En la fiesta de los demócratas en Chicago hay un invitado incómodo. En realidad son muchos más, decenas de miles de estadounidenses que viven en la ‘ciudad del viento’ o han llegado desde otras esquinas del país para recordar desde las calles a Kamala Harris y a todo el partido que el río de indignación y descontento por la guerra en Gaza y el apoyo de Washington a Israel que fluía cuando el presidente Joe Biden era el candidato para medirse a Donald Trump en las elecciones de noviembre y que se derramó en las protestas en los campus puede haber reducido algo su caudal, pero ni mucho menos se ha secado con el paso del testigo a la vicepresidenta.
«No nos han estado escuchando y queremos que oigan nuestra voz, que Kamala la escuche, que sepa que estamos unidos», explica Gwendoline Cason, una profesora de historia llegada desde Dallas (Texas) para sumarse a las protestas que, hasta el jueves, se han organizado alrededor de la convención demócrata.
Ya el domingo Cason participaba con una pancarta que rezaba «Palestina es una nación» junto a otras cerca de 2.000 personas en una manifestación que recorría la avenida Michigan en paralelo al parque Grant. Esa marcha, que abogaba por derechos reproductivos y de la comunidad LGTBQ pero tenía la causa palestina y la guerra de Gaza en su núcleo, acababa en el monumento al general John Logan, uno de los escenarios icónicos en las protestas por la guerra de Vietnam que sacudieron la convención demócrata en 1968 y fueron reprimidas con extrema violencia policial.
Aunque 56 años después todo era pacífico, y entre una fuerte presencia de agentes uniformados la manifestación dominical acababa con solo dos detenidos, la marcha era recordatorio de que una buena parte del sector progresista y activista de EEUU mantiene sus reclamaciones de cambios en la política exterior en relación a Israel y Palestina, una causa que recuerda la interseccionalidad con otros movimientos como los de los derechos raciales o los de los inmigrantes.
Era solo el aperitivo de protestas mucho más multitudinarias que se esperan esta semana, empezando este lunes con una de un colectivo de más de dos centenares de organizaciones con intereses políticos diversos pero con Gaza e Israel en su epicentro y que, bajo el eslogan ‘Marcha en la Convención Nacional Demócrata‘, aspiraba a concentrar a decenas de miles de personas.
Fuerza activista
Es una muestra de fuerza activista mucho mayor de la que se vio en la convención republicana en Milwaukee. Tiene a todo el mundo conteniendo la respiración ante el potencial de un estallido de altercados o de una respuesta policial excesiva en las calles. Pero también expone el reto que Harris y el Partido Demócrata enfrentan en su intento de lanzar en el cónclave una imagen y un esfuerzo de unidad que refuerce a la formación de cara a noviembre, un empeño que se refleja también en la inclusión del elenco de oradores de la primera jornada, la misma en que intervienen Biden y Hillary Clinton, de la congresista progresista Alexandria Ocasio-Cortez.
Hatem Abudayyeh es presidente de la Red de la Comunidad Palestina en EEUU y uno de los portavoces de esa marcha. Y en una rueda de prensa de varios de los organizadores y líderes comunitarios en Union Park, desde donde comenzaba la manifestación, aseguraba este lunes que el movimiento «no toma una posición en decirle a la gente si tiene que votar o no o, si vota, a quién».
A diferencia de la treintena de delegados «no comprometidos» que desde dentro de la convención tratan de exponer la disidencia con la política hacia Israel y Palestina de la Administración de Biden y Harris y de llevar su mensaje a otros delegados, los manifestantes han elegido hacerse oír desde la calle. «Cuando se trata de Palestina y el mundo árabe no pensamos que haya un mal menor. Los republicanos y los demócratas son lo mismo«, decía Abudayyeh.
Rechazaba también la idea de que las protestas contra Harris y los demócratas pueden acabar beneficiando a Trump, cuyas políticas pro-Israel pueden tener aún menos matices que las de Harris, que ha empleado una retórica más empática que la de Biden hacia el sufrimiento de los palestinos y la necesidad de aliviar la crisis humanitaria desatada por la agresiva guerra lanzada por Israel en Gaza en respuesta a los ataques de Hamás del 7 de octubre, aunque la venta de armas al Gobierno de Binyamín Netanyahu y el apoyo a la seguridad de Israel siguen en su agenda y en el programa del partido
«No sé cómo más de dura se puede hacer una política para los palestinos, cuánta más gente podría ser asesinada, herida o desplazada por un partido diferente», opinaba Abudayyeh, recordando la intervención previa en la rueda de prensa de Omar Younis, un joven activista palestino que recordaba que desde el 7 de octubre ha habido en Gaza más de 40.000 víctimas civiles, una destrucción del 70% de las casas en la Franja y más de 1,9 millones de desplazados. «Nosotros no tendremos ninguna responsabilidad si Kamala pierde. Los únicos responsables si pierden ante Trump serán el ‘genocida Joe’, Harris y el partido».
No votar o votar
Su postura es la que mantienen manifestantes como Elise, una mujer de 34 años de Chicago que pide que no se use su apellido y que cuenta que no piensa votar en noviembre. Ella lamenta que algunos activistas que protestaron contra Biden ahora les pidan a quienes mantienen su lucha que se moderen en las protestas contra la flamante candidata demócrata. «Le están dando una oportunidad pero no va a cambiar nada«, aseguraba.
Para Harris, que se arriesga a perder voto joven o del sector más progresista como el que representa a Elise, pero también a alejar a moderados si realiza un cambio notable, también hay esperanza en manifestantes como Cason, la profesora de historia de Texas. Además de defender la causa palestina Cason es activista por los derechos reproductivos. Y haga lo que haga Harris respecto a Israel, en noviembre ella le dará su voto a la demócrata. «Absolutamente. 100%».