La Convención del Partido Demócrata indudablemente ha impulsado a Kamala Harris a la cima de las encuestas. Al contrario de lo que muchos temían, su condición de vicepresidenta más o menos apartada de las cámaras y por tanto bastante desconocida para gran parte del público general le está beneficiando: no hay más que ver los últimos sondeos. Quedan poco más de dos meses para las elecciones presidenciales estadounidenses, pero sin duda el panorama es mucho más favorable para los demócratas de lo que cualquiera soñaba en junio.
La afroamericana va por delante de Trump en las encuestas a nivel nacional, en las de los estados clave (o swing states, literalmente «estados balancín», porque no votan siempre al mismo partido político) y también en donaciones. Harris ha recibido dinero de más donantes en un mes que Joe Biden a lo largo de los 15 meses que duró su campaña. El récord de recaudación también supera las cifras de Trump: ha ingresado 540 millones solo en el último mes, frente a los 327 millones del magnate a lo largo de toda la campaña. Un punto a destacar es que el 66% de esos donantes son mujeres, y el porcentaje de jóvenes (20%) no es nada desdeñable. Según la campaña de la vicepresidenta, los que han aportado dinero son sobre todo profesores y enfermeras.
La historia apunta a que normalmente se producen pocos cambios en las encuestas después de las convenciones de los partidos estadounidenses, esos eventos que duran una semana en donde se corona por todo lo alto al candidato a la carrera presidencial. Pero en esta ocasión la campaña está siendo atípica también en este aspecto: este lunes -la convención demócrata terminó el jueves pasado-, la media de encuestas muestra que Harris está cuatro puntos por encima de Trump. En concreto, la media de encuestas que realiza FiveThirtyEight da a la fiscal la victoria en las elecciones con un 47% de probabilidades, mientras que el empresario ganaría en un 43% de los casos.
Hace un mes, cuando aún no estaba claro que ella sería la candidata del partido, las encuestas daban empate a ambos aspirantes (en el 44%). La diferencia frente al panorama antes de que se retirara Biden, por tanto, es abismal. El presidente se retiró carrera presidencial el 21 de julio, ocho días después del intento de asesinato de Donald Trump y 71 horas después del discurso de Donald Trump en la Convención Republicana en Milwaukee. En ese momento parecía que Trump tenía todas las de ganar tras el tiroteo y la convención, y especialmente ante un rival cada vez más débil, con tendencia a confundirse en sus intervenciones públicas y nervioso ante la presión que estaba recibiendo por parte de algunas de las figuras más importantes de su partido.
¿Qué ha pasado para que aquellos que contestan las encuestas se hayan volcado con la vicepresidenta? A priori, la campaña se preveía complicada para ella. Ha formado parte del gobierno de Biden, por lo que no es una figura que llegue limpia a la carrera presidencial; su papel equidistante en la guerra de Gaza está provocándole la animadversión de un buen número de jóvenes, y otros muchos no se han olvidado de los errores que cometió cuando intentó presentarse a las elecciones en 2019, que los republicanos se han esforzado en volver a sacar a flote.
La prensa repite insistentemente que los afroamericanos están totalmente volcados con Harris -la vicepresidenta tiene orígenes tanto jamaicanos como indios- y que muchas mujeres han recuperado una ilusión que habían perdido con Biden. Pero la duda ahora es si la ventaja actual es una tendencia que perdurará en el tiempo. Los expertos apuntan a que lo habitual es que el partido que registra mayores mejoras durante las convenciones mantenga su ventaja en las últimas semanas previas a las elecciones, sin embargo, cunde la sensación de que la experiencia es papel mojado porque en estos comicios puede pasar cualquier cosa.
La clave estará en los swing states
Los swing states son aquellos estados de EEUU que cualquiera de los dos candidatos podría ganar. Al contrario de lo que pasa en España u otros lugares del mundo, en Estados Unidos existen partes del país que tienden a votar siempre en el mismo sentido, o demócrata o republicano, y por tanto los candidatos no los priorizan a la hora de orientar sus recursos y tiempo durante la campaña electoral. No siempre son los mismos, y hay que tener en cuenta que las previsiones tienen un papel importante, por lo que pueden variar según la fuente que se consulte.
Los swing states más claros son los que votaron por Biden en 2020 y por Trump en 2016. Integran esta lista Michigan, Wisconsin, Pensilvania, Arizona y Georgia. Y son esos estados a los que hay que atender cuando se consulten las encuestas, porque el resultado de las elecciones no lo decidirá el voto popular a nivel nacional, sino el de esos territorios. Por el momento Harris también tiene cierta ventaja en la mayoría de esos estados, lo que podría darle la mayoría del colegio electoral, algo que sin duda preocupa a Trump.
De conseguir replicar esa ventaja en las urnas, se haría con la presidencia, incluso aunque pierda en los otros. Y eso es lo que quiere evitar la campaña republicana, y por lo que esta semana Trump y su candidato a vicepresidente, JD Vance, se centrarán en Detroit, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin. Ella en cambio hará campaña en Georgia, un estado que fue decisivo para la victoria de Biden en 2020, la primera vez que sus ciudadanos apoyaron a un demócrata en casi 30 años de historia.
¿Puede cambiar la opinión de esos votantes de aquí al 5 de noviembre? Desde luego que sí. A día de hoy, Trump está por encima de Harris en las encuestas que preguntan a los votantes en quién confían más para resolver los problemas económicos, pero tienen una opinión mucho más favorables de Harris en general que de Trump. Ante la pregunta de qué candidato está mejor físicamente para servir como presidente, Harris también va primera, lo mismo que cuando se les pide decir quién es más honesto y confiable, según encuestas que ha ido publicando Politico.
Con todo, los expertos se apresuran a puntualizar que en muchos casos lo que importa no son ni siquiera esos estados, sino ciertos condados de esos estados, puesto que son quienes verdaderamente decantan la balanza hacia uno u otro lado. Moraleja: no hacer tanto caso a dónde se decanta voto popular a nivel nacional, ni a las encuestas a nivel nacional, porque ninguna de las dos cosas decide quién será el presidente.