El estrés producido por el confinamiento, y no la infección por covid, tuvo un impacto en los ciclos menstruales de las mujeres. El encierro, que se produjo de marzo a mayo de 2020, provocó cambios que consistieron en la ausencia de menstruación, en el retraso de la misma y en sangrados abundantes. Así lo constata el estudio ‘Efectos del confinamiento por el SARS-Covid-19 sobre el patrón menstrual’, liderado por dos ginecólogos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y que recogió, en una encuesta ‘online’, las observaciones de las mujeres sobre sus ciclos. Hasta ahora se habían hecho investigaciones sobre cómo la vacuna e incluso el coronavirus habían afectado a las reglas de las mujeres, pero este es el primer estudio que buscaba dilucidar si el encierro domiciliario también había alterado los ciclos.
En este informe, publicado en la revista ‘Medicina Clínica’, participaron un total de 6.440 mujeres, de entre 15 y 55 años, de toda España (se trata de la muestra más extensa de mujeres que menstrúan publicada hasta ahora), que no contrajeron el covid y que respondieron una extensa encuesta vía WhatsApp. De esta muestra se excluyó a mujeres que tomaban anticonceptivos hormonales, ya que estos fármacos regulan el ciclo menstrual. «Queríamos saber hasta qué punto estar en aislamiento influía en los cambios menstruales. Había dos grupos de mujeres: las que se quedaban en casa aisladas y las que salían porque formaban parte de los servicios esenciales, como las sanitarias o las cajeras de supermercado», explica Joaquim Calaf, ginecólogo de Sant Pau y uno de los autores del estudio. «Por el contrario, vimos que la infección por covid no alteró los ciclos menstruales», añade este médico.
«Los médicos vieron cómo las mujeres que vivieron con más estrés el confinamiento fueron las que más cambios en el ciclo experimentaron»
Los médicos vieron cómo las mujeres que vivieron con más estrés el confinamiento fueron las que más cambios en el ciclo experimentaron. «Por ejemplo, dos enfermeras de ucis en situación de gran tension o dos conductoras de bus o cajeras de supermercado, aunque estén expuestas a los mismos estresores, presentan alteraciones menstruales dependiendo de cómo vivieron aquella situación», explica Calaf. Así, no era tan relevante el trabajo en sí como el «componente emocional» del mismo. «No se trataba tanto de estar muy aislada o muy explotada por el trabajo, sino de cómo te afectaba la situación y del miedo a contagiarte. A veces no era temor de infectarse ellas mismas, sino de llegar a casa y contaminar a un familiar», añade este ginecológo.
Los investigadores preguntaron a estas mujeres qué tipo de estrés sintieron: si miedo a perder el trabajo, a contagiarse ellas mismas, a contaminar a un familiar o ansiedad por el confinamiento. «Vimos que cuanto mayor eran estos niveles, más cambios se producían en los ciclos menstruales, que consistían, básicamente, en la ausencia o retraso de menstruación o en sangrados abundantes», dice por su parte el también ginecólogo de Sant Pau Josep Perelló.
«El retraso, la ausencia o los sangrados abundantes fueron los cambios más frecuentes»
Caída de la actividad sexual
Los médicos recabaron información sobre las actividades de estas mujeres durante el confinamiento, su actividad sexual, sus percepciones sobre su estado emocional, los cambios en sus características menstruales y el impacto cotidiano. Para el 50,1% de las entrevistadas, su calidad de vida global empeoró durante el encierro domiciliario, mientras que el 41,3% permaneció más o menos igual y el 8,7% reportó una mejora. La actividad sexual durante el confinamiento disminuyó en el 49,8% de las encuestadas, se mantuvo sin cambios en el 40,7% y aumentó en el 9,5%.
Los investigadores no encontraron «diferencias estadísticamente significativas» en los cambios menstruales en las mujeres que tomaban anticonceptivos no hormonales cuando estos cambios se evaluaron según la duración y características del aislamiento, la percepción de exposición al covid y la situación laboral. Pero sí hallaron «diferencias estadísticamente significativas» en la regularidad, duración y cantidad de la menstruación relacionados con la «intensidad de los cambios en el estado emocional por factores estresantes del confinamiento».
Estrés y ciclo menstrual
El estudio concluye, de esta manera, que los cambios en el estado emocional, pero no la duración e intensidad del aislamiento o la exposición a la enfermedad, influyeron significativamente en los trastornos menstruales durante el confinamiento por covid. Así, el predíctor más significativo de un cambio en el patrón menstrual fue la percepción individual de ansiedad, independientemente del estado laboral, el grado de aislamiento o la vulnerabilidad a la enfermedad. Aun así, como los propios investigadores reconocen, es imposible saber cuántas mujeres vieron afectado su ciclo menstrual debido al encierro. «Sabemos que gente que responde a la encuesta es la más sensibilizada al problema. Por eso no se puede saber el total de afectadas», admite Perelló.
Este resultado confirma la hipótesis de que las alteraciones menstruales se relacionan de forma muy significativa con la sensibilidad individual al estrés y con el estado emocional de la mujer, y no tienen tanto que ver con la gravedad de la situación estresante. No todas las mujeres reaccionan de forma idéntica ante circunstancias similares.
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