El gobierno laborista del Reino Unido podría recortar la compra de F-35 debido a un déficit presupuestario de 22.000 millones de libras.

Recorte de gasto en defensa pone en riesgo la compra de aviones F-35

El nuevo gobierno laborista del Reino Unido, tras tomar el poder a los conservadores en las recientes elecciones, enfrenta un déficit de 22.000 millones de libras esterlinas, lo que ha desencadenado especulaciones sobre posibles recortes en el presupuesto de defensa. Esta situación podría impactar en la adquisición de los aviones de combate F-35 Lightning II, un compromiso que ya ha mostrado señales de vacilación. Aunque se había proyectado adquirir 138 de estos cazas furtivos de quinta generación, solo se han encargado 48 unidades hasta ahora.

El Ministerio de Defensa británico ha advertido al gobierno sobre los riesgos de abandonar el programa F-35 como medida de ahorro. La decisión podría poner en peligro la seguridad nacional, considerando la gran inversión ya realizada en el Grupo de Ataque de Portaaviones. Según Lord Dannatt, ex jefe del Ejército británico, no continuar con la inversión adecuada en los aviones F-35 convertiría el programa en “un elefante blanco”, lo que subraya la importancia de mantener la compra de estos cazas multifunción.

Hasta la fecha, el Reino Unido ha recibido 34 de los 48 aviones F-35 encargados, con uno de ellos ya dañado irreparablemente en 2021 durante operaciones en el Mediterráneo. La anterior administración conservadora había iniciado negociaciones para la adquisición de 27 aviones adicionales, cuyo costo se estimaba en 5.000 millones de libras. Sin embargo, la viabilidad de este acuerdo es ahora cuestionada bajo la nueva administración laborista.

Debate entre invertir en el F-35 o en el futuro caza Tempest

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En medio de las incertidumbres sobre el presupuesto de defensa, el gobierno laborista podría verse obligado a elegir entre continuar con el programa F-35 o invertir en el desarrollo del caza Tempest de sexta generación. El proyecto Tempest forma parte del Programa de Combate Aéreo Global (GCAP), una colaboración entre Reino Unido, Italia y Japón, que promete un enfoque innovador con cazas tripulados apoyados por sistemas aéreos no tripulados. Este programa refleja la visión de futuro de la defensa aérea británica y podría ofrecer una alternativa a largo plazo al F-35.

Mientras Estados Unidos evalúa los costos y beneficios de su propio programa de Dominio Aéreo de Próxima Generación (NGAD), el Reino Unido se enfrenta a decisiones similares. A pesar de la presión para reducir gastos, los responsables de la defensa británica insisten en que la interoperabilidad con los aliados de la OTAN y socios regionales es fundamental, y el F-35 ha sido una pieza clave en este aspecto. Sin embargo, las críticas sobre la capacidad y el futuro incierto de la plataforma F-35 han llevado a un debate abierto sobre su continuidad.

Francis Tusa, un analista de defensa, ha descrito el F-35 como una “plataforma menos capaz y defectuosa”, lo que refuerza las preocupaciones sobre la viabilidad a largo plazo de mantener la inversión en este caza de quinta generación. Esta opinión se suma a las voces dentro del gobierno que abogan por priorizar el desarrollo del Tempest, un proyecto que no solo promete avances tecnológicos, sino también un impulso a la industria aeroespacial británica.

El impacto económico de priorizar el desarrollo del caza Tempest

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Lockheed Martin F-35B Lighting II. Crédito de la imagen: Royal Navy.

El programa Tempest no solo representa un avance en la capacidad militar del Reino Unido, sino también un motor económico significativo. Según BAE Systems, más de 1.000 proveedores están involucrados en el programa GCAP, empleando a 3.500 personas directamente y sosteniendo alrededor de 16.000 empleos en el Reino Unido. Esto subraya la importancia del Tempest no solo como un proyecto militar, sino también como un factor clave para la economía nacional.

Con el futuro del F-35 en duda, es posible que el Reino Unido decida reducir la producción de estos aviones para centrar sus recursos en el desarrollo del Tempest. Esta decisión podría ser difícil para el gobierno laborista, que debe equilibrar las necesidades de seguridad nacional con la sostenibilidad económica y la creación de empleo. Mientras tanto, la incertidumbre persiste sobre si el compromiso con el F-35 se mantendrá o si Londres apostará decididamente por la nueva generación de cazas.

El escenario actual plantea un desafío para el gobierno de Sir Keir Starmer, que debe tomar decisiones estratégicas sobre la dirección futura de la defensa del Reino Unido. La elección entre continuar con el programa F-35 o centrarse en el desarrollo del Tempest tendrá implicaciones de largo alcance, no solo para la seguridad del país, sino también para su posición en la industria aeroespacial global y su capacidad de innovar y liderar en tecnologías de defensa avanzadas.

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