En 2004, en la convención demócrata en Boston, uno de los momentos más estelares y recordados fue el discurso de un joven senador negro al que entonces pocos en el país conocían, pero que no tardaría en cambiar la historia. Era Barack Obama, que cuatro años más tarde consiguió la nominación del partido y una victoria en las urnas que le convirtió en el primer presidente negro de Estados Unidos. 

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