El Almirante Kuznetsov, el único portaaviones ruso, representa la obsolescencia naval del país con su anticuado combustible y problemas técnicos constantes.
El Almirante Kuznetsov opera con combustible Mazut: un vestigio del pasado naval
El Almirante Kuznetsov se ha convertido en un símbolo de la obsolescencia de la Armada rusa, enfrentando continuos problemas técnicos y de mantenimiento. Este único portaaviones de Rusia refleja la negligencia y la falta de actualización en la guerra moderna. La característica columna de humo negro que emana de su anticuado sistema de combustible Mazut destaca su tecnología de propulsión primitiva y desfasada, delatando su posición en alta mar.
El Kuznetsov funciona con Mazut, un combustible pesado y tóxico que contiene altos niveles de azufre. Este tipo de combustible, que fue descartado por las armadas occidentales en los años sesenta y setenta, es una clara señal del desdén de Rusia hacia los avances tecnológicos. La quema incompleta de Mazut debido a las obsoletas calderas del Kuznetsov genera espesas nubes de humo negro, un sello distintivo de este barco.
El complejo sistema de calderas y tuberías necesario para procesar el Mazut aumenta las posibilidades de fallos técnicos y exige mantenimiento continuo. Desde las pruebas iniciales en los noventa, la propulsión del Kuznetsov ha presentado numerosos problemas, incluyendo fallos en las calderas y tuberías que han reducido drásticamente su capacidad operativa, llegando en ocasiones a depender de remolcadores para moverse.
Los intentos de modernización del Almirante Kuznetsov no han dado resultados
Los esfuerzos por renovar las calderas y el generador diésel en 2020 no han mostrado avances significativos, evidenciando un historial de mala gestión y corrupción en torno al Almirante Kuznetsov. Entre los incidentes más notorios se encuentra la caída de una grúa sobre su cubierta en 2018, un incendio en la sala de máquinas en 2019 que causó dos muertos y catorce heridos, y un caso de malversación de fondos por parte de un director de astillero, quien desvió cerca de 600.000 dólares destinados a las reparaciones.
Estos acontecimientos reflejan la falta de seriedad con la que se maneja este símbolo de la marina rusa. El Almirante Kuznetsov, en lugar de ser un ejemplo de poderío naval, es un recordatorio constante de la decadencia y la corrupción que afecta a la flota militar de Rusia.
La nave ha estado en un prolongado estado de reentrenamiento desde 2018 y permanece en dique seco debido a daños en la propia infraestructura del dique. Esta situación no solo retrasa su potencial vuelta a la operatividad, sino que también limita la capacidad de Rusia de proyectar su poder naval.
El Almirante Kuznetsov: un monumento a la obsolescencia y a la negligencia rusa
El estado crítico del Almirante Kuznetsov hace que su retorno a la plena operatividad sea poco probable, dado su historial de incendios recurrentes, fallos en los sistemas y corrupción sistémica. La persistente nube de humo negro que emana de su sistema de propulsión no solo simboliza su estado de deterioro, sino que también refleja las carencias de la estrategia militar rusa en su conjunto.
Mientras que las fuerzas navales de Estados Unidos y la OTAN avanzan con flotas modernas y eficientes, Rusia parece anclada en un pasado obsoleto, representado por el humo negro y las calderas defectuosas del Kuznetsov. Este portaaviones no necesita simplemente un reentrenamiento; su estado actual sugiere que lo que realmente requiere es una jubilación anticipada.
La situación del Almirante Kuznetsov es un testimonio palpable de la negligencia y falta de visión que afectan a la Armada rusa, convirtiéndolo en un monumento flotante de la obsolescencia y la incapacidad técnica.
Futuro incierto para el Almirante Kuznetsov y la proyección naval rusa
La prolongada inactividad del Almirante Kuznetsov y los continuos problemas técnicos han dejado a Rusia con una capacidad naval limitada, afectando su proyección de poder en el mar. Sin una solución a la vista para los múltiples problemas del Kuznetsov, la presencia de Rusia en alta mar seguirá siendo menos que impresionante.
Los intentos de modernización del portaaviones han sido, en el mejor de los casos, superficiales, y la corrupción endémica en torno a sus reparaciones ha agravado la situación. Con el Kuznetsov en dique seco y sin fecha clara de retorno, la capacidad de Rusia para desplegar poder naval significativo queda cuestionada.
En un escenario donde las naciones rivales mejoran constantemente sus flotas, la situación del Almirante Kuznetsov subraya la necesidad urgente de reformas en la estrategia y gestión de la Armada rusa, si es que esta desea mantener su relevancia en el teatro naval internacional.