Es un auténtico tabú en la estrechísima, casi inexistente, opinión pública marroquí; pero una preocupación cada vez más palpable en la corte palaciega que hace y deshace a su antojo al otro lado del Estrecho. La salud de Mohamed VI, que este miércoles cumple 61 años, se deteriora rápidamente. Las señales son cada vez más visibles en sus contadas y racionadas apariciones públicas. No hay cámara ni censor que puedan ocultarlo: el monarca que llegó hace cinco lustros al trono tiembla y es incapaz de mantenerse en pie durante unos minutos.

La última muestra de su fragilidad fue hace apenas unos días. Tuvo como escenario el palacio real de Tetuán, donde Mohamed VI pasa una temporada. El monarca recibió en una breve audiencia al atleta Soufiane El Bakkali, medallista de oro en los 3.000 metros obstáculos masculinos en los Juegos Olímpicos de París. El único oro cosechado por el país en un medallero exiguo que ha despertado incluso las críticas de la prensa oficialista local. El otro metal fue el bronce logrado por la selección masculina de fútbol tras quedar apeada de la final por España.

El encuentro de El Bakkali mereció una breve noticia de menos de dos minutos de duración en la televisión pública marroquí. Las imágenes ofrecidas por la Casa Real, convenientemente editadas, muestran al monarca con mirada perdida y ánimo decaído. Mohamed VI cruza un breve diálogo con el deportista y, con ayuda del personal del palacio real, le hace entrega del Ouissam Al Arch de la Orden de Comendador. Cuando ambos posan juntos con la condecoración, el monarca comienza a temblar y, de repente, la imagen captada por la cámara también. El movimiento de la mano es claramente perceptible cuando el atleta exhibe la medalla.

El rey Mohamed VI de Marruecos charló con varios heridos y con personal sanitario durante su visita martes al Centro Hospitalario de Marrakech, donde también donó sangre para las víctimas del terremoto que azotó ls montañas del sur de esa ciudad marroquí. | EFE

El tabú de sus achaques médicos

“Lleva años enfermo pero su salud es un tabú. Nadie se atreve a hablar de ello en público por miedo a la represión”, desliza a El Independiente un disidente marroquí. Mohamed VI padecería sarcoidosis -una enfermedad que provoca inflamación, por lo general en sus pulmones, piel y ganglios linfáticos y produce fatiga y pérdida de peso- o la enfermedad de Hashimoto, un trastorno autoinmunitario que afecta a la glándula tiroides. O ambas afecciones a la vez. Ha sido operado dos veces por una arritmia cardiaca, en febrero de 2018 y en junio de 2020. En 2019 también fue intervenido por un tumor benigno en el ojo izquierdo.

La Constitución, reformada en 2011 al calor de las revueltas y las ansias de cambio que recorrieron el mundo árabe, blindó su poder

Sus achaques se han multiplicado a la par que la imagen de fragilidad pública de un monarca que pasa largas temporadas fuera del país, en su palacete de París o en su retiro dorado de Gabón. Su exacto parte médico, a buen recaudo de su equipo de doctores franceses, es un misterio a la altura de su fortuna. Mohamed VI y su familia controlan la economía marroquí. Su patrimonio neto podría oscilar entre los 2.100 millones y los 8.200 millones de dólares. Hace cerca de una década la revista Forbes lo consideró el rey más acaudalado de África y el quinto monarca más rico del planeta.

Ausente pero poderoso

El rey Mohamed VI de Marruecos durante un discurso pronunciado a finales de julio en Rabat. | EFE

Una riqueza que contrasta con su salud quebradiza. Cada vez más demacrado y delgado, Mohamed VI tiene problemas para mantenerse en pie. Lo demostró en su penúltima aparición, cuando a finales de julio dirigió un discurso televisado a la nación con motivo de sus 25 años de reinado. Leyó en todo momento la alocución, sin levantar la mirada y con gestos de cansancio evidentes. La breve intervención, sentado en una mesa y escoltado por su hijo, el príncipe Mulay Hasán, y su hermano Mulay Rachid, comenzó y concluyó con el himno. Para levantarse y sentarse, el monarca necesitó la ayuda de su vástago y un militar. Una vez de pie, no pudo mantener una pose recta.

A pesar de su reiterada ausencia, Mohamed VI tiene un enorme poder en el día a día del reino. La Constitución, reformada en 2011 al calor de las revueltas y las ansias de cambio que recorrieron el mundo árabe, blindó su poder. Le reserva tres áreas como dominio exclusivo: la religión, las cuestiones relacionadas con la seguridad y las grandes decisiones políticas estratégicas. Mohamed VI es, además, el árbitro supremo entre las fuerzas políticas. Unas prerrogativas que garantizan su intromisión en todas las decisiones importantes del país.

¿Abdicación a la española?

“La transición podría estar en marcha, antes incluso de 2025”, advierte una fuente. “Otro escenario es que pueda tener los días contados”, agrega. La abdicación no parece una solución sobre la mesa. Mohamed Ziane, el ex ministro marroquí de 83 años que permanece en la cárcel por instar desde este diario a Mohamed VI a dejar el trono, esbozó una abdicación a la española, siguiendo el modelo que debió firmar Juan Carlos I cuando -con la imagen de la monarquía maltrecha por sus negocios bajo escrutinio judicial- entregó el testigo a Felipe VI. “La sociedad marroquí es muy diferente a la española”, arguye un conocedor de los entresijos palaciegos de Rabat. “Hasán III solo gobernará si el rey fallece”, desliza.

La fórmula más probable es incrementar las responsabilidades del príncipe heredero. “Le puede dar parte de su trabajo, ceder algunas responsabilidades”, señala. En realidad, es un escenario que ya se está produciendo. Mulay Hasán, que cumplió 21 años en mayo, ha ganado relevancia pública en el último año y medio. Ha recibido a miembros de la familia real saudí sin la presencia de su padre o su tío y ha presidido ceremonias militares y académicas en nombre de su progenitor. El joven, aficionado a los coches de lujo, estudia actualmente gobernanza, economía y ciencias sociales en la Universidad Politécnica de Rabat, la institución a la que acuden los hijos de la élite local. Vive con su madre, la discreta princesa Lalla Salma, divorciada del monarca hace seis años y la que se encarga de la formación del futuro rey.

Mulay Hasán podría reinar ya sin necesidad de apoyarse en un Consejo de Regencia, como establece la Constitución en el caso de que un rey sea menor de edad. Su figura se ha vuelto inseparable a la de su padre en los contados actos públicos que preside Mohamed VI. La sucesión abre otras incógnitas como el papel de Mulay Rachid y sus poderosas tres hermanas, que han visto con desaprobación y agitando el descrédito mediático la estrecha relación de Mohamed VI con tres hermanos –el boxeador Abu Bakr Azaitar junto a Ottman y Omar-, que acompañan al monarca allá donde va.

Rodeado del boato habitual, el monarca alauí presidió a finales de julio la ceremonia en la que una docena de gobernadores provinciales le rindieron pleitesía. Una salva de cinco cañonazos cerró el acto en honor al monarca y rogando por su salud.

Los cronistas del régimen entonaron en el despacho de la agencia de noticias estatal Map un “Larga vida al rey”: “La ceremonia de pleitesía, que corona las festividades que marcan el 25º aniversario de la entronización de SM el rey Mohamed VI, que Dios le preserve, es una ocasión para los representantes de las doce regiones del reino de reiterar su aferramiento a la augusta persona del soberano y demostrar que el vínculo entre el trono y el pueblo está profundamente arraigado en la historia de este país y que siempre ha constituido el zócalo de la nación marroquí y la expresión suprema de su solidez y su perennidad”.

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