Asesinato premeditado o desnuque fortuito, el cadalso o la libertad. A unas horas del desenlace del caso de Daniel Sancho, el más mediático en décadas, no hay conciliación posible de las versiones sobre lo que ocurrió durante las cuatro semanas de juicio oral en el tribunal de Koh Samui. La puerta cerrada –sin periodistas y con amenazas de cárcel o extradición a los filtradores– convierte las percepciones en autos de fe. Solo la lectura de la sentencia dará y quitará razones este jueves.

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