dejó sin efecto la propuesta. 

Ahora, con el veto del Gobierno a la propuesta húngara, todas estas opciones vuelven a estar sobre la mesa. Una mesa llena de incertidumbre e incógnitas que, por el momento, parece que tendrá que resolver en primer lugar la justicia española y europea al dar la razón a Magyar Vagon, con el visto bueno a su propuesta; o bien al Gobierno, ratificando su no a la operación. O al menos eso es lo que espera hacer Talgo: mantener la calma hasta ver qué pasa o, en este caso, qué dice la justicia sobre el futuro de la compañía. 

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