Pedro Sánchez encara una apertura del curso político más complicada de lo habitual para un dirigente ya de por sí acostumbrado a caminar casi siempre por el alambre. La reciente investidura de Salvador Illa como president supone un trascendental “cambio de etapa”, insisten los socialistas, dejando atrás una larga década de gobiernos independentistas. Pero también ha provocado que se desplacen dos piezas fundamentales para el Ejecutivo central. Numerosos barones del PSOE rechazan el concierto económico para Catalunya pactado con ERC a cambio de su apoyo al exministro de Sanidad, en un movimiento crítico dentro del partido que lidera Sánchez mucho más transversal que en otras ocasiones. La llegada de Illa a la Generalitat también ha alejado a Junts, con los posconvergentes poniendo obstáculos a la tramitación de los Presupuestos y la Moncloa empezando a interiorizar que es probable que las cuentas públicas del año que viene no estén aprobadas antes del 1 de enero. Y el socio minoritario de la coalición, Sumar, se encuentra más débil y dividido que nunca. 

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