Han pasado tres semanas desde que el PSOE y ERC alumbraron un acuerdo que fijaba un nuevo modelo de «financiación singular» para Cataluña. Tres semanas en las que no han cesado las críticas, tanto en la oposición como en los partidos que forman el Gobierno de coalición. En el PSOE, distintos barones cargaron duramente contra la propuesta y advirtieron que no consentirían una reforma que concediese privilegios a unas comunidades frente a otras. Mientras, distintos sectores de Sumar también se opusieron, por romper la solidaridad entre territorios. El ala socialista del Gobierno arranca ahora el nuevo curso tratando de calmar las aguas, garantizando que regirá la «igualdad» entre españoles y abonando la idea de que lo acordado para Cataluña se hará extensivo a otros territorios.

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