La miel es uno de los pocos alimentos que acompañan al ser humano desde los principios de su existencia. Incluso diferentes pinturas rupestres, como las situadas en Cueva de la Araña (Bicorp, Valencia), muestran cómo se llevaba a cabo su recolección hace 15.000 años. Sin embargo, según el estudio ‘Análisis del consumo de miel en familias jóvenes con niños’ confeccionado por el Instituto de Investigaciones de Mercado y Marketing Estratégico Ikerfel, solo cuatro de cada diez españoles la incluyen en su dieta al menos una vez por semana.
Esto se debe a que el consumidor habitual de miel en España ha envejecido, puesto que más del 30% tiene 65 o más años de edad, de acuerdo con los datos de consumo alimentario registrados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) durante 2021. En tanto, los jóvenes independientes, las parejas jóvenes sin hijos y las parejas con hijos pequeños representan el 2,4%, el 4,3% y el 7,2%, respectivamente, del volumen de miel que anualmente consumen los españoles.
Y eso que la miel es apreciada en todas partes del mundo como un alimento dulce y apetitoso, al ser una fuente de hidratos de carbono, que contribuyen a la recuperación de la función muscular normal después de realizar ejercicios físicos de gran intensidad. Este efecto benéfico se obtiene al consumir hidratos de carbono de todas las fuentes en una ingesta total de 4 g por kg de peso corporal, en dosis tomadas antes de transcurrir cuatro horas (o, como máximo, seis) después de finalizar un ejercicio físico de gran intensidad. Además, contiene vitamina B6, vitamina que ayuda a regular la actividad hormonal, reduce la fatiga y aporta minerales de una forma equilibrada.
“La miel es un alimento que nos llega sin ningún tipo de procesado, al igual que pasa con la fruta. Asimismo, contiene infinidad de micronutrientes, como vitaminas y minerales. De hecho, es muy importante saber que estos componentes presentes de manera natural en los alimentos son los que cuentan con efectos positivos para nuestra salud”, asegura la nutricionista Paloma Quintana.
Por consiguiente, es el edulcorante perfecto para sustituir otros azúcares. Por ejemplo, se puede aplicar media cucharadita de miel para endulzar tanto el café como el yogur natural o para bañar las tortitas del desayuno. De igual modo, también puede aprovecharse como ingrediente para darle un toque especial a los platos salados, como ensaladas y carnes, o para pochar una cebolla.