En el fútbol puedes jugar mal y ganar, puedes merecer vencer y perder, puedes avasallar a tu rival y ni marcar o puede aparecerte la Virgen e imponerte cuando merecías ser goleado. Nada puede medirse en un deporte en el que sus protagonistas fallan goles sin portero en una portería gigante. Cierto es que esta noche, ante el Celta, el Villarreal no fue superior al conjunto vigués, no hizo más méritos que los gallegos para lograr el triunfo y quizá un empate hubiera sido lo más justo, puesto que los de Marcelino García Toral volvieron a mostrarse muy vulnerables en defensa.
Pero el Submarino generó muchas ocasiones, tiró de garra, raza, oficio y calidad. Se levantó cada vez que fue golpeado o fue tumbado. Volvió a rehacerse una y otra vez… pese al árbitro y a su cómplice, el VAR.
Nadie duda de su profesionalismo, pero en situaciones como las de esta noche es muy complicado no apuntar a Ortiz Arias (el colegiado) y a Figueroa Vázquez (VAR).
La colección de errores y no querer ver fue de traca: penalti claro a Gerard en la primera mitad; empujón que evita que Albiol salte en la acción del 3-3; gol anulado (dicen que por el fuera de juego semiautomático) a Comesaña que hubiera sido el 4-3 que nadie comprende (ni en imágenes puede demostrarse); y hasta el penalti definitivo del triunfo a Barry en el minuto 98, para el colegiado era fuera del área… hasta que ¡sí, por fin!, el VAR advirtió a Ortiz Arias que se estaba comiendo un penalti de campeonato, que encima falló Parejo, pero cuyo rechace significó un 4-3 de auténtico infarto.
Mazazo inicial
Marcelino, como había anunciado, hizo las rotaciones previstas, regresando al equipo los que descansaron en Sevilla: Albiol, Dani Parejo, Yeremy Pino y Gerard Moreno. El resto, los habituales con un equipo ya reconocible en el que Santi Comesaña, en gran momento, le está ganando la partida al recién fichado Pape Gueye.
Pero el guión del inicio del choque no fue el previsto… al menos por la afición amarilla. El Celta se adueñó del balón, y a base de intensidad y empuje de jóvenes descarados como Damián, Carreira y Alfon González, fichajes de su filial y a los que conoce muy bien el técnico Claudio Giráldez (ex del Celta B), dominaron y apretaron mucho a un Submarino incapaz de encontrarse a gusto sobre el campo.
El primer gol
Tal fue la superioridad visitante que a los once minutos el Celta ya mandaba. Alfon cogía la espalda a la zaga, el meta Conde calculaba mal en la salida y el celtiña remataba sin portero, disparo que sacó bajo palos Sergi Cardona, pero cuyo rechace aprovechó Borja Iglesias para hacer el 0-1.
Un golpe inesperado que dejó grogui a un Submarino que hasta pasado el minuto 20 no dio señales de vida. Gerard Moreno reclamaba un penalti que parecía claro, pero que el VAR no quiso juzgar y, poco después, en el 26, Sergi Cardona se colaba astutamente al segundo palo a una jugada de estrategia que peinaba el propio Gerard y el lateral izquierdo catalán remachaba a gol, igualando el choque.
El 1-1 despertaba a una afición que estaba atónita hasta dicho instante ante el empuje y el dominio de los gallegos. Un Celta que siguió cual mosca cojonera apretando, y cinco minutos después establecía el 1-2 con una falta que solo el colegiado madrileño Ortiz Arias vio y que Mingueza marcó con un trallazo sin apenas barrera y muy ajustado al palo (de hecho golpeó en el poste antes de entrar), sin que le diera tiempo a Conde a sacarla.
Con la nueva desventaja el Villarreal pisó el acelerador, pero de ahí al descanso solo un remate en el área de Comesaña que salió fuera y una gran ocasión de Alfon González, que sacó Albiol bajo palos, inquietaron a los porteros.
Intercambio de golpes
La segunda parte fue una locura, un intercambio de golpes adornados por las liadas del colegiado y su compi del VAR. Barry igualaba de gran cabezazo a pase milimétrico de Cardona en el 61 (2-2), Pepe dejaba KO a su par y su pase de la muerte se lo metió Jailson en su portería (3-2). Y cuando todo parecía Navidad, Starfelt, previo empujoncito que desequilibró a Albiol, hacía el 3-3 de cabeza en el 80.
Los diez últimos minutos, que fueron 20, fueron una locura. Comesaña marcó en el 89 en posición legal y el VAR miró para otro lado. Por suerte, no lo hizo en el 98, avisando a Ortiz Arias que el agarrón de Hugo Álvarez a Barry fue penalti. Parejo lo falló, pero el rechace le cayó para marcar a placer el 4-3 y darle una victoria a un Villarreal que se acuesta como líder.
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