Kamala Harris está en el centro del huracán con su candidatura a ser la primera mujer presidente de los Estados Unidos. Para ello está sacando todas las armas de su arsenal, y una de ellas es la joven Ella Emhoff, de 25 años. Porque, como todo el mundo sabe, a los estadounidenses les gusta no solo conocer a quien gobernará, sino que buscan saber quiénes comparten su vida con el posible líder. Por eso Trump puede atacar a su competencia diciendo que es una «loca de los gatos sin hijos».

Porque, en efecto, no es hija biológica de Kamala Harris sino fruto del matrimonio de Douglas Emhoff, el orgulloso marido de la aspirante a presidente, con la productora de cine Kerstin Emhoff. Se divorciaron amistosamente en 2008 después de haber tenido dos hijos, Cole y Ella, y en 2013 los dos abogados se conocieron en una cita a ciegas.

Cole y Ella Emhoff en el día de la inauguración presidencial de Joe Biden y de Kamala Harris como vicepresidenta, en 2021. | Europa Press

El ascenso al estrellato de Ella Emhoff

Kamala y Douglas se casaron un año más tarde, hace ahora una década. Desde entonces han estado muy unidos: por eso Ella tiene un apodo de lo más cariñoso para la abogada, «momala», una mezcla entre su nombre y «mom», que en inglés significa «mamá».

Se ha convertido en una de las personas más buscadas de la campaña del Partido Demócrata. Pelo rizado y corto, grandes gafas redondas, una diadema y un abrigo de Miu Miu garantizaron a Ella toda la atención del público en enero de 2021, en la toma de poder de Biden, cuando tenía solo 22. Su estilo se hizo viral y rápidamente fichó por la agencia de modelos IMG para después cambiarse a una que, evidentemente, encaja mejor con sus intereses.

Es decir, United Talent Agency, que dirige las carreras de personalidades como Malala; artistas como Lil Nas X, Joe Jonas, Diplo o Lizzo; o diseñadores como Riccardo Tisci. Porque su intención no es solo posar o caminar la pasarela, dos oportunidades que ya ha tenido desde 2021. Ella pretende llegar más allá.

No es como las demás

Ella no es como otros que han pasado por su lugar. Ante la posibilidad de ser «primera hija», es decir, hijastra del presidente, solo se ha visto potenciado su estilo diferente y arriesgado. Llaman la atención los colores, los patrones andróginos o incluso masculinos, los tatuajes diseminados por los brazos. Nada que ver con Ivanka Trump, o incluso con Sasha y Malia Obama.

Es influencer y «estrella de la moda indie» y, tras hacerse famosa, dio comienzo a su carrera como modelo posando para la colección de Adidas x Stella McCartney, por ejemplo. Más recientemente se centra en su faceta como artista textil, algunos incluso la califican de activista. Estuvo entre los invitados de la Met Gala, donde escogió lucir un conjunto en color rojo con pantalones y zapatillas.

No se depila las axilas ni las cejas, apenas se maquilla, no es como las otras chicas ni tiene ganas de serlo. Fuma marihuana (y no tiene problema en admitirlo) pero, a diferencia de lo que piensan los republicanos, está totalmente a favor del capitalismo… mientras sea «positivo».

«Vivimos en una sociedad donde el consumo es inherente. Es difícil seguir adelante sin consumir tanto, lo cual genera mucha basura, en general. Y esos efectos negativos en la tierra hacen que sea todavía más difícil vivir. Así que creo que muchas marcas deberían tomar notas para cambiar esa situación», aseguró a Elle en 2021.

Ella Emhoff dice tener poca confianza en sí misma

En su caso, Ella hace cuadros de punto y tiene un club para tejer en el que enseña a otras personas a dominar esta habilidad. Admite haber estado hasta diez horas seguidas trabajando en uno de sus proyectos, durante la pandemia, cuando parece que no había nada más que hacer. Aunque también confiesa que no es de esas personas que concilian fácil el sueño.

Estudió diseño en el centro Parsons de Nueva York y el pasado año sacó una reducida colección de ropa hecha por ella misma, que se agotó rápidamente. Aunque nunca se ha considerado una persona «estilosa», según dijo a Elle, está claro que la moda siempre ha formado parte de su vida. También el DIY (do it yourself), o de las manualidades. Hasta el punto de amenazar con hacerle gorritos de punto a todos los encargados de seguridad de la Casa Blanca mientras su madre era solo vicepresidenta.

«Toda mi vida he tenido muy poca confianza en mí misma y autoestima«, comentó en una entrevista con The Washington Post. Por eso cuando las marcas, los medios y el público empezaron a rifársela fue una auténtica locura a la que tuvo que adaptarse.

Todo el mundo quiso hablar con la hijastra de Kamala Harris después de hacerse viral. ¿Cómo no? Está claro que, con 348.000 seguidores y potencial acceso a la Casa Blanca y a la generación Z al mismo tiempo, hay poca gente más interesante que ella.

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