La agricultura y ganadería, ha sido a lo largo de los siglos la principal actividad económica de supervivencia en Gran Canaria, a través de unidades de producción familiar conocidas como «labranzas», con épocas de bonanza en función de la regularidad de las lluvias que favorecían las cosechas, alterada por periodos de carencias y hambrunas provocadas por la escasez de lluvias, temporales, plagas, conflictos sociales y epidemias, tanto de humanos como de la cabaña ganadera, que causaron el empobrecimiento de sus habitantes y consecuentemente merma en la población y favorecimiento de la emigración en busca de mejores condiciones de vida.
El carbunco
En este trabajo tratamos uno de estos fenómenos, las enfermedades, aplicadas principalmente a las que afectaban al ganado vacuno, especialmente la conocida como «carbunco», terror de los labradores por el alto valor de las reses, tanto por su carne, producción de leche, queso y trabajo en las faenas de las aradas.
El carbunco es una infección aguda contagiosa propia de mamíferos herbívoros, si bien, de forma ocasional puede aparecer en los seres humanos. Sus síntomas surgen de manera repentina y se caracterizan por tambaleo, temblores y disnea, seguido de un colapso, convulsiones y muerte en poco tiempo, presentando los cadáveres hinchazón y descomposición rápida. Es una enfermedad extendida por todo el planeta, afectando principalmente al ganado vacuno, presentando muerte súbita con sangre en los orificios naturales. El contagio más frecuente se efectúa a través de la vía digestiva y se puede transmitir por aguas contaminadas, insectos, perros y animales silvestres. Las personas adquieren la infección por contacto, ingestión o inhalación de esporas, normalmente procedentes de animales infectados o sus productos.
Nos situamos en el Ingenio del año 1884, cuando el terrible mal asoló nuestras labranzas en una etapa especialmente dura en el devenir de nuestra historia.
Expansión de la epidemia
Con anterioridad al terrible año de la «enfermedad de las vacas» ya se conocían casos aislados de muerte casi repentina en la cabaña ganadera, especialmente vacas, que, al repetirse con relativa frecuencia, producían gran alarma en los labradores, al ser en muchos casos el único sustento de las familias.
A principios del año 1884, ante la alarmante situación, la corporación municipal de Ingenio bajo la presidencia del alcalde José Pérez trató el asunto en sesión plenaria sobre que se estaban dando algunos casos de muerte de reses de la enfermedad que hacía un tiempo estuvo reinando en el pueblo y en otros de la isla, a la cual no se había dado clasificación verdadera, por lo que se instaba al vecindario a su enterramiento y que no se omitieran las precauciones mandadas observar para que la enfermedad no se contagiara.
Los primeros casos se habían presentado en los pueblos del sur de la Isla, señalándose como punto de partida el Ingenio y Telde, dada la proximidad de ambos municipios limítrofes, que daban pie a que las relaciones agrícolas y ganaderas entre ellos favoreciera la propagación de la enfermedad. Los contagios se agudizaban al coincidir el traslado de animales desde las zonas de regadío hacia medianías y cumbres a principios de año.
Lo que en épocas anteriores afectaba a un grupo reducido de agricultores y por tanto con poca atención por parte de las autoridades sanitarias, amenazaba de muerte a la ganadería. Las medidas que se tomaron fueron insuficientes y el germen contagioso se fue extendiendo por toda la zona meridional de la Isla, presentándose algunos casos en la zona centro y septentrional en la jurisdicción de Guía.
El contagio a personas
A la mortandad de las vacas se unía el temor de que pudiera transmitirse a las personas a través del contacto directo o indirecto con restos cadavéricos de animales contagiados, dando lugar a la pústula maligna de carácter gravísimo y casi desconocida. Así lo había establecido el médico titular de Telde, el agüimense Vicente Ruano y Urquía y el veterinario de aquella ciudad. Ambos coincidían en el diagnóstico de la epidemia: carbunco para Ruano y carbunco con apoplegía del bazo por el veterinario, con muerte de los animales en un plazo máximo de 48 horas. Se conocieron tres casos de contagios a personas, dos de los cuales fueron tratados por Ruano en Telde y otro en Las Palmas, lo que provocó gran alarma especialmente en la población rural.
Intervención de las autoridades
El Delegado del Gobierno Sr. Bravo y Joven mandó poner en práctica algunas medidas en relación a la enfermedad contagiosa que sufría el ganado bovino de algunos pueblos del sur de Gran Canaria, entre ellas la vacuna, con la desfavorable circunstancia que la mayoría de las reses se encontraban fuera de los establos. Por ello ordena a los alcaldes de Telde, Valsequillo, Ingenio y Agüimes disponer y vigilar el aislamiento de las reses enfermas, procurando que sus dueños comunicaran los casos que se presentaran, así como proceder al enterramiento o preferentemente la cremación de las reses muertas, sin pérdida de tiempo, imponiéndose una multa al labrador que no cumpliera estas disposiciones no inferior a cinco pesetas ni superior a diez. El Delegado del Gobierno actuaría contra los alcaldes que no adoptaran estas resoluciones por negligencia o falta de celo.
En sesión plenaria del Ayuntamiento de Ingenio, bajo la presidencia del alcalde José Pérez y Pérez, el 16 de marzo de 1884, se trató la comunicación del Delegado del Gobierno en Las Palmas por las que se hacen las prevenciones que deben observarse respecto a las reses vacunas a quienes atacare la enfermedad carbuncosa. Estas obligaciones se obedecieron en un principio, pero luego algunas personas utilizaron los cueros de las reses muertas enterrando solo la carne de cualquier manera, incluso tirando la carne a los barrancos donde permanecían insepultas al aire, dando lugar a la propagación de la enfermedad.
Desde la Diputación Provincial se publica en el BOC del 2 de abril disposiciones con motivo de la enfermedad aparecida en el ganado vacuno del Ingenio y Telde.
La rivalidad pueblerina
Al quedar la jurisdicción de Ingenio en medio de la zona afectada por la epidemia carbuncosa, los municipios vecinos de Telde y Agüimes se aprestaban a desmentir cuantas informaciones les fueran desfavorables.
Ante la aparición de una noticia sobre mortalidad de vacas en la jurisdicción de Agüimes desde hacía dos años y la muerte de unas 25 reses en pocos días, el alcalde de dicha villa salió al paso manifestando a la opinión pública que hacía más de un año que no había muerto una sola res, y que la enfermedad existía «en el vecino pueblo del Ingenio». Se comentaba también que una mosca en contacto con carne putrefacta había picado en el cuello a un labrador de Agüimes, muriendo al poco tiempo.
En Telde, a la madre de un repartidor de periódicos se le había muerto una vaca con otras de un vecino a las que descueraron, depositando la piel en su casa. Al retirar los cueros días después, salió una mosca de color verdusco picándole en un brazo el cual se le hinchó al poco rato, poniéndola en peligro de muerte hasta el punto de haber recibido los Sacramentos. El médico titular de Telde se aprestó a comunicar que los hechos ocurrieron en el término del Ingenio, aunque fue curada en Telde.
En busca de soluciones
Por el mes de enero de 1884, el carbunco había tomado especial virulencia en los animales, especialmente en reses vacunas, llegando a morir en un solo día hasta cinco reses en Ingenio, sin contar las de ganado menudo. Alarmado el vecindario se llevó a cabo una reunión de propietarios para acordar los medios para destruir los cadáveres. La cremación parecía imposible por falta de combustible y el enterramiento dificultosísimo porque a causa de las muchas lluvias las tierras estaban enfangadas, temiéndose la descomposición de los cadáveres y el mal que de ellos podría resultar. Ante esta perspectiva, uno de los propietarios manifestó que el mejor medio era acudir a «la misericordia de Dios», rogando para acabar con aquella calamidad, poniendo por intercesora a Nuestra Señora de Candelaria. Todos aprobaron la propuesta y desde el siguiente día comenzó un solemne novenario al que concurrieron todas las noches el vecindario en masa.
Cacique, párroco y alcalde
Varios vecinos acuden al Ayuntamiento para que se llevara al Calvario la Virgen de la Candelaria en procesión y en acción de gracias por el milagro hecho por haberse terminado la enfermedad de las vacas, tan luego se dispuso ponerla en novenario. En su virtud el alcalde autoriza el acto y dispone que se nombren comisionados para que en unión con el párroco Santiago Sánchez, José Ramírez y el propio alcalde se nombraran priostes a fin de cubrir los gastos.
El todopoderoso propietario e influyente personaje de la época, José Ramírez Ramírez, conocido popularmente por paíno, nieto del que fue primer alcalde real de Ingenio, vinculado a la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria donde ejerció de notario eclesiástico y durante mucho tiempo depositario de la Sociedad de Pastos, una vez desaparecida la epidemia, publica en la prensa de las Palmas el 11 de marzo de 1884 un escrito para «cumplir un cristiano deber de gratitud hacia Dios, por un beneficio que de sus bondadosas manos ha recibido el religioso pueblo del Ingenio para que se hiciera público el beneficio que nos ha dispensado Dios nuestro Señor, por intercesión de su Santísima Madre Nuestra Señora de Candelaria».
Atribuía el personaje en sus palabras el hecho como un «prodigio del Altísimo» en razón a que habiendo transcurrido un mes y medio del comienzo del novenario no había muerto ni se había visto enferma una sola res en el pueblo, exceptuando una que murió de una enfermedad de otro género de las seis contagiadas.
De la misma manera, el alcalde José Pérez, informa el 13 de abril que por acuerdo del Ayuntamiento y asentimiento del párroco del pueblo se celebraría una solemne función en honor de Nuestra Señora de Candelaria, «en acción de gracias por haber desaparecido por un particular favor de Dios y la intercesión de la Santísima Virgen la enfermedad carbuncosa que en enero último diezmaba el ganado vacuno».
Cabe destacar los artículos editados en la publicación de corte católico Revista Las Palmas remitidos por José Ramírez Ramírez y José Pérez y Pérez sobre la intermediación de la Virgen de Candelaria. En este periódico tenía especial influencia el canónigo ingeniense, Bartolomé Rodríguez Ramírez, con frecuentes enfrentamientos dialécticos con la editorial del periódico El Comercio.
Función religiosa y procesión
Tal como se había anunciado, el domingo 20 de abril de 1884 se celebró la solemne función religiosa en acción de gracias por la intercesión de la Patrona Nuestra Señora de Candelaria obtenida por los habitantes del Ingenio para que desapareciera el azote de las vacas. Por la mañana después del canto de tercia se celebró la misa solemne que oficiaron tres sacerdotes hijos del pueblo, con asistencia del Ayuntamiento, las cofradías del Santísimo Sacramento y el Sagrado Corazón de Jesús, numerosos seminaristas y gran cantidad de fieles, amenizada por una joven banda de música venida desde Las Palmas. El sermón estuvo a cargo del padre claretiano, Tomás Collell. Terminada la misa se cantó el Te Deum que entonó el celebrante, Bartolomé Rodríguez y Ramírez, Canónigo Doctoral de la Santa Iglesia Catedral. A las tres y media de la tarde se organizó la procesión tradicional al Calvario interrumpida durante años, portándose las imágenes de Nuestra Señora de Candelaria, San José y San Blas. Al igual que en la mañana, numerosos feligreses y forasteros se unieron a la comitiva. ordenados con separación de hombres y mujeres, destacando los miembros de las cofradías del Santísimo Sacramento, Sagrado Corazón y las jóvenes Hijas de María con sus vestidos reglamentarios y estandartes además de miembros del Ayuntamiento. En el recorrido adornado con arcos y flores, algunos seminaristas rezaban el rosario a diferentes distancias mientras la misma banda de música amenizó la procesión cantándose en los descansos estrofas de cantos religiosos. A la llegada se colocaron las imágenes junto a las cruces del Calvario adornadas de flores. Después del rezo del rosario, dos jóvenes Hijas de María cantaron la Salve Regina, para terminar con un sermón del padre claretiano con un viva a la Virgen de Candelaria, repetido por los asistentes y el canto de la plegaria Bendita sea tu pureza. La procesión volvió a la iglesia por distinto camino, contemplada por una inmensa multitud agolpada a uno y otro lado del barranco del Ingenio. Se dio fin al acto con una estrofa del Ave María Stella acompañada de música y la oración de la Resurrección de Nuestro Señor.
Extinción de la epidemia
A mediados de abril, la Delegación del Gobierno de Gran Canaria, comunica que durante los meses de febrero y marzo, no había ocurrido caso alguno de muerte en el ganado bovino del Ingenio y Telde. Por tal motivo solicita al Gobernador de la Provincia que se revoque la orden de prohibición absoluta de exportación del ganado de aquella isla, quedando establecido que se permita la exportación solamente por el Puerto de Las Palmas o el de La Luz, previo reconocimiento del veterinario, además de someter el ganado a una observación de quince días en Las Palmas, aislándolo en el Lazareto u otro punto conveniente.
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