A finales de la década de 1990, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos impulsó el programa Joint Strike Fighter, marcando un hito en el desarrollo de aviones de combate. El objetivo era crear un caza de quinta generación que pudiera ser utilizado por diversas ramas de las fuerzas armadas estadounidenses, así como por varios aliados internacionales.

En esos años, el F-22 Raptor se destacaba como el avión de combate más avanzado de Estados Unidos, diseñado exclusivamente para la Fuerza Aérea. El Congreso prohibió estrictamente su exportación, incluso a aliados cercanos como Israel, con el fin de preservar su tecnología de punta.

Dado el nivel de complejidad y sensibilidad del F-22, el programa JSF se orientó hacia la creación de un avión que, sin comprometer la seguridad, fuera más accesible y menos costoso, permitiendo su adopción por diversas ramas militares y ejércitos extranjeros. Este enfoque buscaba diversificar y ampliar la cadena de suministro, financiada por múltiples fuentes.

Nuevo desafío para el F-35: ¿Podrá superar sus límites?
F-35

El programa culminó con la creación del F-35 Lightning II de Lockheed Martin, pero su éxito no estaba garantizado desde el inicio. El X-35, futuro F-35, tuvo que competir con el X-32 de Boeing, que presentaba características igualmente innovadoras. En su apuesta por ganar la carrera, Boeing desarrolló dos prototipos: el X-32A, que realizó su primer vuelo en septiembre de 2000, y el X-32B, que lo hizo en marzo de 2001. El X-32B, con capacidad de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL), resultaba especialmente atractivo para las operaciones de la Armada.

El diseño del X-32, enfocado en la velocidad y capacidades furtivas, lo colocaba firmemente en la categoría de aviones de combate de quinta generación. Boeing optó por la simplicidad, utilizando un ciclo monomotor Rolls Royce tanto para vuelo convencional como para elevación vertical, lo que permitiría reducir significativamente los costos de mantenimiento. Además, el X-32 tenía una apariencia particular, con un fuselaje simplificado y un ala delta que, junto con una gran cubierta única, proporcionaba a los pilotos una mayor conciencia situacional durante el combate.

El X-32 podría haber sido el F-32 y habría sustituido al F-35El X-32 podría haber sido el F-32 y habría sustituido al F-35
X-32

Un elemento distintivo fue su sistema de sustentación STOVL, donde Boeing decidió simplificar el diseño en lugar de utilizar un sistema de sustentación estándar. Sin embargo, esta simplificación excesiva afectó la eficiencia del motor, generando problemas durante las pruebas de vuelo del X-32B. Los ingenieros de Boeing enfrentaron desafíos relacionados con el aumento de calor y la tensión estructural durante las maniobras en posición vertical.

Aunque el X-32 no alcanzó la sofisticación del F-22, seguía siendo un caza furtivo con avanzadas capacidades de vuelo, incluyendo aviónica moderna. No obstante, la Fuerza Aérea concluyó que el X-35 de Lockheed Martin superaba al X-32 tanto en vuelo furtivo como en vuelo supersónico.

El sistema de sustentación y ventilador de Boeing, aunque más simple, no demostró ser tan eficiente ni confiable como el de Lockheed. A pesar de que algunos sostienen que el X-32 era superior, el consenso actual sugiere que Lockheed Martin ofreció la mejor opción. El F-35 Lightning II, a pesar de sus desafíos, sigue siendo un caza formidable, y el Pentágono parece haber tomado la decisión correcta al elegirlo sobre el X-32 de Boeing.

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