Irse de vacaciones casi es un lujo. Las de este año se han convertido en las más caras de la historia para los canarios, pero a pesar de ello, son muchos los que no quieren renunciar a esos días de descanso aunque sea a costa de tirar de la tarjeta de crédito. Hoteles, restaurantes y comidas cuestan este verano hasta un 36% más que hace cinco años, aunque el destino sea el mismo que en años anteriores. Una diferencia que se nota en el bolsillo y que cada uno trata de mitigar como puede. Recortar la estancia, salir menos a comer o reducir las cervezas y los helados son algunas de las alternativas. 

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