Canarias importa alrededor de 200.000 toneladas al año de arena procedente del Sahara Occidental sin que esta gran cantidad de áridos pase por los controles necesarios para evitar la llegada de patógenos y especies invasoras de flora y fauna, debido a la falta de las infraestructuras necesarias en los puertos dependientes del Estado. La Asociación Canaria de Amigos del Pueblo Saharaui (Acaps) lo denuncia desde el año 2001, lo puso de manifiesto el diputado nacionalista Mario Cabrera en la última sesión plenaria del Parlamento el pasado mes de julio y lo reconoció el consejero de Política Territorial, Manuel Miranda: «la entrada de arena se produce a través de puertos estatales porque los autonómicos no tienen competencia para comerciar con terceros países, pero tampoco cuentan con las instalaciones que garanticen las condiciones sanitarias». Una situación que, además, supone un flagrante incumplimiento de la Orden del año 2001 por la que el propio Gobierno de Canarias establecía las «medidas generales y urgentes» para el «tratamiento de arenas procedentes del continente africano, destinados al uso de la construcción, asfaltado o cualquier otro, con excepción del utilizado para la generación de playas».

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