La República de Gambia es muy particular: un Estado selvático minúsculo cuyo territorio son los escasos 11.000 kilómetros cuadrados de la cuenca del río Gambia, y poco más de 50 kilómetros de ancho. Se trata del país más pequeño de África.
Esta antigua colonia británica está completamente rodeado por Senegal, salvo por un pequeño trozo de costa Atlántica en la desembocadura del río. A pesar de su gran biodiversidad, es el vigésimo país más pobre del mundo, con tan solo 820 euros de PIB per cápita (por comparación, en España son más de 30.000 euros). Está habitado por 2,7 millones de personas, en su mayoría de religión musulmana.
Pedro Sánchez y su comitiva han aterrizado en la capital, Banjul, este miércoles, en la segunda etapa de su gira africana que le llevó previamente a Mauritania y proseguirá en Senegal esta tarde y mañana. Es el primer presidente español que visita Gambia, irrelevante en términos económicos para España. Nuestro país exportó bienes y servicios allí por valor de 22 millones de euros en 2023, e importó tan solo siete millones. Gambia es también un destino de turismo sexual, especialmente de mujeres que buscan hombres jóvenes.
El interés bilateral de España gira alrededor de la inmigración: es uno de los territorios del África occidental con costa atlántica del que salen cayucos hacia las Islas Canarias. Y el presidente ha inaugurado el curso político con el foco en la cuestión migratoria, mientras las llegadas se cuentan por miles y la oposición aprieta con el asunto.
España y Gambia firman este miércoles un Memorando de Entendimiento sobre la migración circular. Se trata de un plan para que ciudadanos de distintos países sean contratados por España en origen y luego regresen cuando terminen su trabajo. “Beneficiará tanto a nuestros países como a nuestros ciudadanos respectivos”, ha dicho el presidente Pedro Sánchez en Banjul. “Queremos fortalecer también las relaciones bilaterales en comercio, cambio climático, industrias verdes o turismo”. El programa de momento solo ha traído en 2023 a 17.400 trabajadores de seis países: Marruecos, Colombia, Honduras, Ecuador, Senegal, Argentina y Uruguay.
Desarrollo de la Armada de Gambia
España lleva dos décadas colaborando con el desarrollo de algo parecido a una Armada gambiana. El ministro de Defensa, Modou Njie, ha agradecido la donación de equipos de alta velocidad, durante la visita al destacamento español en el puerto de Banjul.
España tiene desplegados en Gambia 10 efectivos de las fuerzas de seguridad: cuatro policías nacionales, integrantes de un equipo de Partenariado Operativo Conjunto de la UE; y seis guardias civiles en un destacamento en la capital, que opera una embarcación semirrígida y un vehículo todoterreno, según los datos aportados por Interior a este diario.
Gambia es país de tránsito migratorio, pero también de emisión de emigrantes. Unos 140.000 gambianos han salido del país, según datos de Naciones Unidas. De ellos, uno de cada ocho lo ha hecho hacia España. Muchos han desaparecido en el mar, presuntamente fallecidos durante un viaje por la que es la ruta migratoria marítima más peligrosa del mundo: la que va de las costas africanas del Atlántico hacia las Islas Canarias. Es lo que ha ocurrido con los gambianos Abou Bah, Amadou Wurry Jallow o Serif Mane, solo tres de los nombres de desaparecidos gambianos que siguen buscando sus familias, según destaca la ONG Caminando Fronteras.
El Gobierno gambiano está dando pasos sustanciales para la eliminación de las mafias de tráficos de personas, pero no cumple con los estándares mínimos para su eliminación, según el último informe del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre lucha contra el tráfico de seres humanos, especialmente en lo relativo a la falta de recursos judiciales y al trato de los refugiados.
El camino hacia la democracia de Gambia
Pedro Sánchez se ha reunido con el presidente de la República de Gambia, Adama Barrow. Barrow personaliza el periplo del país hacia la democracia, en el que España jugó un papel relevante.
Gambia estuvo dirigida con mano de hierro (detención y tortura de disidentes, desapariciones forzosas y censura de la prensa) por el teniente Yahya Jammeh, que tomó el poder en un golpe de Estado en 1994.
En 2016 se celebraron elecciones democráticas, que ganó Adama Barrow con un 43% de los votos, cinco puntos más que Jammeh, que no aceptó los resultados. Barrow se refugió en Senegal. Pero la alianza de estados africanos CEDEAO presionó y envió 7.000 soldados para restaurar el orden, forzando la salida del régimen golpista. España apoyó a Barrow desde el principio y fue un actor relevante en la transición desde la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que ostentaba entonces, recuerdan desde el Ministerio de Exteriores.