-Párese a la derecha, por favor – dijo un miembro de la Policía Nacional Bolivariana.

Comienzan los nervios para el joven de 22 años, que prefiere mantener el anonimato. Le advierten de que le van a revisar su coche. Lo hacen. No encuentran nada sospechoso y después le hacen una pregunta.

-¿A qué te dedicas?
-Periodista, responde el joven.

Luego de chequear sus documentos y terminada la faena con el vehículo, es momento de revisar el móvil.

-Dame tu teléfono, chamo – le dicen.
-Oye, para esto necesitas una orden.
-Ya, pero por esto si quiero te puedo meter preso. Pero me caes bien y esta es una orden presidencial. Así que dame tu teléfono y quédate quieto.


Un joven con el rostro tapado durante una manifestación contra el régimen chavista en Caracas el pasado 17 de agosto.

Reuters

No tuvo otra opción. El funcionario tiene el móvil del joven en la mano y de inmediato va a la aplicación de WhatsApp. Busca la lupa, el buscador, y escribe la palabra más importante para ellos: «Maduro».

El chequeo telefónico continúa. Ahora buscan «María Corina», tratando de encontrar indicios de actividad política o cualquier cosa negativa para el chavismo. No consiguieron nada, lo intentan ahora con «guarimbas», la forma con la que el gobierno se refiere a las protestas.

No encontraron nada. Lo dejaron ir. «Pasa», le dijeron.

En Venezuela las denuncias de ciudadanos a quienes les han revisado el celular en las calles aumentan. Por temor a las historias que se cuentan en la opinión pública o en las conversaciones en puestos de trabajo, los venezolanos han decidido vaciar chats o borrar conversaciones, fotos y videos relacionados a las manifestaciones, a María Corina Machado o Edmundo González, antes de salir a la calles.

Otros tantos decidieron salir sin celular o hasta acompañados para evitar estar solos y los requisen. El temor de terminar preso en algunas de las cárceles venezolanas y formar parte de la lista de más de 1500 personas detenidas, según la ONG Foro Penal, es real.

La líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, junto a sus compañeros en una manifestación en Caracas el pasado 17 de agosto.


La líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, junto a sus compañeros en una manifestación en Caracas el pasado 17 de agosto.

Reuters

Además, se han hecho públicos casos de personas detenidas por publicar un estado en WhatsApp a favor de la oposición o un video en TikTok. Incluso, recientemente despidieron a casi 100 empleados del canal del Estado, Venezolana de Televisión (VTV) por “haber dado like, comentar o publicar contenido a favor de las manifestaciones”, según publicó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP).

El régimen de Nicolás Maduro ha tomado medidas represivas para tratar de controlar a los manifestantes o a aquel que se le oponga por cualquier vía. En las zonas populares ha sido mayor el ensañamiento, porque fueron los lugares que más apoyaron al chavismo en sus 25 años de gobierno, pero fueron los primeros en salir a las calles de manera espontánea en Caracas, y diversos estados del país, justo el día siguiente de conocer los resultados dados por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

“Aquí desde las diez de la mañana (del sábado) ya había tanquetas, muchos policías y guardias en la entrada del barrio para asustar y amedrentar a la gente. Todo eso para que no fueran a la marcha de María Corina”, dijo Yamileth, quien vive en Petare, una de las barriadas populares más grandes de Latinoamérica. Ella no fue a la manifestación, pero salió a hacer unas compras y vio como estaban vigilantes los funcionarios de seguridad.

En Catia, otra importante zona popular ubicada al oeste de la capital, sitio donde existieron durante años los llamados «colectivos»- grupo de personas armadas afectas al chavismo- también hubo amenazas a los residentes de la zona.

“La gente estaba caceroleando y la policía pasó para intimidar. Yo vi cómo funcionarios de la DIP (Dirección de Investigaciones Penales) entraban a las casas y sacaban a la gente que se regresaba después de protestar. Eran más de cinco patrullas haciendo recorridos por aquí”, contó una persona bajo anonimato, quien vive en la zona popular del 23 de Enero, ubicada a escasos metros del Palacio de Miraflores.

A estas acciones los analistas políticos y la opinión pública en Venezuela atribuyen la merma de manifestantes que hubo en la protesta del sábado en el país. Más bien reconocen y hablan con admiración sobre cómo ante las últimas tres semanas de tensa situación política y persecución, los venezolanos regresaron a las calles. Eso sí, de otra forma, más organizada y esperando las convocatorias que hace la oposición.

En la concentración del pasado sábado algunas personas decían que “salían con miedo, pero salían”. Otros comentaban que “al miedo hay que derrotarlo”. Mientras que algunos en medio de la concentración buscaban estar cerca de alguna calle que les permitiera correr en caso de que “pasara algo”. Los periodistas que cubren las protestas, retomaron el hábito- como en manifestaciones de años anteriores- de salir con cascos, chalecos antibalas y máscaras antigases tóxicos en el morral para seguir trabajando en caso de represión.

Cuando Machado culminaba la manifestación en Caracas, los venezolanos regresaron rápido caminando a sus casas, autos o motocicletas para evitar cualquier detención o represión sorpresiva.

El venezolano tiene otra actitud. Aprendió con los años y con la experiencias de las diferentes protestas que se han desarrollado en el país, formas de resguardarse y cuidarse ante la persecución. Están muy atentos, informados y alertas a “cualquier cosa que pueda pasar”.

Sin embargo, aplauden y asientan cada vez que Machado asegura que seguirán en las calles. Dicen con “rebeldía” que lo harán las veces que sean necesarias, pero con orden, cautela y estrategia y ratifican en pancartas que “estos tipos (el régimen) les han quitado tanto, que hasta le quitaron el miedo”.

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