El debate sobre el anonimato y la difusión de desinformación en internet está más vivo que nunca. Una semana después de la petición de acabar con el anonimato online del fiscal de Sala de la Unidad de Delitos de Odio en España, Miguel Ángel Aguilar, a raíz del caso de Mocejón, Pavel Durov, multimillonario fundador y CEO de la aplicación de mensajería Telegram, ha sido arrestado en París. En España, hace meses se ordenaba el bloqueo de esta aplicación por motivos similares de los que se le acusa ahora en Francia.
Las autoridades francesas han confirmado a los medios que Durov fue arrestado como parte de una investigación policial sobre la actividad delictiva que tiene lugar en la red social. La investigación se centra en la falta de moderadores en Telegram y que la policía considera que permite a los criminales campar a sus anchas en la aplicación.
En respuesta a estas acusaciones, la empresa ha emitido un comunicado anónimo en defensa de su fundador donde asegura que «es absurdo afirmar que una plataforma o su propietario son responsables del abuso de esa plataforma». Sin embargo, la Ley de Servicios Digitales (Digital Service Act, DSA) obliga a las plataformas online a moderar sus contenidos, retirar los que sean ilegales y a hacer los algoritmos más transparentes.
Libertad de expresión
Personalidades del mundo de la política, como el expresidente ruso Dmitri Medvédev, o de la tecnología, como Elon Musk, han criticado a la Unión Europea por permitir su detención, haciendo de él un mártir político. También el abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, se ha unido al reproche.
Durov y su plataforma son conocidos por la defensa a toda costa de la libertad de expresión. En países como Rusia se ha prohibido su uso por no facilitar información de disidentes políticos. Pavel Durov, originario de Rusia, abandonó el país tras vender su primera empresa, el Facebook Ruso, en el que se negó a ceder datos de los usuarios a las autoridades. Telegram tiene su sede en Dubái; Durov tiene tanto ciudadanía francesa como de Emiratos Árabes Unidos.
A diferencia de WhatsApp, Telegram permite la creación de chats grupales de hasta 200.000 miembros. Esto ha propiciado que se acerque más al uso de las redes sociales que a las aplicaciones de mensajería para hablar con familiares y amigos. Además de periodistas y activistas políticos, la falta de moderación y colaboración con las autoridades ha animado a grupos criminales como pedófilos a recurrir a esta herramienta.
Telegram vs. Signal y WhatsApp
Signal, otra plataforma de mensajes considerada como la más segura del mercado, incluso utilizada por los funcionarios de la UE, cifra todas las comunicaciones de extremo a extremo. Esto significa que no tiene acceso ni guarda mensajes, claves ni datos personales en sus servidores. En Signal solo los usuarios son dueños de sus datos y conversaciones, que van cifradas de un dispositivo a otro, de esta forma, la empresa no puede entregarlos a las autoridades ni siquiera por orden judicial. Como prueba de ello, Signal somete su código a auditorías externas.
Por otro lado, WhatsApp, propiedad de Meta, también usa el cifrado de extremo a extremo, pero solo lo aplica a los mensajes, las conversaciones entre usuarios. Los datos del perfil- Aunque no pueda ofrecer el contenido de la conversación, WhatsApp sí ofrece a las autoridades que lo reclaman información como los contactos de esa persona, cuándo está conectada y el origen y destino de cada mensaje. Un informe de 2021, apunta a WhatsApp y iMessage de Apple como las apps que más colaboran con las autoridades de investigación como el FBI.
Telegram, por su parte, no cifra de extremo a extremo por defecto. Esta aplicación guarda los datos del usuario y del dispositivo desde el que escribe: nombre, teléfono, contactos o dirección IP, incluso, metadatos y conversaciones en la nube. La herramienta de Durov usa un protocolo propietario (no transparente) llamado MTProto.