Si en los últimos tiempos ha existido un fichaje polémico para unas listas políticas, este ha sido sin lugar a dudas el de Carlos Flores Juberías, condenado a un año de prisión por un “delito de violencia psíquica habitual y 21 faltas de coacciones, injurias y vejaciones” contra su ex mujer y madre de sus hijos según sentencia firme emitida en 2002 por la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia. El que fuera desde 2016 vocal del Consejo Valenciano de Transparencia tras ser designado por el Partido Popular de la Comunidad Valenciana, llegaba “a mesa puesta” a liderar la candidatura a la Generalitat Valenciana por el partido verde ungido por el dedo teocrático de su líder Santiago Abascal.

Cierto es que fue una recomendación del que por aquel entonces fuera persona de máxima confianza del líder de Vox en Valencia Ignacio Gil Lázaro, el que quien sabe si por cobardía o ignorancia debió de omitir que el Catedrático venia “con regalito”. La publicación de partes de la sentencia por los medios de comunicación empezó a dificultar enormemente lo que hasta ese momento se veía como un paseo cómodo hacia la vicepresidencia de la Generalitat del nuevo gobierno de Partido Popular y Vox. Y es que seguramente, los líderes azules en Génova habría pasado sobrevolando como un charran por encima de hechos como la candidatura en 1982 de Flores Juberías por el partido Fuerza Nueva en el que militaba o que permaneciera cobrando del Consell de Transparencia siendo ya candidato por Vox, pero lo que disparó todas las alarmas en el Partido Popular fue leer frases recogidas de la sentencia hacia su exmujer como “ladrona, secuestradora de niños, dueña del calabozo, puta te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo” o cuando se refería a su exsuegro como “sinvergüenza”, “ladrón”, “hijo de puta” o “toda la familia sois igual” en presencia de sus tres nietos menores mientras este los llevaba al colegio y obligó a los Populares a establecer una infranqueable línea roja: vetar al catedrático en la Generalitat.

Y si alguien pensó, que lo que mal empieza, mal acaba, no se equivocó en este trágico episodio de la democracia valenciana. Ante el evidente descuelgue de Flores Juberías, su amigo y mentor Gil Lázaro tuvo que ceder su posición como cabeza de lista por Vox al Congreso de los Diputados, supongo como huida hacia delante ante la pésima propuesta de candidato e intentando amarrar la confianza del emperador de Amurrio por miedo a quedar relegado a esa figura tan característica del partido verde del Presidente Provincial con cuasi nula influencia en la toma de decisiones, lo que al parecer, a tenor de los rumores de pasillo entre responsables de la directiva provincial ha sido inevitable. Sea por lo que fuere, el controvertido militante y candidato de Fuerza Nueva, condenado por maltrato a su expareja e inhabilitado de facto por el portavoz nacional de los Populares Borja Semper al aseverar «una persona condenada por violencia machista no debería dedicarse a la política, al ejercicio público, a la representación de los ciudadanos» se había colado en la cámara de la soberanía nacional para dar su particular “batalla cultural”, con ese estilo arrogante de Catedrático del franquismo mantenido en el tiempo con “las bolitas de alcanfor” de esa “incorrección política” que en su caso está más teñida de mal gusto que de política.

Había comenzado la operación para transformar a aquel Catedrático que sofronizaba con sus petulantes clases en la universidad de Derecho en un revolucionario con aires de intelectualidad capaz de mantenerse en la mamandurria política del discurso de Cristo Rey. La tarea no era fácil, ya que había que transformar aquella águila de San Juan instaurada en el corazón de quien gritaba “viva cristo rey” aclamando a Blas Piñar en la plaza de Oriente en un monarca nuquinegro de origen asiático y real como el logotipo del pájaro de Twitter. Compañía que por esas cosas de las ambiciones y negocios sobre el control de nuestras opiniones de los nuevos dueños dictadura tecnológica, había pasado a llamarse X como si fuera el premonitorio de alguno de los contenidos del tórrido catedrático en su extraña batalla cultural en las redes sociales. Y como el que no quiere la cosa, había nacido un aspirante a influencer verde, dispuesto a sumir el discurso político de un diputado nacional en un lodazal de guano tan detestable y repulsivo como su sentenciado pasado.

En esa evolución de las aves que comenzó en el Jurásico del águila pasmada de sable del corazón de nuestro ínclito catedrático de derecho, que eclipso con su sapiencia al emperador de Amurrio, hasta llegar al pájaro real de Twitter (ahora X) entre las app´s del móvil del Diputado por Valencia de Vox, pocas cosas habían cambiado en el fondo del personaje. Porque al igual que sus exabruptos hacia su exmujer y su exsuegro dañaban la retina de cuantos tuvimos que leer tan impropias expresiones de un aspirante a vicepresidente de la Generalitat Valenciana, no es más agradable leer en su cuenta de X respuestas del estilo de “tonto´l´haba”, “porque es Vd. un desalmado sin escrúpulos (perdón por la pedantería, pero me han dicho que un diputado no debería poner en redes sociales “hijo de la gran puta”)” o “¿Es Vd. la que esta mañana preguntaba acerca del sexo de las ovejas?”.

Y yo me pregunto, ¿esto es lo que un Diputado Nacional y cabeza de lista por Valencia considera “batalla cultural”? Supongo que por más formada en leyes que este su cabeza a golpe de seguro muchas horas de estudio, su personalidad política está en la más tierna infancia y apuntando al ingreso en un reformatorio hasta que alcance la mayoría de edad. Elevar a este personaje a la primera línea política, como hizo Gil Lázaro, es una falta absoluta de respeto a la democracia y a las instituciones, imperdonable para alguien como el presidente provincial de Vox Valencia que lleva toda su vida (desde que compartía listas y escaño con Fraga Iribarne) viviendo de la política. Y desde luego, que el Presidente y líder de la tercera fuerza política de España mantenga a este personaje faltón en la Congreso tras leer sus comentarios en redes sociales, le inhabilita de facto a Santiago Abascal para seguir mareando con sus discursos de lo que se debe de hacer en España cuando es incapaz de poner orden en su casa.

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