La justicia tailandesa trazó la línea recta: la relación de causalidad, que no de casualidad, cuando un tipo compra una sierra y el día siguiente trocea a otro. El asesinato con premeditación por el que Daniel Sancho ha sido condenado esta mañana a cadena perpetua es el desenlace más fiel a las apariencias, el cartesianismo y la casuística judicial tailandesa. Lo otro hubiera sido difícil de explicar.

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