Pese al dolor y sin retirar la mirada del visor de sus cámaras, un puñado de profesionales ha llevado a cabo en Canarias durante las tres últimas décadas el duro papel de poner luz y taquígrafo al miedo, la desesperación e incluso la muerte que la migración trae al Archipiélago desde el continente africano.

«Ojos que no ven, corazón que no siente». Pocas veces sirve un refrán para describir con tanta exactitud el importante trabajo que sobre la migración en Canarias han realizado los fotoperiodistas en las Islas durante los últimos treinta años, profesionales cuya labor ha resultado crucial para, a través de sus imágenes, trasladar a la ciudadanía la dura realidad del drama migratorio en el Archipiélago.

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