Alemania asiste «al hundimiento de su civilización“, con un Gobierno «incapaz de detener ataques a cuchilladas y violaciones“ y una oposición «que son los mismos que nos llevaron aquí“. Con estas consignas, desde el corazón de Dresde, la líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania, Alice Weidel, pidió el voto en las elecciones regionales del próximo domingo para su candidato, Jörg Urban. «Nosotros no somos nazis. Los nazis son los que nos difaman“, siguió ante un millar de seguidores. En las primeras filas y hasta el centro de la plaza, ciudadanos identificables como corrientes, algunos con enormes banderas alemanas. Por los alrededores, adolescentes y cabezas rapadas, mirando desafiantes a un banda de viento ‘enemiga‘ que trataba de hacer inaudible a Weidel, entre pancartas contra la presencia de los nazis. Un cordón policial separa a ambos grupos, mientras a lo lejos desfilan turistas por el conjunto monumental de la capital sajona.
El domingo se celebran unas elecciones cruciales para la AfD en Sajonia y el vecino ‘land’ de Turingia. Los sondeos apuntaban ya a una victoria de la ultraderecha, que podría ser mayor bajo el impacto del atentado yihadista de Solingen, en el oeste del país. El gobierno de Olaf Scholz ha reaccionado con la prohibición de los cuchillos en eventos públicos y el compromiso de acelerar las expulsiones de migrantes irregulares. «Es la declaración formal de su incompetencia. Al islamismo no le detienen las prohibiciones“, dice Weidel.
Las alertas por los ‘lobos solitarios‘ entre los refugiados resurgieron tras el atentado de Solingen, del que se confesó autor un sirio de 26 años, presunto ‘soldado‘ de Estado Islámico (EI). Se da por seguro el ascenso de la AfD a primera fuerza en Turingia, bajo el liderazgo de su cabecilla más radical, Björn Höcke. En Sajonia, la AfD y la conservadora la CDU pugnan por el primer puesto. Urban, el candidado sajón, no tiene el carisma de Höcke. Weidel acudió a reforzarle.
El este alemán
A escala nacional, la AfD es segunda fuerza tras la CDU, pero en Sajonia se disparó ya a la primera posición en las pasadas elecciones europeas. El domingo podría repetir victoria, por primera vez, en un ‘land‘ alemán. «El este vota distinto. Y no es de ahora. Le pegamos el primer golpe de realidad a (Helmut) Kohl cuando se vino a pasear sus falsas promesas“, comenta a EL PERIÓDICO Herbert Zafig, voluntario del partido sobre los 60 años. Alude al lanzamiento de huevos con que recibieron en 1991 al canciller de la reunificación en la ciudad sajona de Halle. Ocurrió un año después de firmarse el Tratado de Unidad. En lugar de fervor, a Kohl le esperaban abucheos, más un par de huevos que se le estrellaron sobre el traje y el rostro. El canciller contraatacó, se lanzó con sus 1,90 metros de altura sobre los manifestantes.
Quienes protestaban no eran ultras, sino izquierdistas descontentos con la «reunificación express» que finiquitó la comunista República Democrática Alemana (RDA). Pero eso no le importa al votante de la AfD. Para él, la imagen de los huevazos a Kohl es emblemática de una ira que arreció bajo Angela Merkel, una canciller originaria del este, pero considerada por muchos como una discípula «occidentalizada“ de Kohl.
Cuna de la islamofobia
De la plaza donde la AfD pide el voto partió hace unos diez años el movimiento islamóbo Pegida, que llegó a congregar multitudes. Luego tomó fuerza también ahí la AfD, tras la decisión de Merkel de no cerrar las fronteras a los refugiados en 2015. Cada visita de la canciller a la ciudad derivó en desfile de protestas y carteles mostrándole la horca.
«En el este alemán pervive el antiamericanismo arquetípico de la RDA y el respeto, o miedo, a Rusia. Eso les acerca a la AfD, partido contra la ayuda a Ucrania“, explica a este diario el politólogo sajón Werner Patzelt, figura polémica por su cercanía tanto a Pegida como a la Hungría del ultranacionalista Viktor Orbán. «Lo que pervive en el este, y se ha dejado crecer, son unas bolsas de neonazis que hostigan a izquierdistas, movimientos pro-derechos humanos y colectivos LGTBI“, rechaza otro politólogo, el berlinés Hajo Funke, autor de varios libros sobre la ultraderecha parlamentaria y sus corrientes sumergidas.
En Dresde, el turismo atraído por su núcleo monumental y sus joyas barrocas tapa esas situaciones. En la llamada ‘Suiza sajona’ y sus alrededores, el acoso es la realidad diaria. Se respira en ciudades como Bautzen, Halle o Pirna, puntos calientes o ‘no go areas’, donde las camaraderías neonazis intimidan hasta la puerta de casa a políticos rivales y organizaciones cívicas. En Zwickau, un grupúsculo neonazi recluta en estos tiempos revueltos su propio Círculo Teutón, alertaba este jueves la televisión pública NDR.