Dos menores fueron detenidos este miércoles por un delito de homicidio en grado de tentativa y otro de odio, y otros dos son investigados como colaboradores necesarios. Atentaron en Adra (Almería) a mediados de abril contra una persona sin hogar que pernoctaba en su lugar habitual de residencia. Le prendieron fuego vivo. Hasta que llegaron los equipos de emergencias, fue un testigo de los hechos quien asistió a la víctima y trató de controlar las llamas.
Los investigadores constataron que dos menores le habían prendido fuego a la víctima, mientras otros dos «les ayudaban y animaban». Este es el último caso conocido de agresión a una persona en situación de sinhogarismo, pero no el único. De acuerdo con datos recogidos por el Observatorio HATEnto, de la entidad de iniciativa social HOGAR SÍ, al menos un 47% de las personas en situación de sinhogarismo afirman haber sido víctimas de un delito de odio. Se trata de estadísticas recogidas en el año 2015 y evidencian que el 42,49% han sufrido insultos o trato vejatorio por el hecho de encontrarse en situación de sinhogarismo, el 40,48% han sufrido agresiones físicas y el 20,2% acoso e intimidación.
Para encontrar unos datos actualizados sobre las agresiones a personas en situación de sinhogarismo hay que remitirse a la última encuesta sobre personas sin hogar del INE del año 2022. Uno de los aspectos que analiza es cuántas personas sin hogar han sido «víctimas de algún delito o agresión y tipo de delito o agresión por sexo»: el 50,3% han sido víctimas de algún delito o agresión.
Aporofobia, odio al pobre
De las agresiones analizadas, al 34,6% les han insultado o amenazado, al 32,8% les han robado, el 19,6% han sido agredidos o al 19,2% les han timado. Esta alta cifra es un resultado directo, señalan desde HOGAR SÍ, de la ausencia de un hogar, que supone no sólo una falta de vivienda, sino también la vulneración de otros derechos esenciales, como la salud, el empleo o la seguridad.
Marina Sánchez, del Observatorio HATEnto de HOGAR SÍ, incide en que «es necesario diferenciar las agresiones de los delitos de odio». «El sinhogarismo vulnera el derecho a la seguridad por el hecho de verse obligadas a verse expuestas a la violencia y exposición continuada en situación de calle. Los delitos de odio son aquellas agresiones físicas, verbales, amenazas, denegación de servicios que se realizan contra una persona por el hecho de pertenecer a un determinado grupo social. Este grupo social se caracteriza por su raza, orientación sexual, ideología política o, en el caso que nos concierne, situación económica o de pobreza», refleja. Cuando una persona comete un delito de odio contra una persona sin hogar «no solo le está mandando el mensaje a esa persona en concreto, sino a todas las que se encuentran en su misma situación», una situación muy vulnerable y cercada por la pobreza.
«La aporofobia -el odio al pobre- se nutre de los estereotipos y prejuicios que la mente ha creado de forma inconsciente para dar sentido a la existencia de esa pobreza continuada, cronificada e ignorada por instituciones y ciudadanía», declara la portavoz del Observatorio. Sánchez resume que la existencia de una gran parte de ciudadanía en situación de pobreza grave y crónica (personas sin acceso a vivienda, a la alimentación básica o a la salud) es una realidad, y que esta población ha sido «empujada» a su situación «tras haber sido fallada por el sistema de manera continuada, que no ha sido capaz de ofrecer y cubrir sus derechos básicos». «La parte de la población que no se encuentra en situación de pobreza y ve día tras día esta desigualdad necesita encontrar un sentido a esta vulneración continuada de derechos, que explique por qué unas personas sí tienen acceso, por ejemplo, a un techo y por qué otras no».
Agresores jóvenes
Desde HOGAR SÍ, hacen hincapié en que las conductas violentas y la expansión del odio «crecen día a día entre los grupos de jóvenes», especialmente si se presta atención a los delitos de odio por aporofobia. «Cuando una persona comete un delito de odio contra una persona en situación de sinhogarismo por motivos de aporofobia está mostrando ese odio y rechazo, y pretende extender ese mensaje a todas las personas que se encuentran en su misma situación o comparten características comunes. Las personas que cometen este delito parten de una posición de superioridad y pretenden subrayar la hegemonía social existente, de manera que se conserve la subordinación de unos grupos frente a otros», sostiene Sánchez.
Según datos del Observatorio HATEnto, el 28% de las personas responsables de la agresión o humillación fueron chicos jóvenes que estaban de fiesta. «Debería aumentarse la protección para incrementar la seguridad, aunque no hay nada más seguro que el poder contar con un hogar estable y continuado», apoya la portavoz del Observatorio.
La tendencia de grupos de jóvenes a actuar de manera violenta por motivos de aporofobia «no es casualidad y debemos abordarla lo antes posible», alerta, y la responsabilidad de hacerlo recae en «los centros educativos, los entornos familiares, vecinales y comunitarios». El odio al pobre se aprende, dice, pero «creemos que es posible desaprenderlo e, incluso, no llegar a aprenderlo nunca».
El 87% no denuncia
Contar con registros de delitos de odio contra las personas sin hogar se torna más complicado que registrar únicamente las agresiones. Desde el Observatorio HATEnto llevan un conteo de delitos de odio detectados gracias a la denuncia de los medios de comunicación, redes sociales o comunicación de la ciudadanía, y derivan esos casos a la Fiscalía para facilitar su detección y posterior evaluación. Hasta la fecha, han remitido 12 agresiones de este tipo.
Marina Sánchez destaca que existe una situación de «infradetección e infradenuncia de delitos de odio» contra personas en situación de sinhogarismo. Según los datos recogidos por nuestro Observatorio HATEnto, el 87% de las personas agredidas no denuncia y el 81,3% lo ha sufrido en más de una ocasión. «Muchos de ellos quedan invisibilizados y, por lo tanto, no reciben el acompañamiento y la misma posibilidad de reparación que los casos que sí se detectan», asegura.
Desde el Observatorio HATEnto, solicitan a ciudadanos y profesionales que, ante un delito de odio contra personas sin hogar no miren para otro lado y actúen, puesto que sus estadísticas reflejan que el 68% de las personas que presencian estos delitos no hicieron nada para pararlo o para colaborar en el proceso de denuncia. «El sinhogarismo es un fallo estructural, nunca una decisión propia ni una consecuencia de malas decisiones», zanja Marina Sánchez.