En una edición del Súper Pop (los que nacieron en los 70 saben a qué me refiero) apareció una foto de Anthony, el hijo de Alain Delon, que me quitó el sueño. Yo entraba en la adolescencia y era muy sensible a la belleza, masculinidad y aspecto de rebelde y malote macarra de Anthony. Eso fue antes de ver El gatopardo y de conocer a Alain Delon. Ahí supe que estaba asistiendo a un espectáculo de belleza infinita, atemporal y profunda. Algo un poco sobrehumano.

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