En mayo de 2012 la NASA anunció que ya sabía con certeza cuál sería el «próximo gran evento cósmico» que afectaría a nuestra galaxia, nuestro sol y nuestro sistema solar. Y sonaba preocupante, porque los astrónomos de la agencia espacial estadounidense hablaban de que se iba a producir una «colisión titánica» de nuestra galaxia, la Vía Láctea, con la vecina galaxia de Andrómeda.
Aunque ambas se encuentran a una distancia de 2,5 millones de años luz, las observaciones del telescopio espacial Hubble llevaron a concluir a la NASA que se están acercando por la atracción mutua de la gravedad y la materia oscura invisible que las rodea. Por eso consideraban que un choque frontal era inevitable, y se decidieron a comunicarlo públicamente para «poner fin a un siglo de especulaciones».
No obstante, también se apresuraron a tranquilizar a la gente. Primero porque se prevé que este evento tenga lugar dentro de cuatro mil millones de años. Y segundo, y más importante, porque aunque es «probable» que el Sol sea lanzado a una nueva región de nuestra galaxia, «la Tierra y nuestro sistema solar no corren peligro de ser destruidos».
La razón de que una colisión galáctica de esta envergadura no nos ponga en riesgo es simple, de acuerdo con la NASA: las estrellas de cada galaxia están tan separadas entre sí que no chocaría unas con otras, aunque sí serían lanzadas a diferentes órbitas alrededor del nuevo centro galáctico. En el peor escenario posible las estrellas se dispersarían en órbitas diferentes y la Vía Láctea perdería su forma aplanada, con la mayoría de las estrellas en órbitas casi circulares.
Sin embargo, hace apenas una semana grupo de científicos de las universidades de Helsinki (Finlandia), Toulouse (Francia) y Durham (Inglaterra) publicó un estudio titulado así: ¿Cuándo será el apocalipsis? No hay certeza de que se produzca una colisión entre la Vía Láctea y Andrómeda. Como se puede extraer fácilmente, su principal conclusión es que, con los datos más recientes, no podemos asegurar que la colisión se vaya a producir. De hecho, estiman que las probabilidades que que suceda son del 50%, aproximadamente, en los próximos 10.000 millones de años.
Es importante decir que el estudio no ha sido revisado por pares aún, algo fundamental en investigaciones de este tipo para asegurar su validez. Pero ha sembrado la sombra de la duda en un tema que parecía que estaba muy claro. Y es que, aunque en la ciencia siempre se trabaja con la incertidumbre, la NASA llegó anunciar que sus observaciones «eliminan cualquier duda de que esté la Andrómeda está destinada a colisionar y fusionarse con la Vía Láctea».
El tiempo de vida de la Tierra
Para algunos expertos el último estudio no cambia nada las previsiones. «El encuentro es inevitable. Vamos hacia allá indiscutiblemente», asegura Miguel Gilarte, presidente de la Asociación Astronómica de España. «Es algo que pasa en todos los cúmulos de galaxias Nosotros nos estamos tragando galaxias vecinas, como la de Sagitario. Así que no queda otra, porque estamos relativamente cerca y la fuerza de gravedad se nota», añade.
Aunque el experto detalla que no sabemos muy bien cómo evolucionan las galaxias, se cree que la resultante de ese choque tendría forma elíptica, similar a la de un balón de rugby, y seguramente sería una de las mayores del universo. Y quizás con el tiempo podría adoptar forma de espiral. «Andrómeda viaja hacia nosotros a una velocidad de 400.000 kilómetros por hora, suficiente para llegar a la Luna en una hora. Pero aún así, como todo va tan lento en el universo, nunca hemos visto nada así. Lo que tenemos de los encuentros entre galaxias es la teoría, porque pueden durar cientos o miles de millones de años», desliza.
El experto considera que no puede saberse con exactitud si la Tierra correrá peligro, pero cree que si las estrellas no chocan entre sí, como afirma la NASA, será difícil que ocurra algo. En cualquier caso, también apunta que para cuando la colisión galáctica se produzca, a nuestro planeta le quedará «poco» tiempo de vida. Y es que dentro de cinco mil millones de años el Sol se convertiría en una gigante roja y nuestro planeta desaparecería.
Para complicar aún más las cosas, en su momento la NASA explicó que la galaxia del Triángulo, que se cree que es una satélite de la Andrómeda, se sumará a la colisión y quizás más tarde se unirá a la fusión. Aunque existe una pequeña posibilidad de que, de hecho, sea la primera en chocar contra la Vía Láctea.
‘Solos’ en el universo
De acuerdo con Guilarte, la Vía Láctea y Andrómeda son muy parecidas, ya que ambas tienen forma de espiral. Pero la segunda es el doble de grande de la primera, y se estima que tiene unas 200.000 millones de estrellas. De hecho, Andrómeda lidera el ranking del llamado Grupo Local, el conjunto de galaxias en el que se encuentra la Vía Láctea, que consta de unas 50 conocidas. Es algo así como nuestro vecindario galáctico.
El futuro de este conjunto de galaxias también parece unido. La fuerza de la gravedad las atrae, así que seguramente todas se acabarán uniendo en una sola. Con el resto de conjuntos galácticos que están más lejanos sucede lo contrario, porque la gravedad no tiene tanta fuerza y al estar el universo en expansión se están alejando cada vez más. «Es como si cogemos un globo, le pintamos puntos negros con un bolígrafo y lo hinchamos. Lo que veremos es que los puntos se irán separando cada vez más unos de otros», ilustra Guilarte. Pero como en el universo hay un horizonte a partir del cual nada es observable, todo apunta que llegará el día en que el resto de galaxias serán invisibles a nuestros ojos.
«El universo se está expandiendo y acelerando, y las colisiones entre galaxias que se encuentran muy cerca unas de otras todavía ocurren porque están limitadas por la gravedad de la materia oscura que las rodea. Las imágenes profundas del universo obtenidas con el telescopio espacial Hubble muestran que estos encuentros entre galaxias eran más comunes en el pasado, cuando el universo era más pequeño», relataron desde la NASA.