A diferencia de lo que cree mucha gente, Javier Zaragoza, el fiscal de la operación Nécora, no formaba parte de aquella imagen icónica de un helicóptero bajando en el Pazo Baión para lleva a un joven Baltasar Garzón al emblema del narcotráfico. No, aquel 12 de junio de 1990 Zaragoza se encontraba en la antigua Comisaría de la Policía Nacional de Vilagarcía de Arousa, recibiendo a los detenidos y analizando toda la documentación que le traían los agentes para dar inicio a los interrogatorios. Con esta anécdota comienza una charla con un fiscal que ha estado presente, defendiendo el interés público, en algunos de los casos más mediáticos de los últimos 40 años en España, desde la operación Nécora hasta el ‘procés‘, pasando por el 11-M. De vacaciones en las Rías Baixas, Zaragoza ha decidido acercarse a un Pazo Baión que se encuentra muy cambiado con respecto a aquel 12 de junio.
–Usted no estuvo aquella histórica jornada, pero supongo que se acercaría en otro momento a conocer el pazo.
–Pues aunque no se lo crea, esta será mi primera visita al interior del pazo, 34 años después de la operación Nécora. ¡Lo que ha llovido desde entonces! Tengo muchas ganas de conocerlo por dentro y ver como elaboran el vino. Estuve en sus dependencias en 2008, cuando se culminó todo el proceso de decomiso y subasta pública que terminó con la compra de las instalaciones por parte de Condes de Albarei.
«Tengo muchas ganas de conocer el Pazo Baión por dentro y ver como elaboran el vino»
–Lo va a encontrar muy cambiado.
–¡Me lo imagino! Por aquel entonces nos invitaran al juez Carlos Bueren, que fue el que verdaderamente impulsó la incautación del pazo en 1995, y a mi, pero no pude verlo por dentro al tratarse de un acto muy institucional. Siempre me quedó esa espinita y, ahora que estoy de vacaciones, me han ofrecido verlo y no me lo he pensado. Quiero comprarme unas botellas de su vino, conocer su historia y, sobre todo, porque creo que la decisión que tomamos en su día fue la correcta y la que más benefició a que hoy sea una explotación vitivinícola, que era lo que tenía que ser. Sigo pensando que fue de las mejores cosas, sino la mejor, que hicimos desde la Audiencia Nacional con Luis Rubí como administrador judicial. Él se engargó de reflotar esa explotración que estaba infrautilizada y que, en los años siguientes, produjo un gran vino.
–Lo que si ha cambiado mucho es el “modus operandi” de las mafias del narcotráfico, ya no quedan aquellos grandes capos.
–No estoy muy al tanto porque he perdido bastante contacto con este tipo de investigaciones. Es verdad que todos los históricos cayeron o murieron, han llegado otros, … El narcotráfico es un modus vivendi, es una profesión que no se deja de cualquier manera; casi todos vuelven a reincidir porque necesitan esa descarga de adrenalina. Es cierto que ahora son menos visibles y menos conflictivos, pero siguen estando ahí.
«El narcotráfico es un modus vivendi, es una profesión que no se deja de cualquier manera; casi todos vuelven a reincidir porque necesitan esa descarga de adrenalina»
–Pero pese a los esfuerzos de la Policía y de la administración de justicia parece imposible acabar con esta lacra en la comarca.
–Es que el narcotráfico ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma, atomizándose y creando círculos muy pequeños para tratar de burlar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y continuar con su actividad. Busca nuevos métodos para seguir transportando su carga de muerte. Hay que darse cuenta de que el narcotráfico no va a desaparecer, porque siempre hay gente dispuesta a consumir. En los años 80, la droga era el principal problema de este país. Había una gran población toxicómana y eso llevó a tomar medidas, y algunas de ellas muy duras, para parar lo que estaba ocurriendo. Así surgieron el Plan Nacional contra las Drogas y otras iniciativas de choque. Ahora sigue siendo un problema, y grave, pero ya no parece generar esa preocupación en la sociedad. De la operación Nécora se podrán discutir muchas cosas, pero a raíz de ese proceso se desencadenaron una gran cantidad de operaciones contra todos los grupos de narcotraficantes, y acabaron todos entre rejas. Fue un cambio de paradigma.
–El problema es que parece haberse extendido a otras zonas de España.
–Aquí nunca llegó a ocurrir como en el Campo de Gibraltar. Cuando se ataca a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, llegando a asesinar a alguno de ellos, como ha ocurrido, el Estado no puede permanecer impasible y tiene que actuar. Aquí en Galicia nunca se llegó a dar ese paso de utilizar la violencia. Hubo algún caso aislado, … Hubo algún intento, sobre todo de la mano de Pablo Vioque, pero los narcos gallegos eran muy individualistas y nunca acabó de cuajar el intento de aglutinar a todas las familias en torno a su figura. Vioque llegó a idear una conspiración para atentar contra mí.
–¿Legalizar esas sustancias serviría para que desapareciese el narcotráfico?
–La legalización es un debate de los años 80 que se llegó a valorar, pero se vio que era imposible si no se tomaba una decisión a nivel mundial. Resulta imposible tener una política uniforme y la gran preocupación, que era reinsertar a los toxicómanos, ha encontrado fórmulas y recursos para hacerlo, por eso ya no existe ese debate en la actualidad.
“En mi época también tuvimos algún narcosubmarino”
–¿Van los narcos siempre un paso por delante de los investigadores? Lo digo por los narcosubmarinos y toda la tecnología que utilizan.
–En mi época tuvimos algún narcosubmarino de esos, pero nada que ver con los de ahora. A ver, esa afirmación no es del todo correcta. Los narcos tienen mucho dinero y pueden comprarse el asesoramiento y la más alta tecnología que necesitan para su actividad. La Policía también tiene acceso a esa tecnología, pero también tienen que actuar dentro de la legalidad, un marco que los delincuentes no contemplan, lógicamente, y que obliga a los agentes a solicitar una autorización judicial, a presentar una motivación con sospechas fundadas, abrir una instrucción, iniciar todo el proceso, …, y eso lleva su tiempo.
–La Fundación Galega contra o Narcotráfico lleva años reclamando que se agilicen los trámites para subastar los bienes de los narcos.
–¡Y tienen mucha razón! Ese era un problema que ya teníamos entonces y que no sé cómo se va a solucionar. Nosotros apretábamos mucho para intentar acelerar los procesos y que saliesen a subasta esos bienes pero, por ejemplo, en el caso del Pazo Baión se tardó mucho debido a que los procesos judiciales son muy largos: hay que esperar a la sentencia, presentación de recursos, etc. El Pazo Baión se incautó en 1995, pero no conseguimos que revertiese en un proyecto como el que ahora lo ocupa hasta 2008.
–¿Y no hay forma de agilizarlo?
–Entiendo que hay normas suficientes para tomar este tipo de decisiones de manera más rápida y que es lamentable que se retrase tanto la adjudicación de estos bienes, pero nuestro sistema es muy garantista y a veces cuesta conseguirlo.
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