Rosa lleva 18 años pagando una casa en Molina del Segura. En ella vive ella junto a su hija mayor, Alicia, y su nieto de 11 años. La casa está puesta a nombre de su hija, pero la paga Rosa, que siempre se ha ocupado de ambos.
Sin embargo, el estrés de convivir con ella le causó psoriasis nerviosa, por lo que le alquiló un piso en Cartagena para que se independizara, pero, al tiempo, observó que su hija daba libertades y ciertas desatenciones a su nieto.
Por este motivo, decidió mudarse de nuevo con ellos y puso en alquiler la casa de Molina. De la noche a la mañana, sin embargo, Alicia le dijo a su madre que se tenía que ir: Rosa se quedó sin casa y sin poder ver a su nieto.
Además, Alicia quería vender lo único que tenía Rosa. Al ver que su madre no accedía, empezó a acosar al inquilino para que se fuera y así poder venderla.
Rosa luchó por no empezar una guerra, pero Alicia no ha dado su brazo a torcer y solo quiere vender la vivienda o que su madre siga pagando. Mientras tanto, su nieto sufre la situación.
«El dinero es lo que menos me preocupa», ha asegurado Rosa, que sueña con volver a ver a su nieto, a quien ha criado desde pequeño.
La mujer nos ha contado que el detonante fue un comentario desafortunado que le hizo a su hija sobre el piso, que desembocó en una discusión que todavía continúa a día de hoy.
En Y ahora Sonsoles conocimos el caso de Gregoria, que con 99 años ha cumplido su sueño de conocer a su tataranieto. No te pierdas esta familia de 5 generaciones.